El Arma Compañera

428 31 1
                                    

Tal y como me dijo Impa,  llegué a la entrada de los bosques perdidos.  Todo estaba lleno de niebla y se escuchaba la característica voz de los Kolog.  Pero, cuando traté de ir hacia una dirección todo se volvió blanco y volví al inicio, mi ceño no podía estar más fruncido. 
Divisé a lo lejos un fuego y corrí hacia el, encontrandome con nada.  A la izquierda había otro fuego,  dándome cuenta que era un circuito que debía seguir.  Los últimos eran dos fuegos con una antorcha descansando al lado,  pero no veía más fuego por lo que pensé que quizá debería guiarme por la antorcha.
-Suponiendo que han dejado una antorcha aquí para que la use... Lo más seguro es que el poco viento que hay aquí se dirija a la entrada de ese tal árbol Deku,  si lo sigo a lo mejor llego. -cogí la antorcha y la pasé por el fuego quemando su extremo,  seguí la dirección del fuego.  Cada vez el camino se iba despejando más hasta que llegué a un bosque,  todo era muy verde,  lleno de árboles y Kologs que se escondían al verme.  Frente a mi había un gran Árbol que parecía tener una cara.  -Que extraño.  -choqué con un Kolog. -Discúlpame.
-Tu eres el héroe,  ¿verdad?  -asentí en su dirección y pareció alegrarse mucho. -Estábamos esperándolo señor héroe.  -que ternurita de Kolog.  -el venerable Árbol Deku se alegrará mucho de verlo, ¿Podrías ir con el? -le hice caso y andé hacia el. Encontrándome en frente a tal espada que aparecía en mis recuerdos,  traté de sacarla mas un aturdimiento llegó a mi,  con imágenes de todos los recuerdos y la voz de la princesa de fondo.
-Link, Hyrule confía en ti. - sacudí la cabeza,  desapareciendo el leve dolor de cabeza.  Escuché una tos un tanto ronca y grave.  ¿¡Ese árbol estaba tosiendo?!
-Veo que al fin has venido.  He estado aguardando tu regreso durane cien largos años. Si te digo la verdad,  comenzaba a darme por vencido. No obstante,  no pareces recordar quien soy.  No soy más que un viejo árbol encargado de velar por Hyrule desde tiempos inmemoriales.  Suelen llamarme <<El gran Árbol Deku>>. Esa arma fue forjada por la diosa de la antigüedad.  Se trata de la espada destructora del Mal... Y solo el elegido podrá blandirla para confrontar el cataclismo. Hace cien años,  fuiste tu mismo el encargado de blandir dicha espada. Mas no te confíes... La espada pondrá a prueba a todo aquel que trate de sacarla del pedestal. En tu condición actual soy incapaz de vislumbrar si eres digno de ella o no. Si decidieras probar suerte sin disponer de la fuerza necesaria... Sin duda alguna no vivirías para contarlo. -soltó una risa muy cálida. - Sé prudente,  jóven. Para extraer la espada necesitarás emplear tu verdadera fuerza.  Adelante, veamos si estas preparado para enfrentarte a este reto. -empuñé la espada sin dudarlo y sacando fuerza empujé de ella,  a cada intento por sacarla mi energía se iba retirando.  Sentí que no lo iba a conseguir,  pero la espada salió de su pedestal y la miré con mucho interés.  La elevé a los cielos y una visión llegó a mi mente. 

----
Zelda parecía rezar frente a la espada destructora del mal.  Sus palabras no se distinguían bien pero estas últimas si. 
-Aguarda hasta el día que tu amo te reclame,  se paciente.  Como tu dices,  es posible que el largo letargo borre todos sus recuerdos.  Pero estoy segura de que algún día volverá para empuñarte una vez más.
-Sacerdotisa de Hyrule... ¿Cómo proseguiréis vuestra empresa?
-La espada maestra me ha mostrado el camino a seguir,  todavía hay esperanza,  esta vez no voy a fallar.  -dijo ella con optimismo.
-Vuestro valor es admirable,  sacerdotisa. 
-Gran Árbol Deku,  cuando el elegido llegue a este lugar,  ¿podríais decirle algo?  Yo...
-Vaya,  vaya...  Si vuestro mensaje es tan importante...  ¿No deberíais ser vos quien se lo transmita?
-Si...  -cogió la espada,  con aire de melancolía la fue bajando poco a poco,  hasta que la espada,  de un suave empujón quedó en su zona de descanso.

----
Bajé la espada un poco aturdido para después hacer unos cuántos tajos horizontales al aire. La guardé con sumo cuidado en la funda.
-Los hechos que acabas de presenciar acontecieron hace cien años.  Cuando te separaste de tu espada...  La sacerdotisa y princesa de Hyrule llegó a este lugar a encomendarmela.  A día de hoy sigue luchando con valentía en el castillo de Hyrule. No ha perdido la fe en que algún día regresarás. Ojalá algún día podamos volver a admirar su bella sonrisa. 

Y tanto que lo haremos

𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐬𝐮𝐞𝐥𝐭𝐞𝐬 • (𝑻𝒍𝒐𝒛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora