Me tumbo exhausto en el sofá. Menuda tarde he pasado con Susan. Primero la he llevado al parque Delaware, dónde le he enseñado el embarcadero. A diferencia de cuándo fui con Beth, nos hemos quedado allí jugando con unos niños. A Susan le encantan los niños, y ellos le adoran a ella. Así que hemos hecho un par de carreras y luego hemos ido al cine. No he puesto ninguna objeción a la película romántica que quería ver Susan, tan sólo quería ver una película que no incluyera zombis, tiburones voladores o ratones. Además, he podido abrazarle mientras lloraba por el final trágico, aunque no he podido reír por su exagerada reacción, a lo que ella ha fingido enfadarse.
Ha estado divertido. Después la he llevado a casa de su amiga y nos hemos despedido con un beso tan intenso como el del otro día. Un día redondo en definitiva.
Sonrío, quizás sea un buen momento para ir a ver a Beth y contarle la maravillosa tarde que he pasado. Restregarle por la cara lo equivocada que estaba, que no somos una relación tóxica. Dios, lo que daría cambiarle aquella expresión de sabelotodo que siempre pone. Definitivamente, voy a contárselo todo.
Me levanto, con las pilas repentinamente cargadas, y tomo las llaves para al piso de mi vecina.
Sin embargo, al llamar, no me abren ni Beth ni Amanda, sino dos chicas muy maquilladas que me miran atónitas. Por un momento pienso que Dios ha escuchado mis rezos y Beth se ha mudado a la otra punta de la ciudad, pero recapacito cuando veo a Amanda aparecer detrás de ella.
-¿Nick? -pregunta, también sorprendida- ¿Qué haces aquí?
-Había venido para hablar con Beth, pero si estáis ocupadas ya pasaré en otro momento -contesto ya dándome la vuelta algo desilusionado.
-No Nick -dice rápidamente Amanda tomándome del brazo-, quédate, seguro que será más divertido aún con un acompañante masculino.
Y, como haría su compañera de piso, tira de mí hacia el interior de la casa. A parte de las dos chicas de la puerta, hay otra más esperando en el sofá. Yo tomo asiento en una de las butacas mientras el resto de chicas se desperdigan a mí alrededor. En medio de la mesita hay como un montón de alcohol y unos cuantos vasos medio vacíos de extrañas mezclas que sospecho que no deben ser Coca-Cola ¿Dónde coño me he metido?
-¿Nick? -la voz de Beth suena a mi espalda- ¿Te has unido a nuestra fiesta?
Me giro para encontrármela en la entrada de la sala de estar también con un vaso con lo que parece ser una combinación de zumo y algo más. Parece lista para una fiesta, maquillada, peinada y ataviada en un vestido que le queda francamente bien. Desde el otro día no he podido empezar a fijarme en ella de otra manera. Digo, no es que quiera acostarme con Beth ni nada por el estilo, pero sí que me he sorprendido un par de veces mirándole el escote momentáneamente o fijándome más de lo normal en su cuerpo. Maldito Sam, tenía que sacar a relucir que mi vecina no está para nada mal.
-De hecho, me han obligado -señalo cuando salgo de mis cavilaciones mentales-. Venía a decirte que mi cita con Susan ha estado genial, y a señalar lo equivocada que estabas.
Ella niega con la cabeza y deja su vaso encima de la mesita antes de sentarse en el suelo.
-Una buena cita no es concluyente -explica con su molesta expresión de sabelotodo-. Yo he tenido citas maravillosas con chicos que han resultado ser unos completos capullos. El día que deje de oír botellas estrellándose contra la pared, hablamos -se gira hacia sus amigas-. Por cierto, no sé si os han presentado pero ellas son Leah, Tara y Penelope, chicas, este es Nick, nuestro vecino.
Abrumado por el repentino cambio de tema, miro a las chicas intentando recordar su nombre, pero fallando miserablemente en el intento. Simplemente les saludo con la mano y sonrío.

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No es tan perra
Fantasy¿Nunca te has preguntado que es de la mala de la historia?¿De la perra que intenta alejar al protagonista de su amada?¿Y si... no fuera la mala? Nick está jodido. Muy jodido. Después de una increíble bronca con su Susan, su novia, esta ha salido de...