Las cuatro ubicaciones

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Los dos íbamos en sigilo. La meseta estaba a oscuras aunque de lejos se podía ver el sol. Es como si hubieran aislado este terreno de todo los demás.
-Llegaremos rápido si desde aquí planeamos hasta el punto. 
-Pero solo hay una paravela y yo no se volar. -la cara de mi reina me hizo soltar una carcajada. Con rapidez la cogí de la cintura y con mi brazo libre nos lancé al vacío, para segundos después agarrar la paravela. Llegamos a aquel siniestro bosque. No se oía nada, ni siquiera se podía ver nada. Caminamos un poco a la derecha y ahí estaban, chuchus y bokoblins con grandes lanzas. Zelda sacó su arco y con precaución disparó a los arqueros que estaban escondidos. Ahora era mi turno. Atacando al primer bokoblin me di cuenta de lo frágil que yo era ahora. Acabamos con ellos, más bien fue gracias a la destreza de Zelda que terminamos rápido.
Se escuchó un estruendo, había salido un santuario. Estaba más agotado de lo normal.
-¿Te encuentras bien, Link? -asintiendo me levanté y encendí el santuario, ahora que lo pensaba Zelda nunca fue capaz de entrar en uno. -por fin veré como son. -parecía una niña pequeña. 
Este santuario llevaba por título: Alma en calma. Lo primero que se podía apreciar  era un hueco para meter una bola pequeña, a su izquierda tras unos barrotes estaba el monje,más adelante había una especie de circuito, donde pasaban pelotas de hierro que tenían pinchos y otras que eran lisas sin ningún tipo de dibujo. Zelda y yo bajamos sin ningún daño. Ahora, con un metal en forma de media esfera debía coger dos reliquias, una grande y otra pequeña, y si nos animábamos también había un cofre. 
-¿Quieres hacerlo tú, Zelda? -dije dándole la piedra sheikah. Lo cogió y con mi ayuda conseguimos coger la reliquia grande. La colocamos en su sitio y se abrieron unos barrotes, ahí había un cofre que tenía un arco de vigilante. Zelda consiguió coger el cofre y la reliquia pequeña a la vez, con mucho cuidado los depositó a un lado mío. -a ver que tiene el cofre. -en el habían flechas bombas. Mi cara de desilusión hizo reír a la joven a mi lado. Cogimos la reliquia pequeña, subimos por el circuito otra vez y la colocamos en su sitio, así terminamos el santuario.

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-¡Vamos, Link! Las flechas bomba también nos puede venir bien. - dijo riendo. 
-Pero yo ya traía, hubiera preferido otra cosa. -me encojo de hombros. -¿Dónde vamos ahora? 
-Al templo del Este, está más cerca. -agarró mi mano, parecía más contenta de lo habitual. Cuando lo vimos de lejos comenzamos otra vez con el sigilo. Zelda avistó un lizalfos muy cerca, y sin mucha espera terminó con el. Por suerte, ningún enemigo se dio cuenta. -Link, hay barriles explosivos. -era verdad, no los había llegado a ver. Con flechas de fuego conseguí darle a uno y todos los enemigos que estaban cerca murieron, pero aún quedaba alguien. Un lizalfos plateado que sí llegó a vernos. Vino corriendo y por desesperación a que no diera a Zelda, tuve que empujarla, le dí con la nueva arma y enseguida murió. No le hice caso al santuario y agarré a la chica de la mano, levantándola del suelo. 
-¿Te hice daño? -ella negó. -lo siento, no quería que te diera. -juntos fuimos hacia el santuario. Este, bajo el nombre de: Parar para triunfar, llevó corrientes de desconfianza a mi espalda, sabía que mi compañera era terca y si le decía que saliera no lo iba a hacer. Primero, pasamos sobre unos metales que nos salvaron de los pinchos que se encontraban en el suelo. Descansamos por unos segundos en una plataforma y miramos juntos la siguiente fase. Unos engranajes que giraban en sentido contrario al otro. Con el paralizador paramos unos de ellos, consiguiendo pasar a la siguiente fase donde no tuvimos descanso, puesto que habían cintas que giraban a la derecha y a la izquierda, lo malo era que a ambos lados habían pinchos. Con dificultad pasamos sin rasguñarnos. -Zelda, agárrate a mi, debemos usar la paravela. -habían tres bolas de metal con pinchos, que esquivamos y llegamos a otra plataforma. Estaba solitaria, adornada con un interruptor. Lo pisamos entre los dos y las verjas frente a nosotros se abrieron, era un circuito de pinchos, y detrás nuestra una pared de pinchos se empezó a aproximar. Al pasar por el pasillo se desplazó hacia la izquierda un bloque, que esquivamos rápido, luego otros dos que nos dejaron un pequeño hueco por el que pasamos, así seguimos, hasta llegar al monje, jadeando y cansados.

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-¿A cuál iremos luego? -nos habíamos sentado a comer algo y de paso descansar del último santuario que habíamos hecho.
-A la zona tras el templo del tiempo. -le contesté tras tragar la comida que degustaba con gusto. -¿Vas bien?¿No te sientes muy cansada? 
-Estoy bien, es más, tengo ganas de seguir. -habíamos pasado la mañana haciendo los santuarios. Teníamos la tarde para terminar.  -pero... llevamos tiempo sin darnos un beso, ¿sabes? -entre besos y risas terminamos de comer.
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Ya estábamos en el siguiente punto. A la vista solo había moblins y bokoblins. Como en las anteriores veces, casi todos sucumbieron ante el arco de Zelda y los demás se enfrentaron a mi. El siguiente santuario era una prueba de fuerza que terminamos rápidamente o eso pensábamos. Zelda cegó al guardián con una flecha y yo aproveché la ocasión para darle con el arma. Seguimos el camino y en un cofre había más flechas bombas, no pude evitar poner cara de fastidio. Zelda subió por unas escaleras y pisó un interruptor. La plataforma que subió al guardián comenzó a bajar. Nos lanzamos por el hueco y frente a nosotros había una puerta, por lo que deberíamos encontrar una llave. Seguimos por el camino de la izquierda, acabando con dos guardianes que nos pillaron por sorpresa. Luego, bajamos unas escaleras donde otros dos guardianes nos esperaban, no por mucho tiempo. En un cofre nos encontramos un gran núcleo ancestral. 
-Eso le podría venir bien a Prunia o a Rotver. -Susurró mi reina. Con la piedra sheikah hicimos un bloque de hielo y subimos a una plataforma. Ahí estaba el cofre con la llave que abría la puerta del principio. En la nueva habitación habían 5 hermosos guardianes esperándonos. Yo acabé con tres y Zelda con dos. Al fin, terminamos el santuario.
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Fuimos a la última zona, que era de hielo. Obligué a Zelda a abrigarse, pero no parecía contenta con eso. Acabamos con los chuchus gélidos y dimos con flechas de fuego a los barriles explosivos que estaban colocados en un asentamiento de moblins. No pareció hacerles demasiado daño, pero con las flechas de luz, sucumbieron. Esta prueba se llamaba: luz de guía. Estaba todo a oscuras y a Zelda le dio miedo.
-Tranquila, cariño. -cogí su mano entrelazando nuestros dedos. Los dos juntos sin separar nuestras manos en ningún momento, esquivamos unos rayos láseres. Después, tuvimos que pegarnos a la pared para esquivar los pinchos que se movían en círculos. A continuación, se encontraban fogones que echaban o guardaban fuego cada segundo, pasamos a través de ellos. La última fase tenía 3 miniguardianes, acabamos con ellos y así, terminamos las 4 pruebas. 
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Saliendo de esta última prueba, Zelda y yo nos miramos. 
-¿Ahora que? -susurró ella. Una voz me interrumpió. 
-Mi nombre es Makkosh. Os felicito por haber superado admirablemente este desafío. Sois una luz que desde que despertó irradiaba esperanza. Aún os quedan más pruebas, esa arma será vuestra guía. -A mis espaldas, el arma que me dieron empezó a reaccionar. Lo saqué de la funda y sus extremos empezaron a brillar de color azul, verde, rojo y amarillo. El arma se rompió y cuatro esferas del mismo color salieron disparadas separándose en cuatro direcciones distintas. -Un nuevo camino se ha abierto ante vosotros gracias al valor que habéis demostrado. Dirigíos a las cuatro ubicaciones que se os han revelado y haced gala de vuestro heroísmo. - Ahora cuatro ubicaciones más se encontraban en la piedra guía. Una luz en cada región. 
-¡Vamos Link! 
-Zelda, es tarde, estás helada. Hay que seguir mañana. -Antes de que ella me regañara nos teletransporté al castillo.
-¡Yo estoy bien! Quiero seguir. -tras decirlo bostezó y un hermoso rubor cubrió sus mejillas. 
-Pues no lo parece. Venga, nos bañamos y a dormir, para seguir mañana a tope. 

𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐬𝐮𝐞𝐥𝐭𝐞𝐬 • (𝑻𝒍𝒐𝒛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora