Capítulo 8

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Miro molesto como Beth se rie de un chiste de Sam mientras le toca la pierna. No es que mi amigo tontee con ella, es que además Beth le sigue el rollo. Y yo no quiero estar en medio de todo esto.

Aún no puedo entender como hemos acabado en mi casa, pero entre excusas baratas de Beth y un Sam que le seguía el rollo en casi todo, han logrado quedarse en mi morada toda la tarde. Sospecho incluso que se vayan a cenar aquí.

Beth y Sam han hecho migas muy rápidamente, y es que ambos son muy extrovertidos de forma natural. Algo que mí no me hace ninguna gracia, porque Sam no sabe interactuar con alguna chica sin un fin en especifico: el sexo.

-¿Por qué está tan enfurruñado mi pequeño pajarito? -preguna Beth tocándome el pelo.

¿Ahora repara en mí? ¿Después de media hora ignorándome por completo? Dios nunca me había sentido tan tercera rueda hasta hoy.

-No me llames así -escupo molesto por el estúpido sobrenombre que se ha empeñado en ponerme-, y estoy cabreado porque quería pasar una tarde tranquila y parece que vosotros no queréis iros bajo ningún concepto.

Sam bufa.

-¿Una tarde tranquila? Tu lo que querías era estar con Susan, pero como te ha rechazado ahora estas enfadado con el mundo.

Le gruño porqué tiene razón. No solo me he perdido una fantástica cita con Susan, si no que encima tengo que aguantar estos dos a punto de enrollarse en mi cara.

-¿Susan? -pregunta Beth algo confundida- ¿Quien es Susan?

La miro alucinado ¿Como no puede saber quién es Susan?

-Mi novia -explico confuso- ¿Es que a caso no me escuchas cuando hablo?

-¡Ah! ¡El chihuahua rabioso! -oigo como a Sam se le escapa una risita y decido ignorar la falta de tacto de Beth-. ¿En serio quieres volver con la histérica esa?

¿Se puede saber en qué mundo de fantasía y de color vive esta chica? Esa ha sido mi intención desde que nos conocemos, de hecho los avances que he hecho hasta ahora han sido gracias a ella.
-Para empezar, no la llames así -digo cansado de pasar de todos sus insultos-. Y si, aunque te sorprenda quiero volver con ella. No sé si nunca te has amado a alguien, pero yo lo hago. Y no solo eso, me hace mejor persona. Por una vez en mi vida me ha hecho ser feliz  y es la única mujer, fuera de mi familia, a la que he querido de verdad.

Tanto Beth como Sam se quedan callados ante mi declaración de intenciones, y es que pocas veces he expresado mis sentimientos en voz alta como lo acabo de hacer. Creo que nunca le había dicho algo así a Sam, al menos sobrio. Aún así, Beth no parece sorprendida, y no retrocede ante mis palabras.

-Pues no lo entiendo, de verdad -replica jugando con un trozo de papel que se dedica a retorcer de hace rato-. No solo porque ella sea imbécil, también porque tú eres un misógino de cuidado y no veo como alguien querría estar contigo con estas actitudes -parapdeo confundido ¿Y ahora nos ataca a los dos?-. Pero es que a parte vuestra relación es tóxica. Solo os oigo gritar y gritar, a veces me han despertado portazos o cosas estallando contra la pared. Lo vuestro es una relación muy poco sana romantizada por la sociedad en quiero vivimos. Creéis que es normal estar así porque en la televisión, la literatura y en el cine nos bombardean con noviazgos de mierda convertidos en amores imposibles -suspira, y deja el papelito destrozado encima de la mesa antes de mirarme a los ojos-. Lo vuestro, amigo mío, no es una épica historia de amor en que la conocéis y aprendéis a superaros juntos como personas, lo vuestro, lo que es, és un despropòsito, no és amor, és destruiros.

Sam silba impresionado. Yo callo mirándola cada vez más cabreado. No sé si es por la naturalidad con la que me ha soltado todo este discurso, el hecho que nos haya insultado a tanto a Susan cómo a mi o las pestes que ha dejado de nuestra relación. Pero joder si me ha cabreado.

No es tan perraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora