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-¡Mi mamá no puede agitarse tanto! - le grito -. Así que no tenías el derecho de hacer que se alterara solo porque ella aún no firmaba tus malditos papeles de divorcio, está enferma y a ti solo te interesa la otra.

Mi papá se muerde la uña del pulgar y me mira desesperado. Conozco esa mirada, me miraba así de pequeña cuando era yo quien tenía la razón y no él, cuando estaba en lo cierto y él en lo malo, cuando mi mamá le pedía atención para la familia pero el prefería irse con sus amigos. Lo recuerdo bien; mi papá solía preguntarme si había algún problema en que saliera de fiesta con sus amigos, y me miraba con desesperación, y yo le decía que sí. Muerdo el interior de mi mejilla, suelo hacer eso cuando recuerdo los malos momentos con cualquier persona pero en especial con mi papá.

-La semana pasada también le llegó un ataque de tos, Alexa - aprieto la mandíbula cuando mi nombre sale de su boca, su repugnante boca -. Llamé a tu mamá, le pregunté si quería que la llevará al doctor y ella dijo que no.

No podía creer lo que estaba escuchando, no podía creer que se atreviera ofrecer ayuda a mi mamá, a su esposa.

-Cuando quieres a alguien ni siquiera le ofreces tu ayuda - digo con los ojos ardiendo -. Solo se la das sin preguntar porque la quieres y porque sabes que la necesita. No es el caso de ustedes dos, tú ya no amas a mi mamá - la voz se me quiebra, pero es la verdad -. Así que, por lo menos limítate a ayudar con el pago del hospital, no esta nada barato.

-Lex, eres mi hija, yo te... - levantó la mano y me muerdo el labio para ahogar el llanto.

-Ya te dije con lo que puedes ayudar.

Me doy media vuelta y entro a la habitación de mi mamá, se encuentra acostada y durmiendo, probablemente la sedaron porque nunca la había visto dormir de una manera tan tranquila desde lo de papá. Me siento en el pequeño sillón que se encuentra del lado izquierdo de la cama. Mi mamá siempre ha dicho que la familia es antes que todo, pero no es el caso de mi papá, para él una tequila y una chica rubia fueron suficiente como para lanzarnos por la ventana. Tuvimos la ventaja de que la casa fuera de mi tía abuela por parte de mi mamá, gracias a eso mi papá fue el que se tuvo que ir. Tal vez pienses que solo se mudó a otra casa pero Jackie, no recuerdo su nombre y no quiero recordarla, lo convenció de irse hasta Portland. Mi papá ni siquiera lo dudó, hizo sus maletas y se fue con ella, nos dejó a mi y a mi mamá demostrando lo poco que eramos para él. El engaño hacia mi mamá me dolió, el embarazo de Jackie me dejó sorprendida por dos semanas pero nada de eso me dolió más que saber que mi papá se había ido... no, nos había abandonado porque ni siquiera se despidió, y eso fue lo que destruyó una parte de mi alma. 

Me llevo una mano a mi mejilla y la siento húmeda, entonces me doy cuenta de mi estado. Estaba llorando pero no como suelo hacer cuando estoy totalmente sola, el que mantuviera el nudo en mi garganta me había hecho llorar un poco, lo suficiente como para aguantar el resto del día hasta que llegará la noche. Dime una chica depresiva si quieres pero estoy dolida y lo causó el hombre en el que más confiaba.

Conny da dos toquesitos en el cristal y sonríe sin ninguna intención de consolarme, se lo agradezco cuando le devuelvo la sonrisa. De manera natural, me alegra verla porque ella sabe bien lo que se siente y sabe que una mirada de lastima, un abrazo o una sonrisa de comprensión es lo peor en estos momentos porque estás decidida a no llorar y simplemente hacen algo de lo anterior y todo se va directo a la mierda. Es la peor sensación del mundo.

-Te traje galletas - dice y abre su bolsa -. Fui a una tienda, se veía muy mexicana y compre varias salsas picantes y unas papitas. La señora me dijo que este dulce era perfecto para levantar el animo - saca un Lucas Pansón y automáticamente se me hace agua la boca.

Deserve better |Jeff AtkinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora