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Mingyu apoya la mejilla en el suelo frío otra vez, tenía tantas ganas de echarse a llorar.

-Soy un fiasco, Jihoon...

Jihoon chasqueó la lengua muchas veces y lo tomó del brazo, tirando de él sin mucha fuerza.
-Maldición, Mingyu... Discutiremos si eres un fiasco o no, luego que te subas a la silla de ruedas.

-¿Cómo? No puedo moverme...- Se excusó, consiente que comenzaba a ceder.- Lo ideal sería esperar que regrese mi hermano o mi padre.

-A ver...- Jihoon recogió la silla de ruedas y se sentó encima.- Creo que no entiendes la gravedad de la situación ahora mismo, ¿no? Estuve a punto de morir viniendo hasta aquí y ahora mi piel podría empezar a convertirse en un periódico mojado... Tú no me pediste que venga y yo no quería hacerlo, pero vine... porque estaba preocupado de que mueras aquí solo. Ahora mismo no tengo fuerzas o estabilidad mental para ayudarte, necesito que me consigas una caja o algo en lo que pueda esconderme antes que me vuelva loco... ¡Así que pon tus brazos en la maldita barra y levantate de una vez!

Mingyu se lo pensó, éso no podía ser un sueño y si no lo era, Jihoon había salido de su casa por primera vez en años. ¿Qué iba a suceder con él de permanecer allí más tiempo? Seguía temblando e hiperventilando. Ésa decisión podría costarle muy caro.

Sin mediar más palabras, Mingyu tomó una de las barras con sus manos y trepó lentamente, elevando el torso. Hizo fuerza descomunal con los brazos para llegar a la parte vertical de las barras. Sus inútiles y entumecidas piernas ni siquiera servían de apoyo momentáneo. Un instante después, sus brazos llegaron al límite y se derrumbó hacia atrás. Creyó que caería al suelo, pero fue a parar sentado sobre la silla de ruedas.

Otra. Vez. La. Silla. De. Ruedas.

Jihoon estaba parado tras él, sosteniendo los mangos de empuje, pudo sentirlo entretanto se acomodaba mejor sobre el blando asiento.
-¿Donde está tu habitación, Mingyu?- Preguntó. No le impresionó, ni le angustió verle así de vulnerable y roto. Desesperanzado.

En ése momento, al indicarle con un dedo la ubicación de su cuarto, Mingyu cayó en que era el primer amigo que iba a su casa, su primer amigo de verdad.

Oyó a Jihoon contener el aire apenas cruzaron el umbral. Había olvidado que la ventana de su habitación se encontraba abierta de par en par, dejando entrar los últimos pero contundentes rayos de sol. Jihoon corrió hacia la ventana y cerró las cortinas hacia adentro tal y como hizo en el comedor. Se veía tan alarmado, no paraba de sacudirse y temblar.

En ése momento Mingyu tuvo una idea y deslizó su silla de ruedas hacia el armario, lo abrió y empezó a sacar su contenido. Cajas de zapatos, ropa colgada y cuadernos de dibujo, todo fue a parar al suelo.

-No te quedes ahí...- Le dijo a Jihoon, que seguía en el centro de la habitación a punto de colapsar. Por algún motivo el desequilibrio ajeno lo relajaba y ponía su mente en funcionamiento.- ¡Ayudame!

Sol Blanco [JiGyu/GyuZi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora