Mark Tomlinson y su esposa Jay estaban desesperados, por ello en cuanto tuvieron una salida, cedieron a su único hijo, un frágil niño de ocho años, con hermosos ojos azules y pelo castaño a un comerciante que les prometió encontrarle una buena casa.Sin embargo, estos no sabían que el alfa no era un comerciante de comestibles como les hizo creer, sino que traficaba con omega y gammas, así que el niño ojiazul fue vendido.
Su nuevo hogar durante los primeros años fue en una granja con mucho terreno donde fue feliz a pesar de trabajar muy duro pues amaba el campo, al igual que los otros empleados.
El pequeño resultó muy trabajador y se ganó muy rápido la confianza de sus dueños pero al llegar a la adolescencia, su increíble belleza le trajo serios problemas.
Un día, un alfa muy rico y amigo de su dueño se encaprichó de él y tras mucho insistir se lo acabó comprando, entonces lo llevó a su casona, a unos pocos kilómetros de la granja.
Louis muy triste tuvo que dejar aquel lugar en el que a pesar de todo había vivido contento y cuando el lujoso automóvil del alfa se detuvo, vio que en el nuevo hogar no había terreno que cultivar, ni tampoco alimentos que recolectar, por lo que se preocupó.
...—Señor, ¿Qué se supone que haré aquí?—preguntó con un nudo en la garganta.
-Camina, mis hijas te esperan- le dijo su nuevo dueño.
El adolescente bajó del coche algo asustado, ya que allí no conocía a nadie, aún así entró seguido de su del viejo alfa a la casona, la cual en su interior se veía más grande y lujosa.
Al rato, estos vieron bajar corriendo por las escaleras, a cuatro preciosas omega con un olor muy dulce y todas muy risueñas y cantarinas.
-¡Hola papi!, ¡que bien que ya llegaste!, ¿Éste es nuestro nuevo sirviente?- preguntó emocionada una de las muchachas.
-Si querida, Louis os servirá en lo que necesiteis- dijo el alfa muy sonriente, recibiendo un beso de cada una de sus hijas.
—¡Gracias papaito!, Que lindo eres por regalarnos un sirviente para nosotras solas—habló otra de ellas.
—¡Este es el mejor regalo del mundo!—exclamó la más joven.
Servir a las lindas omegas le era duro pues eran muy caprichosas e impacientes, aunque también tenían muchos momentos amables, en los que enseñaron a Louis a leer y también a escribir.
Con el pasar de los años, el chico se acostumbró a su nueva vida y vivió muy contento también en esa casona, a pesar de extrañar el campo.
El tiempo pasó y las muchachas fueron creciendo al igual que él y una a una se casaron y se fueron yendo a sus nuevas vidas, así que cuando ya no fue necesario, el viejo alfa lo volvió a vender.
Con diecisiete años, Louis fue comprado de nuevo por una mujer alfa, la cual era dueña de un pequeño hotel en la cuidad y allí este tuvo que encargarse de llevar y traer las maletas de los clientes, también limpiar las habitaciones y los dos salones de fiestas.
La dueña lo trataba bien pero tenía un hermano también alfa, que era cruel y además su olor era realmente nauseabundo, al igual que su proceder.
Este decía que odiaba a los omega hombre por ser más débiles y mezquinos y presumía de solo meter en su cama a mujeres omega pero la realidad era que deseaba fervientemente a Louis.
Debido al enfado que tenía con sus padres, por haberlo separado de ellos y condenarlo a una vida de servidumbre, el ojiazul desarrolló un carácter reacio y preventivo, el cual salía a flote cada vez que lo trataban mal, que casi siempre resultaba ser el hermano de su dueña pues quería dominarlo y propasarse cada vez que tenía oportunidad.
Louis no se dejó avasallar y se resistió sin callarse pues ese hombre sacaba lo peor de él, aunque varias veces acabó golpeado por no someterse a la voluntad de este.
El ojiazul solo quería hacer bien su trabajo y que aquel alfa lo dejase en paz pero no tenía a donde ir, por ello pasó un año bajo golpes y abusos del maltratador alfa.
Una tarde, en la que Louis ordenaba uno de los cuartos de los últimos huéspedes que se habían ido, éste entró botella en mano muy sigiloso e intentó manosearlo.
El ojiazul luchó con todas sus fuerzas pero finalmente este le propinó un mal golpe y cayó al suelo golpeándose en la cabeza.
...-¡Louis levántate maldita sea!- gritó el alfa muy molesto.
El muchacho permaneció inmóvil e inconsciente en el suelo pero entonces su dueña llegó y vio lo ocurrido.
-¿Qué has hecho, hermano?, ¿lo has matado?...¡oh vaya pobre chico!, ¡Eres un idiota y sabía que finalmente me meterías en algún lío!.
-Hermana..yo..yo... es que es un insolente...un arrogante y tiene que obedecer...- se excusó este muy borracho y asustado.
-¡Al final lo has conseguido y tendremos aquí a la policía!, ¡meterás al hotel y a mi en problemas!- le siguió gritando enfadada.
De repente, Louis reaccionó emitiendo un leve quejido, entonces su dueña lo ayudó y lo llevó a su habitación para que descansara un poco.
—Oh gracias a Dios, perdona a Tom...Sé que se le ha ido la mano, no te preocupes, hablaré con él y será más cuidadoso—se disculpó ésta.
Esa noche, fue la última que Louis paso en ese lugar, ya que tras haber cumplido los dieciocho años días atrás, decidió no seguir aguantando esa vida y se escapó.
Estaba harto de escuchar lo mismo por parte de su dueña pues a pesar de ser amable con él, a ella en definitiva le importaba más su hotel y el dinero.
Luego de meter sus pocas pertenencias en una pequeña maleta y también algo de comida, este salió de allí mientras todos dormían.
Louis caminó y caminó hasta que encontró un parque donde había una especie de casita de juegos para los niños, entonces se metió en ella pues pensó que sería un buen lugar para resguardarse y finalmente se quedó dormido.
A la mañana siguiente, este se despertó con el ruido del tráfico, entonces se levantó y siguió caminando entre la gente que reparaba en él, algunos mirándolo con pena y otros con desagrado.
Louis se había convertido en un lindo joven que aunque tenía un pequeño tamaño, sus hermosos ojos azules, su pelo lacio y sus finas facciones, llamaban la atención.
A las pocas horas, le entró hambre por lo que se sentó en las escaleras de un edificio para comerse los pocos alimentos que aún le quedaban, mientras miraba hacia todos los lados con miedo.
Al poco rato, un enfado beta lo corrió de allí, así siguió su camino sin saber muy bien a donde ir, ni que hacer.
Apenas tenía unas monedas que celosamente había guardado muy bien pues eran propinas que algunos gentiles clientes del hotel le habían dado a escondidas.
Estaba solo y vagaba por las desconocidas calles de la gran cuidad, preguntándose ¿Qué haría?, ¿A dónde podría ir? y ¿Qué tendría el destino preparado para él?, tan solo tenía una cosa clara...«jamás dejaría que un alfa lo pisoteara o tomara de él sin su consentimiento».
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8. Pobre omega infeliz~Larry Stylinson, Ziam-Omegaverse 💜(Terminada)
FanfictionHarry Styles es un alfa solitario, el cual jamás ha sentido nada más allá de un vil y simple deseo sexual por los omegas, ya que para él son meros juguetes sexuales. Sin embargo, eso cambiará cuando ve a Louis Tomlinson, un frágil pero obstinado om...