Él mantenía la vista fija en el camino y repentinamente estaba en silencio. ¿Se había enfadado?
-¿Te ha ido bien ésta tarde con las fotografías?- pregunté para romper el hielo.
-Sí- respondió él sin indicios de emoción.
Genial, si estaba enojado.
-¿Desde cuándo te gusta la fotografía?
-Desde pequeño.
Me tensé.
-¿Vas a continuar con tu tono cortante o debo besarte para que estés contento?
Juro que intentaba evitar decir eso, pero…
-¿Quién dijo que quería que me beses?- preguntó ofendido.
Su patético tonito no me hizo dudar.
-Oh por favor, no finjas Harry. No sé a qué estas jugando, pero estas volviéndome loca.
-No, tú me estas volviendo loco a mí, ¿sabes? Dime algo, ¿no te atraigo o simplemente te haces la difícil?
-No seas ridículo…
-Dímelo- insistió él y detuvo el auto a un costado de la calle.
Volvió su mirada fija a mí y se me hizo un nudo en el estómago.
¿Un nudo o mariposas?
Mariposas, eso suena tan estúpido.
Definitivamente un nudo.
-Te alejas de mí cada vez que estoy cerca tuyo, ¿normalmente eres tan reacia a las personas?
-No se con qué intenciones te acercas. No te conozco, lo único que se de ti es que estás casado, ¡no sé que diablos pretendes!
Solté el cinturón de seguridad y me bajé del auto casi corriendo. Lo que me costó un zapato. Maldito tacón de mierda, ¡voy de aquí para allá contigo y nunca te has roto!
Me lo quité y comencé a caminar descalza y sin tener la menor idea de dónde estaba.
La calle lucía tan oscura, y fue allí cuando recordé que nunca le había dado la dirección de mi casa a Harry, ¿en dónde demonios estábamos?
Él se bajó del coche con una mirada arrogante y me observó.
Suspiré enfurruñada.
-¿Qué?- pregunté tajante y acusadora.
-Vuelve al auto, no sabes ni dónde estamos.
-No volveré allí. No se si eres un psicópata o un violador. Déjame en paz.
-¿Psicópata o violador?- repitió y soltó una carcajada irónica. -¡Cuando te besé no te quejaste!
Apreté los dientes conteniendo una sarta de maldiciones que quería sacar a la luz y me acerqué con la cólera a flor de piel.
-¿Me preguntas por qué me alejo de ti? Oh vamos… no seas perdedor. Lo único que quieres es que me acueste contigo, ¡tienes esposa, idiota! ¡Ve por ella y déjame en paz!- le grité en la cara, enojada.
El arqueó una ceja.
-¿Estas tan enojada porque no me alejo o simplemente por que ese beso significo algo para ti?
De tantas preguntas que podría hacer, justo tenía que cuestionarme esa. Pero qué manera de darle al clavo, dios mío.
-Te dije que no significó nada- volví a mentir con la frente en alto. El frunció el ceño y negó con la cabeza.
-Sí después de esto vuelves a decirme lo mismo, prometo que te dejaré en paz- lo observé confundida e intrigada. Cuando quise darme cuenta de qué ocurría el ya tenía su boca sobre la mía y me apretaba entre sus brazos.
Sus cálidos, suaves y ardientes labios se movían sobre los míos, como si estuvieran desesperadamente hambrientos.
Harry me estrechó contra su cuerpo y paseó sus grandes manos por mi espalda, haciéndome jadear entre besos.
¿Para qué negarme?
«Si luego de cinco segundos no lo he detenido es porque en realidad quiero esto.»
Hundí mis manos en su cabello y atraje su rostro al mío queriendo más de él. Mordí su labio inferior y el soltó un gruñido apretando sus manos en mi cadera.
Esto era condenadamente embriagador.
Me detuve cuando ya no tenía aire y me quedé quieta, con la cabeza sobre su pecho y la respiración jadeante e increíblemente acelerada.
Él acarició mi cabello haciéndome volver la vista a sus ojos.
-¿Qué sigue ahora?- pregunté en voz baja y muerta de frío.
-No lo sé…
Me aparté un poco, sintiendo las piernas entumecidas del frío.
Caminé hasta la puerta de copiloto, y entré al coche, disfrutando de la calidez de su interior.
Harry me observó desde afuera y sonrió de lado. De nuevo.
«Oh Styles, has eso sólo una vez más.»
Él me guiñó un ojo y supe que realmente estábamos jugando con fuego, y aquí empezaba nuestra partida.