𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐬𝐮𝐞𝐥𝐭𝐞𝐬 • (𝑻𝒍𝒐𝒛)

Yunobo

El jefe de los goron tenía dolor de espalda y como no, me mandó a por su ayudante ya que llevaba tiempo sin regresar. Fui pasando por varios caminos y matando enemigos, llegando a una cueva tapada con una roca bloqueando la entrada.

-¡Socorro! Sacadme de aquí -sus gritos se fueron intensificando. Miré a mi alrededor fuscando algo con lo que romper aquella roca.
-¿tal vez una bomba? -probé y nada. Revisé el entorno y vi un artefacto negro, fruncí el ceño. -¿Podré usar eso? -salté un pequeño tramo entre una roca a otra y use la máquina, la bomba salió disparada rompiendo la piedra que bloqueaba el paso y pude ver un goron rodeado de la luz con la cual Daruk me salvó de ser aplastado hace 100 años. Me confundí ante ello, ¿era descendiente de Daruk? no parecía muy valiente para serlo.
-Hola, soy Yunobo.
-Yo soy Link y...
-¿Link? Mmmm... ¿dónde he oido ese nombre? se me hace familiar.
-El jefe Goron te está esperando, dice que tenías que llevarle unas medicinas o no sé. -no respondió y en menos de lo que canta un cucco salió rodando de aquí, dejandome solo en esa asquerosa cueva que olía a moho y quemado. -Esto es asqueroso, pero bueno, seguro que tendré que volver. -volví por donde habí venido, supongo que el elixir se acabó porque de inmediato sentí mi cuerpo arder por dentro, una sensación de horror me albergó.-¿ya? como no haga algo voy a morir chamuscado. -corrí a lo que parecía una tienda de provisiones y para mi suerte había un traje que evitaba quemarme, lo compré y al ponérmelo dejé de sentir esa fogata en mi cuerpo, calmándome de aquel tremendo susto que me había llevado. -que susto.

Corrí hacia el jefe de los Gorons y me dio las gracias. Se disponían a ir con la bestia, eso me preocupaba y parece que Hylia me escuchó porque se pudo apreciar el crujir de la espalda del goron más mayor.
-¡ay, mi espalda! no puede ser... Link, por favor, ve a por Yunobo y dile que hoy no podremos ir.-asentí en su dirección y corrí montaña arriba buscando a Yunobo. Al encontrarlo de nuevo usaba aquel poder extraño, tratando de defenderse de dos Moblins que lo golpeaban sin resultado alguno, ese escudo era invencible e imposible de romper.
Terminé con ellos, y el que se ocultaba tras su preciado escudo me miró sonriente.
-Me has vuelto a salvar, muchisimas gracias.