Veintiocho

797 91 104
                                    

Aviso: Este capítulo contiene párrafos explícitos escritos con índole sexual, se recomienda discreción.

◇◇◇

Llegué antes a mi casa, traté de aprovechar para arreglar un poco el lugar. Lo había descuidado un poco y eso que la mayor parte del tiempo lo pasaba aquí. Preparé lo necesario, me puse a asear, nunca antes había barrido y trapeado tan tarde. Se sentía demasiado extraño por la hora y también no sabía si lo había hecho bien. Sólo hasta que sentí que la casa tenía un buen aroma me detuve.

Subí y fui a mi habitación para buscar una nueva mudada de ropa, me quité la que tenía y me metí a bañar, el agua que caía a chorros en mi cabeza, hombros y espalda estaba a una alta temperatura, el ambiente de afuera no era el más cálido que digamos.

Cuando cerré la llave me sequé con la toalla que había metido y me puse un bóxer que se pegaba un poco a mi miembro. Caminé hacia mi cama que es donde había dejado mi ropa y empecé a vestirme, la tela se amoldaba bien a mi cuerpo, no tan ajustado que era cómo me gustaba y tan poco tan suelto. Lo normal. Era una playera manga larga negra, unos pantalones sueltos que parecían una pijama pero en realidad no lo era, sólo estaba viejos y gastados. Pasé la misma toalla por mi cabeza secando mi cabello, no me peinaría, de hecho casi no lo hacía así que lo dejé así. Dejé la ropa en el cesto donde se encontraba la sucia y bajé a la cocina, agarré una manzana del frutero, comencé a devorarla. 

Si el tiempo estaba como creía, Gerard llegaría en unos minutos, así que me apresuré a comer y después me lavé las manos. La verdad no sabía que iba a hacer, ¿ver una película? ¿ir a cenar?

Sólo quería tenerlo conmigo, pasar el rato con él.

Cuando tocaron la puerta me levanté para abrirla, había llegado. Tenía la nariz levemente roja y una bufanda le cubría la boca, entonces tuve un pequeño flashback porque ya lo había visto así una vez, sólo que con diferente color de cabello y sonreí nostálgico. Era impresionante como las cosas podían cambiar de un tiempo para otro, podía cambiar radicalmente.   

—Buenas noches Frankie. 

Entró y plantó un beso en mis labios. Se sentían suaves y fríos por la temperatura. Hizo que algo en mi se volcara.

—Que exagerado eres —dije y cerré.

Gerard se sentó en el sofá y se quitó la bufanda junto con el suéter. Rió mientras me daba una mirada pícara.

—Me gusta lucir mi ropa.

—Ya lo sé.

Me senté a su lado y rápidamente puso sus piernas sobre las mías. 

—No te despediste.

Ladeé la cabeza y de un momento a otro se sentó a horcajadas en mi con un puchero en su boca.

—Lo siento.

—Me debes algo.

—¿Ah si?

—Sí, por malentender las cosas y por abandonarme.

—Tú también me abandonaste. Muchos días.

—¿Estamos a mano?

Negué y lo besé.

Subí mis manos hasta su cintura y lo acerqué más a mi cómo si fuera posible. El hizo lo mismo de siempre, entonces el beso comenzó a subir de tono, fue pasando de un beso juguetón a uno más salvaje y caliente. Por lo menos yo me comenzaba a sentir así.

Gerard pareció sentir lo mismo y comenzó a moverse encima de mi entrepierna. Jadeé por la acción y él soltó un gemido agudo, fue lo suficiente para ponerme.

ColdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora