Sol Blanco [JiGyu/GyuZi]

🎻 04

Sol Blanco no volvió a tocar durante otros tres días. Mingyu no podía decirle a nadie, pero su preocupación crecía como el gran astro del cielo, ardiendo a millones de kilómetros sobre Seúl.

-¿Has vuelto a dibujar?- Preguntó Joshua, la noche de un lunes, ingresando en la habitación de su hermano y sentandose sobre la cama.

-Algo así...- Responde el más joven, con el hombro derecho apoyado en el afeizar de la ventana.

Tenía la vista fija en el edificio del frente, la ventana más pequeña, la única apagada. Un hilo rojo conectaba ésa ventana con el edificio vecino. Los pasados días consideró cortar el hilo y dejarse caer otra vez en la desesperanza. Pero no podía hacerlo tan fácil, y sobre todo no era capaz de arrancar esa hermosa música de su corazón.

-¿Esto es un violín?- Joshua tomó una hoja sobre la mesita de luz, el dibujo lo había hecho Mingyu ésa misma tarde.

-¡Damelo!- Protestó Mingyu, quitándolo de sus manos con violencia y guardandolo abajo de la almohada.- No es tan bueno...

-Es mejor que los que te he visto antes. Generalmente dibujas edificios o habitaciones vacías, por eso me parece refrescante ver otra cosa. Los instrumentos musicales son geniales...

-Joshua...- Resopló Mingyu, cansado de la actitud del otro.- ¿Tienes algo que decirme?

-Mamá cree que estás raro los últimos días...- Respondió Joshua sin más preámbulos.- No hablas durante el almuerzo, y ya no mencionas cosas acerca de la rehabilitación ¿Te sientes bien?

-No... No lo estoy.- Mingyu se acuesta de lado en la cama, dandole la espalda.- Pero no quiero contarte lo que me sucede. Vete y déjame sólo...

-Mingyu...

Cualquier cosa que desee decir, no le servía, incluso si eran palabras de consuelo o de ánimo o de enojo o de rabia.

Tan sólo quería ser libre y vivir despreocupado como cualquier adolescente. Pasó mucho tiempo con su propia mente y así fue que desarrolló un escudo impenetrable, forjado de soledad. Hablar abiertamente de sus problemas no era una opción.

A la mañana siguiente, Mingyu tomó la determinación de desatar el hilo que conectaba su ventana con la de Sol Blanco.

Pero cuando se asomó hacia afuera, la pelota había caído y ahora el hilo rojo colgaba de la manija de su ventana como un péndulo.

¿Se habrá caído sola?

Todavía adormilado, Mingyu se posicionó mejor sobre la cama y tiró del hilo rojo para agarrar la pelota.

Debía admitirlo, tenía mucha curiosidad y el corazón le latía casi en las orejas con ilusión renovada cuando abrió la pelota. Dentro halló una notita color amarillo doblada en triángulo. Había algo impreso en ella, con tinta de máquina de escribir y en fuente courier antigua.

Hoy, 14:30 pm.