Capítulo 7: ¿Erick Hamilton?

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Estuve como media hora, rodeada de chicos, esto empezaba a hartarme. Por otro lado, observé que Daniel, el joven de ojos miel, trataba la ceja de Morelia con sumo cuidado, rozándole con el algodón humedecido en alcohol. No era para tanto, a mi me dejó como un trapo viejo y roto, pero nadie parecía notarlo. Aquella muchacha fijó su mirada de odio en mí como si con ella estuviera a punto de llevarme a la horca, no solo estaba enfadada por la riña, si no que también le había quitado el centro de atención del aula entera. Poco a poco, al no declarar ni una respuesta mía, los chicos se iban retirando, dejándome sola tal y como lo quería desde un principio. Eso era bueno; ciertamente empezaba a extrañar estar acompañada y rodeada de gente, como si fuera alguién importante en sus vidas.

En un par de horas me había transformado en un zombi sin ganas de comer cerebros, el ambiente era pesado y muy cargado. Quería salir del matadero como si fuera la última vez que vería la luz del sol, en definitiva necesitaba respirar, eché un vistazo a la primera ventana que tenía en frente y abrí hasta donde me permitió, saqué la cabeza para sentir la liberación de mis ideas.

Juraba que en ese instante sentí como si no me importara nada, que mis problemas desvanecían a cada respiración profunda que hacía, esa sensación era... ¿La libertad después de mi revolución? No, solo es la sensación del momento, mi cuerpo aún no aceptaba en querer rendirse ante la nueva Jacqueline.
El viento que venía a mi dirección me hacía parecer un ave que estaba a punto de volar, mis cabellos oscuros seguían el ritmo del viento como si fueran uno solo, quería quedarme ahí y no moverme, serré mis ojos para sentir como tiernamente mi piel se suavizaba y se estiraba con el fuerte ventarrón que pedía a gritos que lo siguiera. El momento era único, solo mío, un momento para despejar todo lo ocurrido. Y nadie lo podía interrumpir.

_ ¡Hola! - Escuché a una voz femenina dirigiéndose a mi, al parecer una fuerza externa lo pudo interrumpir, aún así no me importó, estaba en mi burbuja de cristal el cual nadie era capaz de atravezar. - ¡Jacqueline!

Ese maldito grito fue el martillo que rompió mi burbuja y me hizo saltar del susto. ¡¿Por qué molestan?!

_ ¡Si! - Giré bruscamente a mirarla.

_ Tranquila niña. - Oh, pero si era la chica que hace media hora me salvo de esos "lobos" como lo dijo ella.

_ Lo siento.

_ No, yo lo siento, por asustarte.

_ No te preocupes.

_ ¿Qué hacías? ¿Quieres suicidarte en plena mañana? Te recomiendo que no sea a esta hora. - Soltó una carcajada.

_ ¡Ha! No es eso, solo estaba tomando un poco de aire. Me sentía sofocada. - Sonreí.

_ Si, quién no estaría sofocada después de quitarle los admiradores a Morelia, es un gusto conocerte. - Estrechó su mano izquierda. - Por cierto me llamo Kiara, puedes llamarme Kira.

_ De acuerdo, Kira. - Seguí con la misma sonrísa tonta.

_ ¿Por qué tienes esos parches? - Preguntó señalando en su cara, las curitas que tenía en la mía.

_ Es porque... - "piensa algo rápido". - ... M-Me rasguñe en los arbustos cuando tropecé y caí sobre ellos. - Mentí, acompañada de una falsa carcajada. Se que mentir esta mal, pero ¿Qué se supone que iba a decir?

"Todo esto me lo hizo Morelia, en la hora del receso ¿Por qué? ¡Porque simplemente cree que yo soy la desgraciada que anda detrás de su novio a escondidas!"

_ Ten más cuidado ¿Si?

Asentí con la cabeza. Aquella muchacha me regalo una adorable sonrisa, a la cual imité el gesto. Es una chica muy linda y creo que también agradable.

Afortunada, entre dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora