El viernes, a la hora de la salida, le apreté el brazo a Nick y lo obligué a caminar más rápido. Acabábamos de encontrarnos en el estacionamiento de Hawking, donde su motocicleta había dejado de ocupar un lugar desde hacía un tiempo. El cómo él llegaba a la escuela era un misterio que aún no había resuelto, pero suponía que lo llevaban sus padres, porque nunca lo había visto bajando de algún autobús escolar.
—¡Madre mía! —jadeó y se detuvo cuando torcimos en una esquina. Agotado, se dobló y apoyó las manos en sus rodillas.
—¡Date prisa, Nick, date prisa! —insistí tras echar una miradita hacia nuestro persecutor.
—Voy a terminar muerto por tu culpa un día de estos, compañera. ¡Huyendo de un oso de peluche gigante! Estas sí que son aventuras extrañas.
—Cállate y vamos, que no es del oso del que huimos.
—¿No? —insistió, irguiéndose y dándome una mirada de ojos entornados.
—No. Huimos de Evan —susurré, acalorada—. Vámonos antes de que nos alcance, anda.
Pellizqué la tela de su sudadera y señalé el camino, él exhaló de forma ruidosa.
—Bueno, bueno, vamos.
Atrapó mi mano entre la suya y comenzó a correr a toda prisa, arrastrándome consigo. Doblamos en la siguiente esquina y luego en la que encontramos después. Me dolía el costado izquierdo del estómago luego de la carrera que habíamos pegado, pero al menos perdimos a Evan de vista. Esperaba que él no fuera a la tienda de los Donelly a buscarme, después de todo le había dicho que hoy no trabajaba, lo cual no era verdad.
Tratando de recuperar la respiración, nos apoyamos en la barda de una de las casas y me llevé las manos al pecho. La sangre me zumbaba en los oídos.
—Evan es tu ex, ¿verdad?
Le miré de reojo, sus ojos grises estaban puestos en mí. Asentí.
—Sí —respiré por la boca, sentía que me ahogaba—. Salimos hace un tiempo.
—Sí, recuerdo haberlos visto juntos alguna vez. —Nick volvió a doblarse por la mitad, poniéndose las manos en las rodillas—. ¿Por qué terminaron?
Inhalando con dificultad, contemplé la calle que teníamos en frente y el cielo de un pálido gris sobre nuestras cabezas. Además de Gwen, mi prima Maya y mi mamá, nunca había hablado mucho con los otros sobre esa ruptura.
—Él terminó conmigo —confesé, y noté poco a poco cómo mi corazón, respiración y pulso comenzaban a normalizarse.
—¿En serio? —preguntó desconcertado—. Pero si parece tan... —Arrugó la cara—. Va detrás de ti cada que puede, ¿por qué rompió contigo, entonces? Pensaba que tú lo habías mandado a volar y él estaba tratando de recuperarte ahora.
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Contra dragones y quimeras
Teen FictionSaskia está decidida a conocer a su padre durante el verano, pero antes tendrá que sortear algunos obstáculos: convencer a su madre, sobrevivir a su último año de instituto y ahorrar para un boleto de avión. *** Saskia puede enumerar cinco cosas sob...