Seis

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—Vicent.

El rubio estaba escribiendo en su computadora.

—Vicent —repetí y ni se inmutó. —¡Vicent!

—¿Qué quieres? Estoy un poco ocupado Frank, por no decir mucho.

Lo miré fastidiado y rodé los ojos.

—¿Es verdad lo del secuestro?

—¿Lo de los adolescentes?

—Sí.

—Oh, si. Hace un día lo reportaron.

Asentí y volví a mi lugar.

Revisé una página web para reproducir un vídeo. Era sobre una amenaza a Alek, de uno de los sospechosos. No habían pruebas suficientes pero estaba más que claro que era la voz de Walter, un sospechoso. Era su asquerosa voz. Traté de encontrar más pero me fue un poco imposible. Me frustre.


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—¿Me das fuego? —preguntó alguien a lado de mi.

Volteé y lo miré de pies a cabeza.

Gerard me tendió su cigarrillo y no tuve más opción que abrir el encendedor.

—¿Sabías que eso mata?

—¿Tu lo sabes? —reprochó.

—Bien dicho.

Volví la vista al frente y solté el humo. No era que tuviese un vicio sino que cuando me sentía aburrido me fumaba uno, además no era a diario.

Gerard se recargó también en la pared y suspiró.

—Creo que estamos más cerca, en poco tiempo sabremos quien fue. Ya se redujeron a tres sospechosos.

—Genial.

—¿Qué harás más tarde?

—Nada, seguir aquí. No sé.

Ahora si no tenía nada en mente, ¿Qué hacía ahora?

No quería hablar más con él, me preguntaría más cosas como aquel día y no sabría si me iba a quedar callado. Había estado evitándolo un tiempo, quería seguir charlando conmigo pero yo no estaba cómodo. Justo ahora me quería ir pero mis pies no cedían, tuve que apretar los puños.

Tiré el cigarrillo y lo pisé. Era suficiente.

—¿Tienes hermanos?

—No.

—¿Pareja?

—No.

—¿Mascotas?

—¿Quieres callarte?

El pelirrojo asintió y se mordió el labio inferior.

—Lo siento, yo...

—No, no tengo pareja. ¿Acaso crees que alguien me querría? Todos me odian —dije sin importancia. Porque eso era, no me interesaba eso en absoluto.

—No te odian.

—Claro que si, ¿tu no odiarías a alguien que te llama idiota todos los días?

—Depende, ¿soy un idiota?

—Un estúpido, tal vez.

—Auch.

Se llevó una mano al pecho y fingió indignación, yo sólo me quedé igual. No hice ninguna reacción.

ColdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora