Él me vio y yo pretendí no haberlo notado. Seguí mi camino hasta la mesa.
-Te has tardado una eternidad- dijo Liam en voz baja y divertida.
Asentí algo perdida.
El maldito bastardo me había observado mientras bailaba con Liam. ¡Diablos! ¿Cómo puede quejarse cuando tiene a una prostituta sentada a su lado?
Oh Dios… la fierecilla en mi interior no está nada contenta.
La fierecilla quiere venganza.
-Disculpen- dije parándome para llamar la atención de mis padres y los de Liam. – ¿Les molestaría si Liam y yo nos retiramos? Hay una función de fuegos artificiales cerca de la playa y nos gustaría presenciarla- mentí rápidamente.
La madre del castaño asintió complacida y la mía me miró aprobatoriamente.
-Por supuesto. Diviértanse- dijo la señora. –Pero Liam, no llegues tarde a casa, por favor.
Ambos nos despedimos.
Liam me miró sorprendido y luego se paró pasando su brazo por mi cintura.
Caminamos entre las mesas hasta la salida.
Noté como Harry me seguía con la mirada pese a que la rubia continuaba hablándole.
«Sabes qué no puedes jugar conmigo, rizadito.»
Una vez que estuvimos fuera del restaurante, Liam me guío hacia su auto.
-Oye, ¿si sabes que lo de la función de fuegos artificiales era mentira? –dije algo incómoda. El asintió.
-Lo supuse. Pero de todos modos debo llevarte a casa.
Arqueé una ceja.
-Qué aburrido eres.
El soltó una risita acercándose a mí.
Iba a replicar algo pero sonó mi teléfono.
Una llamada.
-No te irás con él- dijo Harry del otro lado de la línea.
Me asustó. Sonaba tan duro y distante. Realmente estaba furioso.
-Por supuesto, yo no puedo ir con él pero tú disfrutas de la compañía de una prostituta- dije intentando contener la calma. –Vete al diablo.
Bien, no funcionó.
Corté la llamada.
Liam me miró sorprendido pero no hizo acotación alguna.
-¿Entonces quieres ir a alguna otra parte?- preguntó él.
-No, ya me han cagado la noche, lo siento Liam- dije mientras nos subíamos al auto. Le di mi dirección y el puso el motor en marcha.
¿Cómo se atrevía a mandonearme?
Jodido hipócrita.
Y allí estaba él, con su muy puta rubia riendo como idiota, pasándola genial, y yo aquí, yéndome a casa frustrada.
¿Por qué diablos siento que debo volver a casa?
A la mierda.
-Mejor vamos a Anacks- le dije a Liam repentinamente.
-Es jueves, ¿está abierto?
Asentí.
-Todas las noches.
(…)
Luego de pasar todas las estúpidas puertas de Anacks, me dirigí automáticamente a la barra.
-Hola Fred- lo saludé. Liam se sentó a mi lado.
-____________, qué raro verte por aquí sin ser viernes- dijo él acercándose plantando una sonrisita en su rostro. – ¿Qué quieres tomar, encanto?
Liam lo observó de mala manera y yo solté una risita.
-Danos dos botellas de vodka, ¿sí? Ah y también jugo de naranja.
-¿Dos botellas?- repitieron Liam y Fred al mismo tiempo.
Puse los ojos en blanco.
-Sí y por favor, que sea rápido.
Fred hizo un gesto de sorpresa pero de todos modos tomó dos botellas del aparador.
Liam amablemente las pagó y tomé su mano dirigiéndolo a nuestra mesa.
-¿Vas a embriagarte?
Negué con la cabeza.
-Vamos… -enfaticé- a embriagarnos.
Él rió y tomó una copa que había sobre la mesa.
Preparó la bebida y luego me alcanzó la copa.
La tomé de un solo trago y la garganta me ardió.
De todos modos, ya estaba acostumbrada.
Liam me miró sorprendido y entonces él tomó su copa también.
La música resonaba fuerte y yo realmente tenía ganas de bailar. Pero aquella vestimenta no era la adecuada. Demasiado elegante.
Luego de vaciar la primera botella de vodka, comenzamos a hablar de temas sin sentido.
{Narra Harry}
Me despedí de Georgina con amabilidad, y pagué la cuenta.
Llamé a Liam furioso.
-¿Sí?- contestó al tercer timbrazo. Su voz era ronca y había alta música de fondo.
-¿Dónde estás?
-En Anacks, viejo. ¿Por qué?- dijo y luego algo lo hizo reír.
Oh genial, estaba borracho, y junto a _____________.
Mi maldita y condenadamente desobediente ________________.
Apreté el acelerador y en el trayecto me olvidé de cada puto semáforo en rojo.
«Oh Liejett, en la qué te has metido...»