Cuatro.

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En la mansión Styles, el rico heredero ojiverde nuevamente gritó a uno de los amantes que se había traído.

...-¡Venga vístete y lárgate ya!, ¡quiero estar solo!

-Pero Harry, quiero quedarme contigo está noche- habló meloso el rubio omega ojiazul.

-¡Ni lo sueñes perra!—gruñó de nuevo—... ¡solo te necesité para una maldita cosa y ya lo hicimos, así que vete de mi casa!.

El omega se vistió enseguida y tembloroso salió echando chispas de allí pues definitivamente Harry era un alfa muy guapo y sexy pero también era despiadado y muy egoísta.

El ojiverde se metió en la ducha para quitarse el empalagoso olor del omega pues aunque durante el sexo llegaba a soportarlo, ya que su grado de excitación le turbaba el sentido del olfato, tan pronto esa situación cambiaba, le era imposible soportarlo.

Para el alfa, el olor de los omega tanto si eran hombre o mujer le eran igual de empalagosos y terminaba siempre por echarlos de malas maneras.

Harry Styles, era un empresario muy deseado, de tan solo veinticuatro años, el cual se definía por su fuerte carácter y su arte en los negocios.

Parte de su inmensa fortuna la había heredado de sus padres, tras morir estos, junto con su hermana en un fatídico accidente de helicóptero.

Sin embargo, su destreza en los negocios le había hecho adquirir rápidamente varias empresa, dedicadas a la construcción de hoteles, museos y demás grandes edificaciones.

Este era además, uno de los solteros más cotizados de la ciudad, por lo que todos los grandes empresarios querían casar a sus hijos o hijas con él, para así unir sus empresas y dominar el mercado.

Aunque nada podían hacer pues a Harry solo le interesaba el sexo y no quería compromisos pues no creía en el amor, ni el matrimonio, por lo que le servían hombres o mujeres, aunque siempre prefirió que fuesen hombres, ya que con ellos el sexo era más salvaje.

El alfa ojiverde trabaja mucho y pasaba multitud de horas en su oficina, arreglando todos los problemas y se pasaba el tiempo de reunión en reunión, por lo que rara vez salía a distraerse, rechazando varias cenas, comidas o fiestas a lo largo del año.

Nunca había sentido la necesidad de marcar a ningún omega pues sólo se movía por el instinto de encontrar a alguien que le atrayese mínimamente, follar y luego buscar a otro.

La mayoría de los omega que se tiraba, los conseguía en su trabajo pero también alguna vez recurría a la agencia de omegas de su confianza, donde los mantenían limpios, libres de embarazos o problemas de adicción como drogas o alcoholismo.

Harry pagaba bien sus servicios, así que los dueños le mandaban lo mejor que tenían, pasando por su cama todo tipo de omegas hombre y mujer, rubios, morenas, pelirrojos, altas, bajas, delgados, rellenitas, nativas e incluso extranjeros.

Infinidad de omegas que no le hacían sentir nada, más que un rato de placer y de desahogo, en el que pasada la euforia, lo volvían a dejar igual de vacío que antes.

El heredero Styles estaba un poco harto pues algunos empresarios lo asediaban con fotos e informes de sus hijos e hijas y para él era agotador pues nunca aceptaba, ya que no quería cometer un error e incluso que lo engañasen para obligarlo a casarse.

Harry pensaba que eso del matrimonio no estaba hecho para él y se consideraba un lobo solitario que hacía lo que le da la gana, con quién quería y cuando le placía y así nunca se arrepentía.

Tenía mucha gente a su servicio pero jamás se había mezclado con ninguno de ellos, ya que su orgullo no le permitía ni siquiera pensar en tomar a una de sus doncellas o a su joven jardinero, aunque todos eran jóvenes y bellos pues le gustaba tener mucha belleza a su alrededor.

Las preocupaciones diarias muchas veces le daban insomnio, por lo que este solía dar paseos nocturnos a lo largo del gran jardín que rodeada su mansión.

En una de esas noches, este pensaba en lo que algunas revistas y periódicos habían dicho sobre él pues lo tachaban de arrogante y presuntuoso, además de otras difamaciones como la de que su actitud era más bien de alguien que tenía miedo a enamorarse, por no dar la talla o simplemente porque tenía miedo al amor.

Él no se veía tan arrogante, ni creía ser temeroso, simplemente​ que era un alfa que no creía en la idea de que existía eso a lo que todos llamaban amor y encontrar a su destinad@.

Tampoco creía que fuese real pues eso supuestamente sucedía cuando dos seres se encontraban y conectaban para siempre, activando y sincronizando sus celos al instante.

Había escuchado que los alfas que habían caído en eso, solo pensaban en proteger a su destinad@ y que sólo con ese ser alcanzaba el máximo éxtasis y felicidad.

El ojiverde no creía que existiese nadie así para él pues a parte de que la mayor parte del tiempo le molestaba sus aromas, sentía que todos los omega eran tan solo objetos de posesión momentánea.

—Esas son puras patrañas de gente ignorante, que prefiere creer en el amor para siempre, por miedo a quedarse solo.

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8. Pobre omega infeliz~Larry Stylinson, Ziam-Omegaverse 💜(Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora