{Narra Harry}
-¿Qué pasa, hermano? Tienes un humor agobiante- se quejó Zayn mientras imprimía unas cuantas fotos en la Epson.
Lo observé desde el sillón de cuero de nuestro estudio. No tenía ganas de discutir.
Negué con la cabeza y fruncí el ceño. Le di un sorbo a mi café.
Habían pasado dos semanas desde la última vez que la había visto. Según mis amigos, ella continuaba yendo a Anacks y bailando para todo hombre que estuviera dispuesto a darle dinero.
Me moría de rabia de sólo pensar en cuantos tipos podían haber disfrutado de ella, pero ya no quería volver ahí.
No quería tener que ver como otros apreciaban lo que alguna vez creí que sería mío. Me lastimaba que ella hubiera preferido aquello por encima de mí, pero como me lo había advertido, era su pasión.
-Aun no han hablado, ¿verdad?- dijo Zayn sin despegar la vista de la pantalla táctil.
-No- dije en voz monótona.
-Harry, ¿por qué no te relajas un poco? Has estado tantos meses deprimido por Becca, y ahora ella… no creí que fuera a gustarte tanto.
Apreté los labios.
-No puedo relajarme sabiendo que ella está bailando para otros hombres- dije secamente. –Han pasado dos semanas y ella no me ha devuelto las llamadas, ni contestado mis mensajes, quizá tenías razón. Ella es joven y…
-No me vengas con ese teatro ahora. Todos hemos visto como has logrado salir del antro con la stripper más deseada de Anacks. Se que debería haberte dicho esto antes… -dijo desviando la mirada de la pantalla y observándome- pero ___________ no es alguien que haga las cosas por que sí. ¿No has pensado en ello? Ella baila en Anacks, porque es algo que teóricamente ama, en todo el tiempo que ha estado allí se ha comportado fría y distante luego de cada baile, ¿y qué has conseguido tú? Sólo fuiste y se quedó embelesada contigo, hermano.
Lo observé arqueando una ceja. No me creía nada de lo que decía.
-¿Y qué sucedió con eso de que es joven, talentosa y tiene mucho por vivir?- pregunté amargamente.
-Tú has cambiado toda su rutina. Personalmente creo que es normal que se haya sentido confundida y quiera dejarlo todo. Es decir, todos los tipos han sido iguales para ella, sucios, sedientos de sexo y toda esa mierda. Luego llegas tú con tus dramas de matrimonio, y la conmueves. Entonces decide conocerte y se da cuenta que vales la pena. Sabes como son las mujeres, Harry, cambian de opinión todo el tiempo. Yo creo que debe haber sido algo como… -afinó la voz y contuve una carcajada- “Oh, soy la fría y manipuladora Liejett. Ningún hombre nunca me cautivará como yo a ellos” – y luego cambió a su voz seductora. –“Oh por Dios, el tipo de rizos, ¿por qué no me mira los senos como todo el resto? ¡Interesante!”.
No pude evitarlo y estallé en carcajadas. Me hacía bien reír luego de tanto drama.
-¿Estás diciéndome que entonces ella está… abrumada?
El asintió.
-Absolutamente, creo que deberías ir a Anacks, tomarla por la cintura y… -hizo un gesto obsceno con las manos. Lo miré haciendo un mohín. No me gustaba que se refiriera a ella de esa forma, tan vulgarmente. –Bien bien, olvida lo que dije. Sólo ve con tu mejor carita de «vengo a reconquistarte» y le dices unas cuantas palabras dulces. Terminará por enamorarse de ti, y luego te la fo… -lo miré severamente. –Bien luego estarán juntos- concluyó fingiendo emoción.
Mi ánimo aumentó considerablemente. Zayn lo hacía parecer todo tan fácil.
Pero le haría caso, y de hecho ya se estaba proyectando una loca idea en mi cabeza.
No me alejaría de ella y tampoco la dejaría alejarse de mí por estúpidas inseguridades.
Todo era cuestión de tiempo.
{Narras tú}
Tomé un sorbo de café helado y observé a mi amiga parlotear con Niall.
No dejaba de hablar de la cena que habían tenido la noche anterior, y de alguna manera me molestó.
Las cosas con Marcie iban de mal en peor. Luego de aquella estúpida pelea no hacía más que recordarme lo tonta que había sido.
Es decir, lo sé, fui una idiota, pero tampoco es para que me lo esté recordando cada cinco minutos. Aun seguíamos siendo amigas, pero las cosas estaban demasiado tensas.
La cafetería se encontraba casi desierta. Y eso es raro en Los Angeles.
Había dos o tres personas además de nosotros pero estaban todos concentrados en el partido de fútbol americano en el televisor o simplemente con su laptop tecleando distraídamente.
Tomé mi celular esperanzada.
Nada de llamadas.
¿Por qué esperaba que el volviera a mí de nuevo? Me había comportado como una perra sin sentimientos y ahora la que sufría era yo.
Su última llamada había sido la noche del viernes, a la que estúpidamente también ignoré.
Aquellos dos fines de semana me habían servido para darme cuenta de que lo había perdido completamente. No se había aparecido ni de casualidad en Anacks.
Suspiré. Ya ni recordaba como era mi vida hace menos de un mes, antes de conocerlo.
Tomé otro sorbo de café y alejé los pensamientos deprimentes.
-¿Cómo van los estudios, Niall?- pregunté interrumpiendo el parleteo de Marcie. Y el rubio suspiró aliviado.
-Genial. Aun me queda un año, pero se que es lo mío- sonrió él y luego me miró para que dijera algo antes de que Marcie retomara la conversación.
-Oh eso es excelente- dije intentando no fruncir el ceño mientras ingeniaba algo para decir. -¿En qué te especializarás?
Bingo. Niall sonrió aliviado y comenzó a hablar de su carrera mientras Marcie lo observaba embobada y yo asentía de vez en cuando.
No tenía cabeza para pensar en otra cosa que no fuera él. ¿Por qué me dolía tanto? ¿Por qué había sido tan ingenua para meterme en esto? Niall continuaba hablando, pero yo sólo veía como sus labios se movían, me encontraba eventualmente sin sentidos.
Mi mente sólo proyectaba todo lo que había pasado con Harry, pese al poco tiempo que llevábamos conociéndonos, el tipo había calado profundo en mi ser. Y lo sé, suena tan cursi pero es cierto.
Una vez cuando tenía quince años, me quedé viendo películas hasta tarde. Todas terminaban en finales felices, es decir, sí, los protagonistas pasaban por muchas cosas, pero al final siempre estaban juntos. ¿Dónde está mi final feliz?
Estas semanas me habían servido para arrepentirme de unas cuantas cosas, pero no de él. No de Harry.
Suena a cliché, pero él fue diferente a lo que pensé. Incluso mucho mejor.
Sé que mi orgullo y el miedo al rechazo me prohibirían llamar a su móvil o ir a buscarlo, pero deseaba tanto sólo por un momento, volver a sentirme tan plena, satisfecha y estúpidamente feliz como me sentía con él cada segundo que estábamos juntos.