Epílogo.

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Había trascurrido un año desde la derrota de Ganon. Desde entonces Hyrule había sido restaurado y, en cuanto las puertas del nuevo castillo se abrieron para todos, Zelda quedó al cargo de reina. Todos los ciudadanos estaban felices de tener a su soberana de vuelta y poco se tardó en correr el chisme de que había estado conteniendo a Ganon durante cien años.

¿Zelda y yo? Se podría decir que la gente esperaba con ansias nuestra unión, porque se hizo una gran fiesta al quedar nuestro compromiso en público. La boda fue abierta para todos, fueron tanto personas importantes como las que no lo eran tanto. Sí, ahora éramos los reyes de este hermoso reino, pero no siempre cumpliamos nuestras obligaciones. Cada vez que podíamos salíamos de viaje a cualquier sitio.
Quizás por eso estabamos tan unidos. Ahora mismo nos encontrabamos en la llanura de Hyrule con el gran castillo frente a nosotros, delante de este se encontraba el mercado que hoy parecía estar muy revoltoso. Por mi mente llegó el recuerdo de hace un año atrás, cuando este mismo lugar estaba devastado y apenas se comenzaba a restaurar.


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Mi princesa miraba la piedra Sheikah con entusiasmo. -Hoy debemos dirigirnos a la región de los zora. Vah Ruta ha dejado de funcionar sin más y quiero averiguar por qué, también tengo que revisar las reservas de agua. Además... el padre de Mipha quiere preguntarnos algo sobre su hija. -dio unos pasos adelante. -es cierto que hemos evitado el cataclismo... pero también nos ha dejado tareas de las que ocuparnos y muchos recuerdos dolorosos. Ahora, las gentes de Hyrule podrán construir un reino incluso más esplendido que el que conocimos en su día. Y yo... también quiero poner mi granito de arena. Es hora de irnos, mi amor. -se encaminó hacia los dos caballos que comían tranquilamente. La seguí pero enseguida se quedó quieta, confundiendome un poco. -Ya no escucho la voz que emana de la espada, puede que mi poder se haya debilitado tras cien años de asedio. -se giro para verme y comenzó a sonreír lentamente. -pero ya... no me importa, solo quiero ser feliz junto a ti, no me importan las leyes. -esas palabras me sacaron una enorme sonrisa. Cogí su delicada mano y planté un beso en el dorso de esta.
-Mi próxima soberana de Hyrule, estoy dispuesto a estar junto a usted para hacerla feliz durante los años que nos queden de vida. -la besé con ternura, agradecido de que esta pesadilla terminara.

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No me arrepiento de haberme casado con ella, y tampoco me arrepiento de la promesa que hice. El día que dije: defenderé Hyrule con mi vida.

𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐬𝐮𝐞𝐥𝐭𝐞𝐬 • (𝑻𝒍𝒐𝒛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora