No había parado de escribir durante una jodida hora, una hora trabajando, una hora desperdiciando hojas, una hora corrigiendo. Me estaba volviendo loco. Algunos compañeros ya se habían ido a casa y yo no podía levantarme de la maldita silla hasta terminar mi reporte.
Vicent se acercó y puso una mano en mi hombro, me tensé todavía más.
-Hey, ya son las ocho.
-Lo sé.
-Creo que deberías dejarlo hasta aquí, tu compañero llega mañana ¿o quieres dejarlo sin trabajo?
-Entre menos me estorbe mejor.
Hice una nueva línea y el lapicero dejó de servir, se le había agotado la tinta.
-Mierda.
Con mi pulgar partí el lapicero inservible en dos y lo arrojé con molestia al cesto de basura que tenía a un lado. Vicent seguía con su mano en mi y me removí un poco, leía una parte de lo que tenía en mi, quizás, última hoja de hoy.
-¿Aún no saben quién...?
-Hay cinco posibles culpables.
-Están detenidos -dijo preguntando pero sonó más a afirmación.
Asentí y me estiré en el asiento. Vicent agarró una silla y se sentó conmigo, saqué mi teléfono y revisé unos emails que me habían llegado hace unas horas pero no tenía tiempo para abrirlos.
-Ya me pagaron.
-Genial, te toca invitar las cervezas.
Sonreí y comencé a guardar los documentos en una carpeta para después meterlos a un sobre. Tenía desordenadas mis cosas en el escritorio así que traté de acomodar un poco el lugar.
-Tu esposa te va a matar.
-Kelsey podría venir con nosotros.
-¿Quieres que haga el puto mal tercio?
-Te voy a lavar la boca con jabón, grosero.
Sonreí y me levanté.
-Supongo que iremos en mi auto.
Manejé hasta la casa de Vicent para ir a recoger a Kelsey, ella también me agradaba, en realidad eran pocas personas las que lo hacían así que no tuve problema en esperarla mientras se cambiaba. También pasé a sacar un poco de dinero del cajero y tuve que comprar una bebida energética ya que hubo un momento en el que me empecé a caer del sueño. Quería sacar de mi mente un rato el asesinato de aquellas personas, llevaba días en lo mismo sin gran avance y me enojaba.
Había un bar que era tipo discoteca, me detuve un poco cerca de la entrada y estacioné el auto. Los dos salieron y caminé detrás de ellos. Metí las manos en mis bolsillos y sentí la brisa fría de la calle entrar por las aberturas de mi pantalón. Agradecí haber traído una chaqueta pero en cuanto entré al lugar maldije. El olor de alcohol, sexo, y el acumulamiento de personas sudadas hizo que me sintiera un poco sofocado. Me acerqué a los chicos y les dije que iría por algo de beber.
-Bien, estaremos en la pista un rato -gritó él y Kelsey sonrió. Estaban tomados de la mano y se veían felices.
-Cambia esa cara Frank.
-Cállate Kels.
Caminé y me hice espacio entre las personas para poder sentarme en la barra. La mayoría de las personas que estaban cerca de mi eran un poco más chicos, no digo que sea el gran adulto, hace poco cumplí veintisiete, pero estaba seguro que era mucho más consciente estando ebrio que ellos.
Me causaron náuseas.
-Dame un tequila.
El barman asintió y buscó un "caballito" para servirme lo que le había pedido. Pasé una mano entre mi cabello y lo desordené, bajé el cierre de la chaqueta y lo agité un poco para refrescarme. Cuando me lo entregó lo terminé de un trago y aún quemándome la garganta pedí otro. Volteé porque me dijo que me atendería en unos minutos, busqué con la mirada a mi amigo y lo encontré bailando, soltando carcajadas mientras su esposa le decía algo al oído.
Rasqué mi nariz y sentí que una mano se posó delicadamente en mi pierna, alcé la vista y una chica de cabello castaño me miraba con una sonrisa coqueta.
-Hola.
Su voz era suave y dulce, cómo su cara en general. Sus ojos eran de un color canela y expresivos, sus labios eran grandes y ese color rojo intenso que traía encima hizo que los deseara un poco.
-Hola -contesté demasiado serio.
-¿Vienes solo?
-Si.
-¿Y no quieres compañía?
El barman me dio el segundo shot y lo tomé como de ese rato. Le pagué y pasé mi mano por la cintura de la chica. La llevé a los baños y en el transcurso me iba besando el cuello, no sabía tan mal, era como una mezcla de tabaco y menta el olor que emanaba de ella. Nos metí a un cubículo (de hombres) y bajé la tapa para sentarme. Ella se sentó en mis piernas y le devoré la boca como si no hubiese un fin.
-¿Cuántos años tienes? -pregunté entre jadeos y ella soltó un gemido muy agudo.
Me puso al instante.
-Veinticinco.
-Genial, quiero que grites mi nombre.
-¿Cómo te llamas?
-Frank.
La castaña comenzó a desabrochar el botón de mi pantalón. Me sentía cada vez más excitado con cada minuto que pasaba con ella. El éxtasis del momento hacía que quisiera arrancarle la ropa. Lentamente le fui subiendo el vestido, le quité el sostén y pude admirar esos enormes pechos, quería enterrarme ahí y en ella en general. Entré los besos ella empezó a frotarme suavemente. Le jalé un poco el cabello para separarme. Con seguridad se agachó quedando en cuclillas, sacó mi miembro y se relamió los labios. Me miró a los ojos mientras me sostenía pero no veía que hiciera algo.
-¿Qué?-le pregunte.
Es cuando introdujo mi miembro en su boca y solté un jadeo grave, un poco alto. Sentí su lengua rodear toda la cabeza y la la frotó en sus mejillas. Era un calor placentero. Veía como lo metía y sacaba de su boca, como lo lubricaba con su saliva y como se la tragaba toda. Cerré los ojos de placer cuando me colocó el condón que le entregué. Ya había pasado un rato y ella se levantó, me bajó el pantalón hasta las rodillas, se quito las bragas y se fue sentando lentamente en mis piernas acostumbrándose al tamaño.
-Ah...
Le agarré la cadera y ella me sostuvo de los hombros, me besó como antes.
Empezamos a tener sexo, comenzamos con un ritmo lento y poco a poco le fuimos subiendo la velocidad. Me pidió un descanso, pero no soporté tanto tiempo. La levanté conmigo y empecé con las embestidas más fuertes, en su cara se reflejaba lo bien que lo estaba pasando y yo lo único que quería era terminar con lo que habíamos empezado porque ya me quería ir. Le advertí que no me dejara chupetones.
Seguramente los que entraban nos escucharían con claridad, pero no me importaba. Di otras estocadas más y ella enterró sus uñas en mi chaqueta.
-¡Frank!
Y es ahí dónde alcanzamos el orgasmo.
Me senté con ella otra vez e hice mi cabeza hacia atrás. No había sido tan bueno como otras veces pero algo es algo. Tiré el condón usado y me arreglé la ropa. Me acomodé el cinturón y salí a lavarme la cara.
Ella también salió y la vi a través del espejo.
-Gracias.
Abrí la puerta y caminé fuera del lugar, revisé la hora, las dos de la mañana y no vi rastros de con quien había llegado. Fui a mi auto y me metí, mi cabeza empezó a doler así que me recosté un poco. Alguien tocó la ventana y vi que era mi amigo. Dejó a Kelsey en los asientos traseros ya que estaba algo ebria y sólo colgaba de su cuello. Cuando terminó de acomodarla se subió adelante y conduje a su casa.
-Apestas a sexo.
-Tuve una buena noche.
-Dime que lo pensaste.
-Claro, no cogería con riesgo a contraer algo.
Asintió y me estacioné. No tenía que cuidarme tanto, yo sabía lo que hacía con mi vida. Una vez los dejé en su casa conduje a la mía, no alcancé a llegar a mi cama, me tiré en el sofá. Sólo me quité las botas y subí mis piernas tratando de acomodarme. No estaba ebrio pero si cansado, fue una mierda de noche.
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Cold
ФанфикFrank es un tipo duro, tan indiferente que llega al punto de aparentar no tener sentimientos. Al trabajar como policía forense no se permite mucho el contacto con otras personas, es muy cerrado al mundo y vive de constantes luchas contra el pasado a...