Capítulo 6

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Un par de días más tarde del día del parque, llega la compañera de piso de Beth. Estamos sentados en el sofà de la casa de mi vecina viendo Stuart Little (ella quería ver una reposición de "Megatiburón contra crocosaurio", pero le he convencido para ver algo que me parecía mínimamente mejor) y tomando unos tacos preparados que he comprado en el supermercado de camino a casa. Quería agradecerle lo del otro día, a parte de que gracias a ella he empezado a hablar con Susan de nuevo.

Es entonces cuando oimos la puerta abrirse y entra una chica muy morena por el sol y cargando una enorme maleta. Y joder que chica.

La compañera de piso de Beth es de las mujeres más guapas que he visto en mi vida. Algunas veces me la he encontrado en el rellano y, por mucho que ame a Susan, soy humano. Tiene unos ojos azules como el mar y el pelo moreno. Sus facciones están perfectamente equilibradas entre ellas, con los pómulos marcados, los labios carnosos y una nariz respingona.

Y su cuerpo... Madre mía, que cuerpo. Es alta y esbelta de forma saludable. No tiene mucho pecho, a diferencia de Beth, pero si que tiene un culo... Si la hubiera conocido en otra época de seguro que me habría lanzado a por ella.

A Susan tampoco le desagrada demasiado, tiene novio y la verdad es que cuando no está con Beth resulta bastante amable.

Mi vecina pone pausa al verla y salta del sofá para correr a recibirle. Parece que no ha estado con ella en años porque se le tira encima y le da un fuerte abrazo.

-Madre mía te he hecho de menos -es lo primero que dice al separarse-. Me he muerto de hambre, no sabes lo mal que he comido estos días.

Miro los tacos pre cocinados que había comprado para cenar. Tampoco ha estado tan mal.

-También podrías haber aprovechado esta ocasión para aprender a cocinar -Beth parece dispuesta a decir algo pero su amiga le interrumpe-. Y no empieces con tu discurso de las clases de cocina y tu futuro marido.

Beth se aparta indignada y vuelve a su sitio, permitiendo que su compañera repare en mi por primera vez. Abre los ojos impresionada antes de mirar a la loca de mi vecina con el ceño fruncido.

-¿ Que hace aquí el nene gritón? -pregunta sin siquiera mirarme.

¿Como que nene gritón?

-Oh, ya no es el nene gritón, lo ha dejado con su novia -explica Beth, tan considerada como siempre.

A su amiga parece no gustarle demasiado su respuesta, y la mira alzando una ceja. Mi vecina niega con la cabeza nerviosa y se levanta para llevársela a la cocina, supongo para discutir. Yo me quedo callado viendo como se van y se dedican a hablar... de mí, no necesito ser un egocéntrico para saber que soy el motivo de su conversación. La verdad es que no quiero causarle ningún problema a Beth, aunque sea un poco especial se está portando muy bien conmigo, así que decido recoger mi plato para irme.

-¿A donde vas? -pregunta Beth volviendo al salón con un plato que parece ser para su compañera.

-A casa -contesto tomando mis llaves de encima la mesa-. No quiero molestar.

Beth parece decepcionada, y por un momento me sabe mal dejarle sola. Quizás hace una semana hubiera huido por patas a la primera oportunidad, pero al final del día le cogido un poco de cariño. No mucho, pero lo suficiente.

-Tranquilo nene gritón -mi otra vecina aparece en la puerta del comedor con una copa y una botella de vino-, no molestas para nada. Y no quiero dejaros a medias con... -mira la pantalla del televisor y frunce el ceño- ¿Stuart Little? Beth, deberías empezar a ver películas más normales.

Ella simplemente se encoge de hombros y vuelve a darle al play a la película ignorando a su compañera de piso. A veces es tan mal educada.

-Soy Amanda por cierto -dice la amiga de Beth sentándose a su lado y cogiéndole uno de sus burritos-. Gracias por aguantar y cuidar de ese ser tan sumamente dependiente que tengo por compañera de piso.

No es tan perraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora