Capítulo 10: Especial

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Había llegado tarde, pero Lorena no se había percatado de ello.
Traje conmigo los libros de la escuela, incluyendo el libro de Historia de la biblioteca, por si las moscas. Aunque dudaba mucho a que me dejaran leerlo. Me quedé en la barra de bebidas donde despachaba dulces, kekes, galletas, infusiones, chocolates, cafés y tortas a diferentes personas que entraban a la boca del lobo. Y claro junto con las demás trabajadoras del establecimiento.

Lorena se mostraba un tanto distraída este día. La pobre mujer de treinta y nueve velas, se veía como si hubiera visto al mismo diablo, tomó su chaqueta y cartera, dejó a cargo a María, salió como una bala del local sin decir absolutamente nada y en su trayecto casi tropieza por las pequeñas escaleras que conducen a la calle.

_ ¿A dónde habrá ido? - La seguí con la mirada hasta que su imagen desapareció de mi vista.

_ Disculpe señorita.

No me había percatado de la presencia de una pequeña niña, que casi no la notaba por la barra, dejé mi estadía para encontrarme con ella, sin imaginar que sería una adorable sorpresa.

_ ¡Luisa! - Dije acercándome rápidamente y abrazándola cual muñeca de trapo. Su pequeño vestido blanco con rosas púrpuras eran su moda de hoy, sus cabellos negros risados daban al clavo con su diadema de flores. Su piel joven sin rastro de inferfección, me causaba envidia. Ya la imagino a los trece años alborotada de hormonas, con los chicos comiendo de la palma de su mano, con un cuerpo de envidia y tal vez perdiendo la virginidad a los diesiseis. Pero, nadie está seguro del todo, es solo una probavilidad. La joven niña era hija de una antigua compañera de oficio, quién me recomendó trabajar aquí.

_ ¡Jacqueline! - Recibió con mucho gusto mis brazos.

_ Mira que grande estás. ¿Cuántos años tienes? - Le desacomode los cabellos rizados y tenues.

Con sus dedos me mostró la cantidad de inviernos que había cumplído.

_ Tengo seis, ayer fue mi cumpleaños.

_ Ya estas jovencita, serás una niña muy linda.

Reímos al mismo tiempo.

_ Gracias. - Hizo una reberencia.

Tal vez sea una niña muy linda, pero siendo víctima de bullying por una niña soverbia. Siendo así excluida del mundo y de todos, y a causa de eso, encontrar a un chico pudiente con gran corazón.

_ ¿Y tu mamá? ¿Dónde está?

_ Trabaja, cerca por acá. En... eso de... coser ropa... para que no te quede suelta y también alquila ternos y vestidos.

_ Ah, a eso se le llama, Sastrería. - Sonserí.

_ Si eso.

_ Me alegro mucho por ella, por lo visto debe estar muy bien en su trabajo, mándale mis saludos cuando la veas.

_ De acuerdo ¡Ah, Jacqueline! vine a pedir un "Flan" para mi mamá.

_ Muy bien, espera, ahora lo traigo.

Retiré el postre de la vitrina congeladora.

Quería darle algo de mi parte por su cumpleaños en el cual no pude asistir, en este momento no tengo presupuesto para darle algo novedoso como una muñeca, pero al menos puedo darle algo especial de mi parte, fui a otra vitrina exhibidora y retiré una galleta en forma de conejito, para dárselo a Luisa.

_ Ten. - Entregué el postre en mano con una cucharita de plástico. - Además, tengo un amiguito que quiere quedarse contigo. Mira. Es por tu cumpleaños.

La pequeña se sorprendió, y lo recibió muy alegremente.

_ Muchas gracias señorita Jacqueline. - Realizó otra reverencia.

Afortunada, entre dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora