Capítulo 40 (último) ▶ Los tesoros del Capitán

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El Capitán Thomas Charles Whitaker murió pacíficamente durante la madrugada

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El Capitán Thomas Charles Whitaker murió pacíficamente durante la madrugada. Sin hacer ruido alguno y sin ninguna señal que indicara haber padecido dolor, su corazón se detuvo. Se fue a dormir abrazando la fotografía de su amada Arabella contra el pecho y sus acuosos ojos azules no se abrieron nunca más en este mundo.

Cuando Nick y Tanner fueron en la mañana a visitarle, encontraron a la señora Boyle, una vecina del Capitán, rondando la casa con preocupación. Le preguntaron qué ocurría y ella les respondió que hacía rato que estaba llamando a la puerta, puesto que deseaba entregarle al anciano la tarta de fresas que había horneado para él, pero nadie la recibía. El viejo Impala del Capitán seguía estacionado en su lugar habitual y otro vecino aseguró que no le había visto salir desde el día anterior en que Nick y yo le visitamos por la tarde, de modo que todos temían lo peor.

Y tenían razón en temerlo.

Llamaron a las autoridades y ellos se encargaron de abrir la puerta. Al entrar, lo encontraron en su habitación, recostado en su cama.

—Parecía que solo estaba durmiendo —aseguró Nick más tarde, sus ojos estaban irritados y había rastro de lágrimas en su cara, pero no era el único que había llorado—. Solo estaba ahí tendido, con una inexplicable expresión de tranquilidad en el rostro, pero ya no respiraba. Se había ido... él se fue.

Y lloramos. Las lágrimas fluyeron silenciosas por el buen amigo que perdimos en mitad de ese verano. El Capitán nos había dado más de lo que cualquiera se pudiera imaginar, y no solo a nosotros dos. Nunca sería capaz de explicar con palabras cuán agradecida y afortunada me sentía de haber podido conocerle.

Los adultos se pusieron en movimiento enseguida. La señora Boyle le llamó a los hijos del Capitán para darles la mala noticia, dos de ellos atendieron y aseguraron que se lo harían saber al que restaba. También prometieron llegar a la ciudad lo más pronto posible. En esta ocasión, todos cumplieron su palabra.

El funeral del Capitán Whitaker se llevó a cabo con los honores  militares que le correspondían dado el servicio que prestó al país mientras estuvo activo en la milicia.

Miembros de las Fuerzas Armadas fueron su guardia de honor, un representante entregó a los hijos del Capitán la bandera en distinción a su fallecido padre y un miembro del servicio realizó la interpretación musical de "Taps" con la corneta en el cementerio donde nos reunimos para despedir al Capitán.

Varios vecinos del anciano asistieron al evento, incluyendo a los Donelly. Gwen, Frank, Nick, Tanner y sus respectivas familias también se hallaban allí. Un viejo compañero del Capitán compartió memorias de sus días de servicio y uno de sus hijos, el mayor, ofreció un discurso que, si bien podía ser calificado de conmovedor, me hizo preguntarme cómo alguien podía ser por completo sincero al decir que "extrañaría al gran hombre que el mundo acababa de perder" cuando él hacía mucho que lo había abandonado. El Capitán estuvo aquí todo el tiempo, cada minuto, y él nunca le hizo saber que lo quería hasta que lo supo en un féretro.

Contra dragones y quimerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora