-Así que… ¿Georgy?- repetí burlonamente. El negó con la cabeza sonriendo y se acercó a mí pasando sus brazos por mi cintura. –Mi consciencia estuvo a punto de aniquilarte hasta que me dijiste que era tu abogada- Harry me miró sorprendido. –Digamos que no escuché la mejor parte de la conversación.
-¿Qué escuchaste?- preguntó acariciando mi cadera con el índice por debajo de mi blusa. Evité gemir ante su tacto frío contra mi piel.
-Que querías deshacerte de ella- dije confundida. – ¿Becca?
Él asintió.-Ella es sólo una vieja amiga, no tienes que preocuparte- me dijo refiriéndose a la rubia anterior.
-¿Quién dijo que me preocupo?- pregunté alzando las manos de modo inocente.
-He visto tu expresión, a mí no me engañas- respondió divertido. Solté una risita.
-Sólo porque ella te sonríe como prostituta viendo a un nuevo cliente- dije entre dientes y Harry estalló en carcajadas. –Oh vamos, sabes que tengo razón.
-Georgina está casada, _____________- dijo secamente.
-No me hagas replicarte eso- le pedí del mismo modo. El tensó sus brazos a mi alrededor.
-Bien. Olvidemos esto, ¿sí?- asentí desviando la mirada. –No sé cómo has llegado hasta aquí sin que Laura me avise, tendré que despedirla. No me malinterpretes, amo que hayas venido, pero necesito personal eficaz.
-Me ayudó Zayn- dije a la defensiva. No despediría a la pobre chica por mi culpa. Él entornó los ojos y se alejó dirigiéndose a la puerta. –Sabía que te avisaría si yo venía entonces le dije que había venido a verlo a él.
El se quedó quieto y se dio media vuelta. Arqueó una ceja.
-Quería darte una sorpresa- hice un puchero. –Alguien se me adelantó- añadí con una sonrisita para que se sintiera mal.
Él se acercó de nuevo. No sin antes ponerle seguro a la puerta.
-Podríamos fingir que hasta éste instante no me entero de que estás aquí, ¿con qué intenciones venías?- preguntó acercándose a mí y acorralándome contra su escritorio.
-¿Te lo digo o te lo demuestro?- pregunté en voz baja sonriendo cuando él dio cortos besos en mi cuello. Gemí cuando me tomó por las caderas, sentándome encima del escritorio.
-Prefiero lo segundo- contestó con una sonrisa pícara.Lo aparté e invertí nuestras posturas. Ahora el estaba contra el escritorio y mis manos se dirigían con rapidez a su bragueta. Me deshice de sus pantalones lentamente esperando a que eso lo torturara un poco. Al parecer funcionaba porque cuando mis manos rozaron deliberadamente su bóxer, se retorció ansioso.
No le quité los elegantes pantalones si no que los dejé hasta sus pies. Me dirigí al elástico del bóxer negro y jugueteé con este mientras dejaba un sendero de besos en su pecho, deleitándome con sus entrenados abdominales. Volví de nuevo a su boca y me fundí en ella, sin apartar mis manos de él.
Mientras su lengua intentaba adueñarse de mi boca, una de mis manos se dirigió a la parte posterior de su cuello, y la otra a su prominente erección exigiendo atención contra mi vientre.
Tomé el bulto entre mis manos y a través de la tela, apreté fuerte.Harry me soltó para gemir en voz baja. Sonreí antes de volver a apretar, y lo besé ahogando el próximo gemido.
-Diablos, no me tortures- se quejó con sus manos en mi cadera estrechándome contra él. Mi mano aún continuaba en su miembro intentando hacerle perder el control.
Me aparté poniéndome de rodillas y ocupándome de bajar sus bóxers. Relamí mis labios al ver la bestialidad de Harry. Lo tomé entre mis manos y apreté de nuevo. Harry tenía su mirada fija en mí, jadeando, gruñendo y maldiciendo en voz baja. Sonreí, desafiante, cuando escuché el teléfono sonar.
-¿No vas a contestar?- lo reté sabiendo que su lado prudente jamás ignoraría una llamada. –Podría ser algo importante.
Él arqueó una ceja, molesto, y apretó el botón de altavoz a tientas.
-Señor Styles, ¿está ocupado?- preguntó la voz de Laura a través de la línea.
Decidí jugar un poco y antes de que Harry dijera una palabra, me llevé su miembro a la boca.
El jadeó sorprendido y me miró entornando los ojos.-Sí- dijo con dificultad intentando ocultar la excitación en su voz. Continué con mi trabajo, sin dejar de observarlo.
-Llamó la directora de la Academia Raymond, está en la otra línea. Dice que es urgente.
Harry maldijo cuando le mordí.-No puedo atenderla ahora- contestó en un hilo de voz y cortó la comunicación para luego soltar un largo y ronco gemido. Lo sentí tensarse y supe que estaba cerca. –Maldita desgraciada- se quejó y en un abrir de ojos me puso sobre el escritorio de nuevo. Con una mano hizo espacio tirando algunas cosas al piso. Se deshizo de mi blusa y mis jeans, y con fiereza desgarró mis bragas.
-Aprenderás a comportarte- me dijo con la voz más grave que nunca.