—No, no, no. ¡No!
Sacudí la cabeza con violencia mientras lo miraba y retrocedía sin pensar bien en lo que hacía.
—Kia...
Mi espalda chocó contra la puerta.
—¡No, tú no tienes derecho a llamarme así! —rugí y lo señalé con enojo. El farsante apretó los labios y me enseñó las palmas de las manos.
Mi mentón tembló y pensé que estaba a punto de echarme a llorar.
¿Qué diablos estaba mal con mamá? ¿Cómo podía hacerme esto de nuevo?
—¿Puedes escuchar lo que tengo para decir, Saskia? ¿Por favor? —me preguntó, dando pasos cautelosos hacia mí.
Volví a sacudir la cabeza. Sin darle la espalda, alcancé el pomo de la puerta y me aferré al metal entre mis dedos mientras seguía allí.
—No, no. No quiero oír más de las mentiras que mi madre te paga para que me cuentes. Ella sabía que yo venía en camino y de algún modo consiguió hacer esto... —dije, señalando la habitación y a él—. Te trajo aquí porque no tolera la idea de dejarme saber la verdad.
Su frente se arrugó y sus labios formaron una línea dura. Bajó la mirada al instante siguiente mientras metía la mano en el bolsillo trasero del pantalón. Sacó su billetera y, mientras parecía buscar algo allí, dijo lo siguiente:
—Mi nombre es Kendall Strauss, Saskia. No mentí sobre ello. —Sacó unas identificaciones y las extendió hacia mí—. Puedes comprobarlo por ti misma.
Lo miré a los ojos. Esos ojos suyos de un claro tono marrón que eran tan parecidos a los míos. En su momento, creí que la semejanza se debía a los genes que compartíamos.
Él hizo un ademán con lo que tenía en la mano, insistiendo en que lo tomara. Sin pensarlo más, solté el pomo de la puerta y avancé hacia él. Acepté lo que me ofrecía y observé dos identificaciones oficiales en las que aparecía su fotografía. Tanto la cédula de identidad como la licencia de conducir aseguraban que su nombre, en efecto, era Kendall Strauss.
Levanté la mirada, él enarcó una ceja como diciéndome "¿Lo ves?" y yo le devolví ambas identificaciones.
—Las falsificaciones no son difíciles de conseguir —murmuré con amargura.
—Chica lista. No esperaba menos de ti —dijo y me guiñó un ojo antes de dar media vuelta para ir a oprimir un botón en el teléfono del escritorio.
Lo observé con ojos entrecerrados.
—¿Sí? —respondió una voz femenina a través del aparato.
—Aurora, por favor reúne a todo el personal que se encuentre en el casino en este momento y pídeles que vengan a mi oficina.
—Por supuesto.
—Gracias —murmuró antes de liberar el botón y mirarme.
Enarqué ambas cejas y crucé los brazos sobre mi pecho.
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Contra dragones y quimeras
Teen FictionSaskia está decidida a conocer a su padre durante el verano, pero antes tendrá que sortear algunos obstáculos: convencer a su madre, sobrevivir a su último año de instituto y ahorrar para un boleto de avión. *** Saskia puede enumerar cinco cosas sob...