Sol Blanco [JiGyu/GyuZi]

🎻 20

Media hora después de comunicarle a Joshua lo sucedido, él le avisó a Seokmin, quien se enojó mucho. Él le gritó a Mingyu asumiendo que de alguna manera había obligado a Jihoon a salir de casa, y que puso en riesgo su vida deliberadamente. Mingyu no contestó ésas acusaciones, aceptó todo muy digno y mantuvo la cabeza agachada durante la discusión. Joshua intentó tranquilizar a su novio sin demasiado éxito.

El hermano de Jihoon lo subió en su espalda, lo envolvió con una manta y lo llevó de regreso a casa. Mingyu oyó a su amigo sollozar, no creyó que fuese porque odiaba estar ahí o porque quería ir a casa; sino porque le aterraba volver afuera.

Luego que ambos se marchasen, Joshua le siguió todo el trayecto hasta su habitación con la excusa de ayudarle a organizar el desastre, sin embargo, no dejó de lanzarle una pregunta tras otra sin descanso.

-¿Así que sólo irrumpió en casa? Seokmin me dijo que es peligroso que salga cuando aún hay luz... Menos mal que lo llevó de noche. ¿Viste su cara? ¿Crees que podrá sanar pronto? Debe dolerle... ¿Por qué estaba llorando tanto? Pobrecito, es más pequeño que Seokmin, aunque no se parecen mucho, ¿por qué piensas que sea?... Seokmin me contó que una vez él...

Mingyu cerró la puerta del armario con un fuerte golpe, haciéndolo callar.
-Vete, por favor...- Murmura, de espaldas a él y con un cuaderno de dibujo sobre el regazo.- Quiero estar solo, Joshua...

La zapatilla de Joshua chilló mientras retrocedía.
-Si... Bueno...

Mingyu sabía que lastimó a su hermano; pero en ése momento, ¿quien pensaba en el dolor de Mingyu?

Apenas él se fue, terminó de ordenar el resto de las cosas en el armario. Dentro del mismo halló los guantes negros que Jihoon trajo, los tomó y los guardó uno sobre el otro en el primer cajón de su escritorio. Después guió la silla junto a la cama, su codo lastimado se negó a hacer fuerza al principio, pero aún le quedaba algo de decisión para subirse y recostarse.

Hundió su cuerpo sobre el colchón, permitiéndose divagar en lo que sucedió. Al final, él no logró ponerse en pie por propia voluntad, pensar que pudo hacerlo fue tan ridículo como imposible. Su estupidez no sólo lo expuso al peligro a él, que pudo haberse roto el cráneo; sino también a Jihoon.

Por inercia tocó y acarició sus labios. Estaban tibios, todo el calor se había ido para siempre.

En algún lugar de su mente, uno en donde no entraba la lógica o la tristeza, Mingyu se descubrió aliviado. ¿Cuando habría de tener otra oportunidad? ¿Cuando más iba a ser conveniente? La situación fue tan extraña que su corazón no reaccionó del modo en que suponía tenía que actuar. Pero ahora que caía y repasaba el momento, él se sentía avergonzado e idiota.

¿Qué pensaba Jihoon de él?

Se imaginó a sí mismo viviendo encerrado en un armario, siendo más temor que persona, pero libre por primera vez en su vida. Entonces sonrió.

Tenía razón. ¿Qué importaba si fue intencional o no? En algo estaban de acuerdo: Probablemente no haya existido otra oportunidad más perfecta que ésa.