Descansaba mi cara en la almohada que se encontraba fría, sólo estaba ahí sin hacer nada mientras las cobijas me cubrían hasta los hombros. Tenía las manos a los costados y mi respiración era lenta.
Hoy sería un día largo.
Revisé la hora en el reloj que no me había quitado desde ayer. Me levanté y arrastré los pies hasta el baño, me lavé los dientes y la cara. Cuando salí saqué del armario otra ropa, la que traía era bastante cómoda pero no estaba en condiciones como para salir.
Me puse una playera cuello de tortuga ya que me dolía un poco la garganta y fui a la cocina, eran a penas las siete y algo de la mañana. Desayuné y me hice tonto un rato. Escuché que tocaron la puerta, sólo una vez sonó el timbre así que me extrañé.
¿Quién venía a ésta hora?
Cuando abrí me encontré con una persona, estaba muy abrigado por lo cual sólo se veían sus ojos. Unos ojos claros, verdes especialmente.
Fruncí el ceño y bajó la bufanda para mostrarme una sonrisa. Yo conocía esa sonrisa.
—¿Gerard?
—Hola, ¿puedo pasar?
Asentí confundido y me hice a un lado para que entrara.
Se quedó cerca del sofá y le dije que se sentara. El gorro que traía le cubría la cabeza por completo, por eso no pude reconocerlo, porque en ningún momento vi su cabellera rojiza.
—¿Cómo estás?
—Bien —dije encogiéndome de hombros.
—Me alegra escuchar eso.
—¿A qué vienes?
—¿Quería visitarte? La verdad es que ha pasado casi dos días y ya te extraño, extraño que me traten mal -dijo riendo y luego negó. -Vicent es muy amable ¿sabes? Y vaya que se nota la falta de tu presencia
Hice una mueca y no entendí si lo decía de juego.
—¿Gracias?
Gerard soltó una risita y fruncí la boca, el sonido que había emitido había sido muy agudo.
—¿Ya desayunaste?
—Ya, ¿tu no deberías estar trabajando?
—Voy a ir en la tarde.
—Escucha, no es por ser descortés ni nada, es sólo que voy a salir...
—¿Ahora? ¿a dónde irás?
Me rasqué la nuca y miré hacia otro lado. No quería decirle.
—Es personal.
—Entiendo.
Gerard se levantó y me dio esa mirada que tanto odio.
Me tragué mis insultos, sólo sería otra cosa de la que me arrepentiré. Estas cosas en mi cabeza nunca tenían mucho sentido pero después de todo no era responsable con mis acciones.
—¿Quieres venir?
El pelirrojo se mordió el labio inferior para evitar sonreír y asintió.
Agarré mis llaves y cuando cerré dejé con seguro. Al subir al auto me puse el cinturón y evité mis nervios. Conduje a una florería y en todo ese transcurso nadie dijo nada. Estaba bien.
—Oye Frank.
—Que.
—Es un lindo día, ¿no?
Gerard me sonrió mostrando esos dientes cuadrados y pequeños que eran extremadamente blancos. Asentí y abrí la puerta.
—Ahora vuelvo.
Me acerqué a la señora que estaba con un atomizador regando las flores, carraspeé para que me hiciera caso y volteó.
—¿Te puedo ayudar en algo?
—¿Tiene margaritas?
—Claro, sígueme.
Me mostró unas realmente lindas y no pude evitar sonreír con nostalgia, hace tiempo no lo hacía y sentí un cosquilleo extraño en la cara. Sentí mis ojos llenarse de lágrimas así que miré hacia otro lado en lo que la vendedora me daba el cambio. Por suerte no derramé ni una.
—Toma, esta es la rosa más bella que encontré hoy. Te la obsequio.
No supe que decir, ella tenía la razón y yo me sentí ¿Halagado?
Sea como sea había quedado una buena combinación.
—Muchas gracias.
—A ti, cielo, ten un buen día.
—Igualmente.
Agarré el ramo y caminé de regreso al auto. Subí y vi Gerard admirar lo que había compré.
—Te debieron costar caro.
—No realmente.
—¿Y qué harás con ellas?
Tragué en seco y agarré el volante con fuerza.
—Las llevaré al cementerio.
No dijo nada más y lo agradecí profundamente.
Al llegar bajamos y lo guié a una tumba, era una pequeña cama de mármol, había una cruz y en ella estaban escritas en letra cursiva y doradas el nombre y fechas. Me acerqué con cuidado y vi aquel florero que había dejado con mi papá hace tres años. Quité las cenizas de flores y le dije a Gerard que me esperara ahí, iría a lavarlo y ponerle agua.
Cuando regresé él estaba sentado en la tumba acariciando la cruz. Pasé a un lado para dejar el florero en su lugar y se levantó rápidamente.
—Lo siento.
—¿Por qué?
Coloqué las margaritas y al centro puse la rosa, mi madre las amaba.
Ocupé el lugar donde se había sentado y lo miré hacia arriba.
—Uh, bueno...
Las palabras quedaron en el aire y convencido palmeé el lugar a un lado de mi. Gerard dudó en sentarse pero al final lo hizo sin pegarse tanto a mi.
—Gerard, te presento a mi mamá.
El pelirrojo volvió a mirar la cruz y yo a él directamente. Sus ojos se empañaron, se quitó el gorro de lana y lo dejó en sus piernas.
—Mucho gusto, Linda.
Y entonces sentí mis mejillas húmedas.
¿En qué momento había comenzado a llorar también?
Suspiré y entrelacé mis manos mientras veía el suelo. Acaricié mis vendas. El silencio del ambiente era diferente, no sabría cómo explicarlo pero me sentía cómodo con Gerard a mi lado.
Me permití ser vulnerable esta vez y por unos segundos.
—¿Quieres ir a comer algo?
—Sí, está bien.
Asentí y sequé todo rastro de agua. Por último acaricié la tumba fría y lo miré directamente.
—Gerard.
—Dime.
—Gracias.
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Cold
FanfictionFrank es un tipo duro, tan indiferente que llega al punto de aparentar no tener sentimientos. Al trabajar como policía forense no se permite mucho el contacto con otras personas, es muy cerrado al mundo y vive de constantes luchas contra el pasado a...