_ ¿Hola? ¿Hay alguién aquí? ¿Daniel? - No se escuchó nada, más que mi propia voz. - ¿Qué es esto? - En la entrada, justo en el marco de la puerta encontré una billetera de cuero en el piso de marmol, estaba un tanto descuidada y vieja. Tuve miedo de que pasara de algo, de que me acusaran de robo, así como las películas. Sin embargo, la curiosidad es más poderosa que yo.
Con delicadeza lo levanté del piso para continuar a abrírla lentamente. Encontré, tarjetas del metro, un carned de biblioteca de una universidad de medicina desconocida, documentos de identidad y sobre todo encontré la fotografía de una joven mucho menor que él. La saqué para verla mejor y detrás se esta, cayó la foto de un grupo de personas entre ellas estaba Daniel y la joven de la foto, muy felíz con ellos.
_ ¿Y estas personas? - giré la foto, para ver si había algo más o alguna pista que me ayude para saber quienes eran, y lo encontré.
"Jamáz los voy a olvidar, depués de todo son mi familia. Se que mamá se puso muy triste de que me valla, pero no es el fin del mundo. Solo me mudaré con unos amigos para estar más cerca a la universidad. ¡Los quiero!
Espero que Sayda siga sorprendiendo y estudiando mucho, para que pueda cumplir sus metas. Igual a Mayra, mi pequeño Monstruo, quiero decirte que te adoro con toda mi alma, cuidate mucho ya que no podré hacerlo, pero, prometo llamarte. En un abrir y cerrar de ojos regresaré ya graduado. Prometo estudiar mucho y cada logro que obtenga será por ti y la familia".Ángel
"Parece que no pudo entregarla"
_ ¡Alto! Un momento... - Observé, la firma del escritor. - ¿Ángel? ¿Quién es Ángel?
Obserbé las tarjetas procedentes de la billetera. Cada una tenía como dueño a la misma persona.
Miles de dudas sumergian mi mente. Piezas que no encajaban de un rompecabezas. Una incognita a merced de cualquier afirmación inválida. Guardé todo como lo había hallado, dejándolo en la pequeña pesa de noche.
Todo me llevava a una hipótesis que era difícil conjeturar.
_ Daniel... No es... ¿Daniel?
EN LA VIDA REAL FUERA DEL LIBRO EN ALGÚN LUGAR DE LA CIUDAD...
La creatividad de Mayra se desvanecía como la espuma del mar en la orilla de la playa al crepúsculo en pleno horizonte. Ideas desapareciendo y que eran difíciles de fluir en solamente palabras. Todo tiene un límite y ella se pasó de lo requerido, logrando elevar su temperatura más de lo normal, mucho más como aquella vez que dió su exámen de Basquetbol "doble salto" en Educación Física.
_ Maldita sea... Esto, no... No... No me encuentro bien... - Susurró detenidamente mientras sus ojos le pesaban y su cabeza repozaba poco a poco en el teclado del ordenador.
_ ¡¿Mayra?! - subió lentamente las escaleras de madera que rechinaban a cada pizada. - ¿Monstruo? Hace calor aquí, baja ahora te va a dar un fuerte dolor de cabeza. - Abrió la puerta para ingresar a la pieza que anteriormente ya había visto. - ¡Oye! - La sujetó de los hombros.
_ ¿Mmm? Ángel, estoy bien. Sueltame. - Trato de safarse fracasando en el intendo.
_ No, estas mal. - Tocó su frente. - Estás ardiendo, quieras o no te llevaré a bajo. - La cargó haciendo que ella valla a su espalda.
_ Bájame. - Estaba inquieta.
_ Cálmate, eso trato de hacer.
Mayra quedó dormida por unos nomentos, hasta que sintió un paño húmedo en el lugar que había tocado su hermano.
_ ¿mmm...? - Abrió los ojos.
_ No puedes estar tanto tiempo arriba, sabes muy bien que te hace daño. ¿Por qué lo haces?
_ ¿Mi mamá y Sayda?
_ Mamá salió con la tía Sonia y Sayda se fue con su novio... ¿No sabía que tenía uno?... - Sacudió su pregunta. - Pero, no esquives mi pregunta. Estás grande como para saber lo que te hace daño... ¿Por qué lo haces?
_ No lo sé.
_ ¿Esa es tu respuesta?
_ ¡Si! no lo sé ¿ok? ¡Ya, déjame en paz! No te metas en donde no te llaman. Dedicate a ti mismo, como siempre lo has hecho. - Miró al otro extremo de la habitación.
_ Eres mi hermana, es mi dever cuidar de ti y saber como te encuentras. - Trató de tomar su mano pero fue inútil, ella se lo arrebató.
_ Parece que lo olvidaste cuando te fuiste, dejándome aquí.
_ Tenía que hacerlo para ir a la universidad.
_ Aún así... ¡Dijíste que llamarías! Y nunca lo hiciste.
_ Yo... Lo siento, cometí un grave error... Por...
_ Te fuíste cuando yo más te necesitaba. Cuando... - dijo con dificultad y pequeñas gotas de cristal que resbalaban en sus mejillas. - Nuestros padres discutieron por problemas de ese idiota. - Se refería a su padre. - Nunca estubiste ahí. Cuando mi mamá gritaba como loca y lanzaba los servicios... Y... Botandolo de casa. ¡Nunca estubiste ahí!... Te quería a mi lado, Sayda fue a calmar la situación y yo no sabía que hacer...
_ Mayra...
_ Me da igual lo que digas... - Se levantó con dificultad de la cama y lanzó el trapo a un lado de la esta.
Cuando hay discuciones familiares en la que el padre como también la madre son los iniciadores, hay un gran dolor. Un dolor mucho más grande que una migraña, un dolor sentimental que te destrosa por dentro, destrosa una familia y daña a los hijos. Mayra siempre había creído que su familia era indestructible, como el metal del escudo del capitán america y mucho más, pero como todos los demás tenía sus devilidades.
_ ¡Mayra! - Se asercó a ella, abrazandola pues estaba a punto de caer al piso. - Lo siento... - Mayra rompió en llantos. Había olvidado lo muy sencible que era, desde pequeña las palabras que la rodeaban y la calificaban físicamente era su mayor terror hasta hoy. Con el tiempo aprendió a controlar un poco sus emociones.
Llantos inundaron la habitación y lágrimas que bañaban la playera blanca de su hermano.
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Afortunada, entre dos mundos.
Teen FictionUna joven, divertida ("aunque no lo demuestre") y valiente estudiante de 18 años. Llamada Jacqueline, tiene que luchar... no con monstruos o villanos, si no con la cruda realidad de su vida y persistir arduamente para ella misma. Por otro lado, Mayr...