Me senté de golpe en la cama cuando recordé que mis padres aún seguían en casa, y Harry aún en mi cama.
Él dormía profundamente envuelto en mi colcha púrpura. Sonreí. Su aroma quedaría allí para ésta noche.
Giré la llave y abrí la puerta. Se oía ruido en la planta baja. De seguro era la mucama.
Volví a cerrar, poniéndole seguro a la puerta. Me dirigí al baño para darle espacio a mis necesidades y luego volví a la cama.
«Oh, luce tan tranquilo.»
Recordé con un suspiro la noche anterior. Todo había sido tan… único.
{Narra Harry}
Abrí un solo ojo intentando que la luz no me cegara.
Me removí en la cama buscando su calor, pero no estaba. Bufé. Odiaba no sentirla junto a mí.
Me senté observando la habitación. No había rastros de ella. Tomé mi pantalón y cuando estaba a punto de ponérmelo, escuché su voz.
-Sin ellos te ves mejor- dijo __________ con una sonrisita desde el marco de la puerta. Supuse que sería el baño.
Llevaba una toalla blanca envuelta a su jodidamente sensual cuerpo de stripper. Algunas gotitas de agua resbalaban por sus piernas y brazos.
Se mordió el labio. «Hmmm… espero que no haya nadie en casa.»
Abrí los brazos para que viniera conmigo y ella lo dudó un momento, arqueando una ceja. Hice un puchero.
Soltó una risita y finalmente cedió acercándose.
Se sentó en mi regazo y su mano paseó por mi pecho.
Acerqué mi boca a la suya y me fundí con sus labios. Olía a menta y sabía bien. Sentí la calidez de su lengua invadir mi boca y jugué con ella.
-Hmmm- gimió cuando la tomé con una mano por la barbilla e incliné su rostro. Me aparté dirigiéndome a su cuello. -Definitivamente, ésta es una muy excitante forma de decir «Buenos días.»
Reí en su cuello y me volví para verla a los ojos.
Sus largas pestañas hacían sombra debajo de sus ojos mientras ella miraba mi hombro.
-No quiero ir a la academia, ni que vayas a trabajar- murmuró en voz baja acariciando mi pecho.
-Tampoco quiero, cariño- dije con la voz un tanto ronca. Me aclaré la garganta y ella rió. -Pero tenemos que hacerlo.
-Sí tenemos que hacerlo- repitió mirándome pícaramente y sentándose a horcajadas en mi regazo. Me gustó el doble sentido.
Me reí cuando ella me dio un empujoncito para que cayera sobre las almohadas. Dejo un sendero de besos desde mi pecho hasta mi cuello y se detuvo.
-¿Y esto?- preguntó curiosa señalando la cadena de plata. Me tensé. No podía mentirle.
-Es un regalo- dije besándola de nuevo. Ella me siguió el beso para segundos después interrumpirlo de nuevo.
-¿De quién?- preguntó sonriendo juguetonamente.
Desvié la vista. Aquí se venía otra pelea.
-De Becca.