Capítulo 4: ¿Destino o una simple casualidad?

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Tuve más que la certeza que al acercarme en el lugar donde se ubicaban, aquel anciano y Daniel, recibiría al menos un buen día o muchas gracias, pero solo pude llevarme la gran sorpresa del anciano, acompañada con las cejas canosas bien levantadas y los ojos como dos pares de platos.
"¿Acaso mi peinado me quedaba espantoso? No es culpa mía que tenga que llevar un moño y que a causa de eso parezca calva y con la frente bien amplia, abta para ser asechada por cualquier lapeada"

_ ¿Lucero?... - Susurró el anciano, sin despegar su mirada en mis ojos.

_ ¿Perdone? - Dije acercándome un poco, temiendo a que no llegara a molestarse por no escuchar lo que tal vez sea su pedido.

Recuerdo exactamente que presencie un pleito muy reñido, con una señora longeva y Lorena, a causa mía, por no escuchar correctamente el pedido de la clienta de avanzada edad. Ese día temí por mi empleo, pero, aquella mujer y Lorena, tenían un vínculo de enesmitad hasta los huesos. Fue cuando me dí cuenta que no era por el café la causa de la riña.

_ Nada, no es nada. - Desvió su mirada a la cartilla, que posaba en su mano. - Solo quiero un té de manzanilla.

Asentí.

_ A mí... Un... - Señaló aquel nombre del café que le parecía extraño, y me lo mostró. - ¿Qué es esto?

_ Oh, Beso de Ángel es la especialidad de la casa, es una combinación de cacao peruano con leche y miel o muse a su gusto.

_ Creo que ordenaré eso.

Realizé una leve reverencia y me retiré, sin antes baber anotado en una pequeña libreta el pedido de ambas personas, junto con otros pedidos en sus respectivas mesas.

Es extraño que haya mencionado a la tía con solo mirar a Jacqueline, tal vez fue uno de esos lapsus que comunmente le da a los ancianos. Sin embargo, a decir verdad tiene un gran parecido, empiezo a considerar la verdad de tener un gemelo en cualquier parte del mundo, raro pero cierto.

_ Abuelo ¿Tomaste tus pastillas?

_ Maleducado ¿Cómo te atreves hablarle así a tu abuelo?

_ ¡¿Por qué dices eso?! Y yo que me preocupo por tu salud. - Me ví indignado y crucado de brazos.

_ Esa niña... - Ambos miramos a la joven castaña y frente amplia.

_ ¿Te refieres a Jacqueline?

_ ¿La conoces?

_ Es una amiga que estudia en la preparatoria. Suele ser muy reservada ¿Puedes creer que hoy hablé con ella después de casi medio año?

_ ¿Enserio?

_ Es agradable.

_ Te cae bien ¿No es así?

_ ¿Y por qué no debería? - De pronto la joven del cual había sido nuestro tema de coversación llegó con muestras ordenes. Mi abuelo y yo, dimos las gracias a la joven antes de que se retirara. - Ah, abuelo. ¿Para qué me citaste en este lugar?

_ Claro, lo olvidaba. La falta de patrocinadores en convenio con nosotros es alarmante. La tasa de patrocinio ha disminuido en estos meses, es provable que perdamos la empresa.

Luego de un largo rato de atender a los demás clientes, miré a la mesa siete en donde estaban Daniel y su abuelo, parecía que hablaban sobre temas importantes acerca de negocios. Para ser un adolescente del diesiocho o diesinueve no está mal que ya se dedique a atender temas de marketing.

Llegó la hora de irse a casa, entré a la habitación de casilleros, saqué mis cosas de allí, retiré mi delantal de trabajo, la coloque en el colgador y me cambie el moño por una coleta, mis puntas totalmente maltratadas hablaban y gritaban lo muy cansada que estaba. Saliendo me despedí de mis compañeras de trabajo y de Lorena. Ella, haciéndome siempre recordar en llegar puntual mañana. Al salir de la habitación, veo al chico de la sonrisa maravillosa y encantadora en la mesa siete, sin embargo, el señor que lo acompañaba ya se había ido.

Afortunada, entre dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora