Capítulo 16

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-¿Lo identificas, entonces?- preguntó ella cuando notó mi expresión, probablemente de espanto.

-No, no tengo ni idea- mentí aclarándome la garganta y mis padres me observaron. –Oigan, creo que volveré a casa, estoy cansada.

-Aun no es medianoche- dijo mi madre con sorpresa.

-Lo sé, pero la exposición me ha dejado exhausta. Los veré en casa, disfruten la velada- me despedí de ambos y Stephanie arqueó una ceja mientras me paraba.

Me despedí de ella con un “adiós” rápido.
Llegué a la pista de baile y me metí entre las personas con el corazón desbocado.

-Marcie, tengo que irme- le dije observando furtivamente el lugar mientras ella detenía su baile con Niall.

-¿Qué sucede?
Ambos me observaron y no supe si debía decirlo frente al rubio.

-¿Recuerdas el problema de anoche?- dije intentando sonar en clave. –Está aquí de nuevo.
Ella asintió sorprendida.

-Niall debo irme- le dijo ella de mala gana a Niall pero yo la interrumpí.

-Quédate, no arruinaré tu noche por esto. Sólo iré a casa, diviértete.
Ella negó con la cabeza y la fulminé con la mirada rápidamente. Entonces asintió con una sonrisa, poco convencida.

-Cualquier cosa me llamas- advirtió y suspiré. Me entregó una sonrisa, y con rapidez me despedí de ambos. Le pedí al chico de la cabina si me daba mi abrigo y mi bolso.
Se demoró en encontrarlos, y me puse aun más nerviosa.

¿Por qué estoy actuando así? ¿Dónde quedó lo de “es sólo un hombre”?
El joven me entregó mis cosas y le dejé una propina.

Cuando llegué a la recepción del hotel, solté un suspiro de alivio.
Me puse mi abrigo y ajusté mi bolso en mi hombro.
«Quizá ni siquiera era él y estás haciendo un escándalo» se quejó mi interior.
Sí claro, ¿qué hombre de más de veinte años lleva rizos, actualmente?

«Él debe ser el único, aunque le sientan de maravilla… Bien, bien, no pienses en ello.»
Salí del hotel y cuando creí que había escapado una voz grave y engañosamente suave me detuvo.

-¿Estas escapándote de mi?

Menos mal que estaba de espaldas porque si no hubiera visto mi cara tornarse de blanca a roja en una fracción de segundo.
Suspiré y di media vuelta haciéndome la tonta.

-No… sólo estoy cansada y…
Me quedé callada cuando se acercó a mí.

-¿Volverás a casa?- preguntó con una sonrisita.

-Sí, uhmm… - «Intenta no sonar estúpida.»- Adiós.
Intenté caminar con rapidez pero los tacones me limitaban un setenta por ciento.
Mierda de las mierdas.

-¿No me dejarás llevarte a casa ésta vez?- preguntó acercándose nuevamente, y por su mirada y sonrisa lucía secretamente triunfante.

Sabía que no era una excusa, pero… ¿qué podía decirle? “No. Prefiero caminar cuatro kilómetros en tacones”. Podría haber esperado en la fiesta hasta que regresara la limusina pero ya me había retirado, así que…

-Sí.

El asintió con una sonrisita y tomó mi mano. –No quiero que te caigas y te lastimes- me avisó excusándose por el contacto.

«Sí claro, me has visto caminar en trampas mortales el fin de semana anterior y no has dicho nada.»
Fuimos hasta el aparcamiento y él apretó el botón del seguro del Audi.
Éste hizo luces y luego se lo escuchó destrabarse.

Con increíble y esperada caballerosidad, Harry abrió mi puerta y una vez que entré, la cerró dirigiéndose al asiento del conductor.

«Gracias oscuridad.» Al menos no me vería sonrojarme.
¿Por qué diablos acepté que me llevara?

Puso el motor en marcha y aceleró.

-Se que no debería preguntártelo, pero ahora que te tengo encerrada aquí, y no puedes enfadarte e irte, ¿por qué trabajas en Anacks?

Maldito manipulador.

-Puedo irme si quiero- le dije testarudamente.

-Si eres un alma suicida, pues intenta bajarte. No detendré el coche- avisó divertido.
Reprimí un bufido.

-Ya te he dicho, amo bailar.

-¿Esa es la única razón?- cuestionó con curiosidad. –Anacks es un sitio peligroso, ¿porqué bailas para otros hombres? Puedes bailar en una academia o…
Lo interrumpí.

-Me gusta bailar y ver el efecto que puedo causar en los hombres- respondí tajante.

-¿Y el dinero? Por favor no te ofendas, pero si estabas en esa fiesta probablemente tu economía no es mala.

Lo pensé durante unos cuantos segundos.

-Me gusta hacer lo que hago, y si me dan dinero por ello aun mejor. Es simplemente un trabajo.

-¿Tus padres saben que frecuentas ese tipo de sitios? Parecen demasiado decentes para que su hija esté en esos lugares.
Apreté los dientes, ¿por qué diablos me estaba interrogando?

-¿Acaso importa lo que piensen? Tengo la edad suficiente para estar dónde se me de la gana. Y no me malinterpretes, ésta no es una actitud rebelde, ni sólo la adrenalina de saltarme las reglas, simplemente no soy como ellos.

Él suspiró pensativo y me entregó una sonrisa torcida.
«Vuelves a hacer eso de nuevo y no respondo de mí.»
¡Tan ardiente!

-Lamento haberte preguntado, tenía mucha curiosidad- me confesó.

-Y aun tienes preguntas- aventuré secamente. Él asintió con una risita y se detuvo frente al semáforo en rojo. No había nadie en las calles, ¿para qué diablos se detenía?

-¿Qué edad tienes?- preguntó poniéndose de lado y mirándome fijamente. Incluso en la oscuridad podía notar el penetrante brillo de sus ojos verdes.
Oh dios…

-Diecinueve- musité.
Él enfocó la vista y un indicio de sonrisa se formó en esa perfecta y tentadora boca…

Se acercó un poco y mi corazón se desbocó.
«Diablos, bésame ahora.»

Su boca estaba a centímetros de la mía cuando me arrepentí.
Él sólo quería un polvo. Estaba casado, y probablemente enamorado de su histérica pero físicamente perfecta mujer.

-Él semáforo está en verde Harry- le dije apartándome con suavidad.

Él se quedó estático como si no comprendiera lo que había dicho. Luego pestañeó y se redujo a su asiento pisando el acelerador.

One and Only {Harry&tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora