Capítulo 38

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Al día siguiente nos vamos de casa de los Michaels. A penas desayunamos, Beth saca sus maletas y nos dice que nos demos prisa para ir a recoger al resto en el aeropuerto. Nadie le cuestiona nada, simplemente hacemos lo que nos pide y bajos todas nuestras cosas a la calle, donde aparcamos ayer el coche. Nos despedimos de los padres de Beth y les agradecemos su hospitalidad y salimos a la carretera.

El viaje en coche es muy tranquilo. Me siento con Max detrás mientras Beth conduce con Amanda de copiloto. Parece saberse el camino asta Los Angeles de memoria, pero asegura necesitar su ayuda por si se pierde de camino al aeropuerto.

La regla del copiloto eligiendo la musica no parece aplicarse a nosotros, porque escuchamos reggeton del que le gusta a Beth, que a penas abre la boca en todo el viaje. Es la segunda vez en mi vida que le veo conducir, puede que le guste estar concentrada. Se pasa la vida en Buffalo o viajando por el mundo, así que tampoco parece estar muy acostumbrada a tomar el volante.

Debo decir que me esperaba algo mucho peor que lo que me he encontrado. El padre de Beth es un hombre encantador y su madre es extremadamente divertida. Ninguna de sus hermanas tiene problemas mayores que los de una adolescente normal, y la noche que he pasado allí ha sido amena y agradable. Me ha gustado ver esa parte de Beth que parece esconder con tanto recelo, porque no tiene nada de que avergonzarse. Sí, le he notado un poco más tímida estando en su casa, y menos confiada, pero no parece haber ninguna causa aparente para ello.

Llegamos al Lax en aproximadamente dos horas. El avion del resto aún no ha llegado así que las chicas van a tomar un café mientras nosotros vamos a buscar el coche de alquiler que habíamos reservado para el viaje, ya que no teníamos suficiente con el de Beth. Tomamos uno enorme, en el que quepamos todos los que nos hemos unido a esta aventura. El grupo de Beth es muy numeroso, y a muchos les hacía especial ilusión ir al festival al que queríamos ir en Venice, el resto simplemente tenían ganas de fiesta lejos de Buffalo.

Y yo quería meterme en líos, por lo que parece.

-Se ha peleado con sus padres -comenta Max apoyado en el mostrador mientras esperamos a que nos traigan las llaves del coche.

Le miro con el ceño fruncido. 

-Me lo ha contado Amanda -sigue, ajeno al hecho de que no se de que habla-. Cuando nos fuimos a dormir empezaron a discutir sobre ella no estando nunca en casa. Por eso hoy está así.

Debería saberlo. Beth sabe exactamente mi estado de animo en segundos, y me suele passar lo mismo con ella, pero esta Beth... es otra. Desde que hemos llegado la chica confiada y valiente han desaparecido completamente para dar paso a una persona tímida que a penas se ha metido conmigo en las últimas horas. Es más fácil e incluso dulce, nunca se había sonrojado con mis palabras o le había visto encojerse ante nadie. 

-No me había dado cuenta -admito algo avergonzado-. No oí nada.

Él se encoje de hombros.

-Supongo que no son de los que se lanzan platos a la cabeza -bromea Max.

Lo cual no es tan absurdo, ya que en mi familia sí que somos de los que nos lanzamos platos en la cabeza, al menos cuando solíamos pelearnos. Algo que, despues de ver la reacción de Beth, se me hace mucho más descabellado de lo que me parecía antes. No me imagino a sus padres haciendo algo así, o ella explotando de manera violenta. 

Susan viene de un hogar incluso más roto que el mió, por lo que nunca se encogió al verme destrozar un mueble, e incluso se atrevía a quedarse. Aún así, me empieza a parecer estremecedor. ¿Y si Max en una pelea destrozara el apartamento de Amanda? Para empezar, es impossible, ya que ambos son trozos de pan y mantienen sus peleas en completo privado. Pero no hubiera podido mirar a mi amigo de la misma manera jamás. Incluso le hubiera sacafo a patadas del apartamento por tratar así a Amanda. 

No es tan perraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora