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Jihoon fue hospitalizado la mañana de su cumpleaños número dieciocho.

Cuando Joshua ingresó en la habitación de Mingyu, él estaba doblando el cartel que dibujó para Jihoon y lo metía en su mochila, junto con otras cosas que preparó el día anterior. No le interrogó acerca de qué planeaba hacer, simplemente fue hacia el armario, lo abrió y sacó una chaqueta abrigada.

-Hace frío...- Explicó, depositando la prenda sobre la cama y sentándose encima del colchón.- Seokmin vendrá a recogernos en media hora...

Mingyu giró el rostro y le vio jugar con una pelota de tenis en miniatura, recién allí notó al mayor ya vestido y peinado para salir.

-Gracias...- Susurró honestamente.- Diré gracias a Seokmin también cuando venga...

-Él lo hace por su hermano...- Joshua sonrió y señaló con la barbilla la mochila que ahora descansaba en el regazo de Mingyu.- ¿Llevas ahí los regalos?

-Si.

Seokmin arribó veinte minutos después, desaliñado y con una clara fatiga en su semblante. Mingyu no tuvo problemas en notar lo triste que estaba, una tristeza ligada a la frustración de no poder hacer nada por su hermano. Analizó cómo sería atravesar una situación así, él también era hermano menor y Joshua le resultaba denso a veces, pero se derrumbaría por completo si algo llegaba a pasarle.

Una de las razones por las que aceptó de buena gana la ayuda ésa vez fue que el ascensor de su edificio ya funcionaba correctamente.
Tuvieron que bajar en dos tramos, ya que no había capacidad suficiente para que tres personas ingresen, de hecho a duras penas lograron que su silla de ruedas quepa en la cabina.

-Hoy por la mañana... Fuimos a saludarlo a su habitación, mi mamá y yo...- Informó de pronto Seokmin, sentado a su izquierda dentro del taxi.- Despertó y empezó a toser mucho, no podía parar... Decidieron hospitalizarlo. Ahora mamá está con él... Ella me obligó a ir al Instituto, pero yo no quería.

Joshua tenía una mano entrelazada con la de su novio. A Mingyu no se le ocurrió qué hacer cuando lo escuchó llorar.

En tan sólo un minuto, todo cambió. La angustia se disparó hacia el cielo gris claro como un cohete.

¡Qué ignorante fue! Pensar que pudo existir la posibilidad de visitar a Jihoon como la vez pasada, que los recibiría en su habitación a oscuras tarareando una canción de los Beatles y haciéndo chistes, lo hizo sentirse muy tonto. Los regalos de cumpleaños en la mochila pesaban ahora diez toneladas.

No sabía si iba a poder verle.

No sabía si Jihoon iba a querer verlo.

Aunque él no era de ésa forma, Jihoon siempre habría aceptado sus regalos, pero le preocupaba. Seokmin seguía llorando y él no quiso mirarlo hasta que arribaron al Hospital Universitario.

Al salir del vehículo y sentarse sobre la silla de ruedas, vio un copo de nieve muy frágil caer sobre su dedo y derretirse al segundo hasta desaparecer.

Sol Blanco [JiGyu/GyuZi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora