Uno

1K 118 37
                                    

Odio el maldito tráfico mañanero. Las personas usualmente desde las seis de la mañana empiezan a salir de casa para ir a sus respectivos empleos y llega una determinada hora en donde las calles se llenan a una magnitud horrorosa y hace que mi cabeza quiera explotar. Me dirigía hacia mi trabajo, mi jefe me había citado temprano para hablar conmigo y no podía llegar tarde. Le di un golpe al volante y toqué el claxon por décima vez, el conductor de adelante no tenía la culpa, pero tampoco avanzaba cuando era su turno.

Todos eran unos idiotas.

Alcé la vista y me percaté que el mismo conductor alzó su dedo de en medio insultándome, así que le hice lo mismo.

¿Qué se creía?

Los autos por fin empezaron a moverse y cambié de carril aún más enfadado, me acerqué un poco a él y bajé mi cristal.

—Deja de estorbar, imbécil.

Lo único que gané fue otro insulto con la bocina pero ya iba lejos, no había esperado una respuesta siquiera.

Llegué al edificio y entré como lo hacía normalmente, yo era alguien importante aquí así que no podían pedirme mi identificación tan seguido como le hacían a algunos. Fui directo a la oficina de Erick y lo encontré sentado leyendo unas hojas, me senté en la silla de en frente y lo miré con seriedad.

–Buenos días Iero.

–¿Para qué me necesitas?

–Tranquilo muchacho, aún estamos empezando el día.

Rodé los ojos me crucé de brazos, Erick tiene la edad de mi padre, cincuenta y cuatro años. Para ser alguien adulto era muy cordial y amable. No lo odiaba pero tampoco es como que me agrade mucho. Lo soportaba porque es mi jefe.

–Lo siento pero hoy estoy muy ocupado y tengo que releer el nuevo caso, hay más de tres víctimas involucradas, y aún debo llenar informes.

–De eso te quería hablar.

–Dime.

–Siempre has trabajado solo, la mayoría de veces has dado al blanco en dichos casos importantes y es algo digno de reconocer.

Asentí y repetí lo que acababa de decir hace unos segundos.

Trabajar solo.

Ya sabía que se aproximaba.

–No Erick, no necesito a alguien conmigo para esto.

–Frank, deja que termine de hablar por favor.

Lo miré entrecerrando los ojos y volví a asentir.

–Cómo te decía, tu trabajo siempre ha sido impecable y por ende estás donde estás. El caso es que hay un chico de New Jersey y hace poco entró a trabajar como investigador, en lo que laboras.

Miré hacia el techo y mordí mi lengua para no decirle que era un estúpido. Yo no sólo me dedicaba a "investigar".

–Ajá.

–Bueno, ha pedido un cambio para acá y he visto su perfil. Tiene lo necesario para llegar y comenzar al instante, así que sí, será tu compañero.

Negué.

–No y discúlpame, éste caso no es tan diferente a los demás así que no necesito que un mocoso venga y quiera decirme qué es lo que voy a hacer.

–Creo que no me entiendes Frank, no será tu jefe. Al contrario, quiero que lo asesores. Tampoco es un niño así que no te será difícil.

–¿No hay otra persona? ¿qué hay de Vicent?

ColdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora