SEMANAS DESPUÉS...
"¡FIN DE SEMANA! ¡ADORO ESOS DÍAS!"
¡Por qué tengo que descansar!
"PERO, ¡NO PUEDES! PORQUE TRABAJAS COMO ¡SIRVIENTA!"Trabajar como mucama no fue muy sencillo, cada vez que hacía algo mal, Ivana ahí estaba como mi propia sombra dirigiéndome en mis fallas. La prenda que usaba era demaciado incómoda, que me picaba la espalda.
_ Buen día Señor. - Hablamos en coro, ante la llegada de el Señor Emilio. Hoy, era mi turno para dar la bienvenida.
"QUE PESADOS"
¿Es necesario que haga esto?
"NO TIENES OTRA OPCIÓN"
Siendo sincera Mayu, soy orgullosa. Por eso siempre trato de ocultar mi rostro con mis cabellos cada vez que tengo que saludar a Daniel y eso es cosa de todos los días.El anciano de 70 años y bastón en las manos se fue a sus aposentos después de un día pesado.
_ Señor ¿No desea nada para cenar? - Dijo Ivana.
_ No, muchas gracias. Cené en con funcionarios. - Habló sin mirar atrás.
_ De acuerdo, descanse. - Hizo una reverencia.
Era algo incómodo para mi estar en una conversación dónde no me incumbe. Traté de irme sin que Ivana se diera cuenta, pese a que lo intentase, los zapatos altos me habían delatado en el mármol, Ivana se percató llamándome inmediatamente.
_ ¡Jacqueline! - Gritó, la nana de Daniel.
_ ¡Si! Digame señora. - Me acerqué lo más rápido que pude.
_ Desde hoy serás asignada a ser la sirvienta personal de el Joven Daniel, sin quejas. Te acostumbrarás, ya que eres conocida del joven, puedes saber a la perfección de sus intéres. Las otras me han dado demaciados problemas. - Miró a las que estaban detrás de mí.
"¡¿QUÉ?! ¡WTF! ¿CÓMO QUE SIRVIENTA PERSONAL?"
No entiendo Mayu, explícame._ Lo siento, señora... No puedo, asigne a otra persona, pero no a mi.
Ivana plantó unos ojos muy serios, como si quisiera lanzarme al río con su mirada.
_ Una empleada no hace el trabajo porque simplemente le agrade o esté a gusto con ella, solo hace lo que le piden y nada más. En este momento el joven Daniel la está esperando en sus aposentos ¡Escuchó, claro!
_ Si. - Agaché la cabeza.
_ Muy bien. Puede irse. - Mientras no me miraba traté de sacar la lengua y hacer una mueca en señal de que me caía muy mal esa señora y que en definitiva no la borraría nunca de mi lista del odio.
Durante el transcurso de los días me iba regular, Kira y yo eramos como inseparables, en cierto caso me parecía que me había vuelto más POPULAR, todo el instituto la conocía. Por lo visto creo que me gustaba eso, porque era bueno para acercarme a más personas y no ser tan invisible como lo era antes.
Adicionalmente, muy aparte de la preparatoria. En la mansión todas las empleadas del hogar eran muy simpáticas y amables, aunque muy mayores que yo. Sin embargo, no podría decir lo mismo de la madre de Daniel, esa señora era casi la misma Morelia con unos años más de arrugas. Además, por ordenes de Emilio, tuve que mudarme a la mansión. Con su ayuda pude pagar mi deuda. Es una buena persona, estoy eternamente agradecida con él.
Pero, siento de que es parte de algo muy importante de mi vida y no solo él, si no también Daniel. Siento que es como algo muy..._ Extraño. - Susurré. Respiré hondo y di pequeños golpes a la puerta, para ingresar a la habitación.
_ Adelante. - Se escuchó al otro lado.
Ingresé e hice una pequeña reverencia, inclinándome hacia delante. Pero, fue en vano que me notara. Él estaba leyendo un libro, sentado en su sillón, y por lo visto muy concentrado en la historia.
_ Mi nana, dijo que tendría una sirvienta personal. Debo suponer de que eres tú. - Habló sin mirarme, volteando la otra página.
_ Si. - Asentí.
_ ¿Puedes hablar más fuerte? No logro escucharte. - Dejó el libro a un lado y me miró totalmente sorprendido al igual que yo. - ¿Jac-Jacqueline?
_ Señor, yo me encargaré de complacer sus necesidades desde hoy, si necesita algo solo ordene. - Me decidí a no mirarlo.
"CLARO, BIEN DICHO. AHORA FALTA QUE LE DIGAS A DANIEL, HASME TUYA"
Creo que eso se escuchó algo raro.
"SE ESCUCHÓ COMO PROSTITUTA DE PRIMERA"_ Jacqueline, no me llames señor. Me hace sentir viejo. Llámame, Daniel. Sospecho que mi nana dijo que me nombrarás así. - Se cruzó de brazos.
_ Si, pero es que es parte de mi libreto como empleada. Debo mantenerme al margen entre trabajo y estudio.
_ Son tonterías, al vivir en esta casa, sin querer ya formas parte de esta familia y por lo tanto no hay formalidades. Desde mi perspectiva ¡Uff! Es un alivio de que seas mi sirvienta personal. - Una mueca de felicidad se dibujó en su rostro.
_ ¿Por qué dice eso?
_ Pues, porque... - Miró al techo. - No sé.
_ ¿Esa es tu respuesta? ¿No sé?
Sonrió por debajo.
_ Tengo una sensación de que... - Parece que lo pensó más de dos veces antes de decirlo. - Olvídalo, es una tontería mía. - Se levantó de su asiento dirigiéndose a su escritorio y dándome la espalda.
_ Nos conocemos... - Susurré en voz alta.
_ ¿Tú también sientes eso?
_ Así parece. - Me encogí de hombros. -
_ Pero... ¿Cómo conocernos si nunca nos hemos visto antes? - Se incorporó, para que poco después me invitara a salir de su habitación, muy cortésmente. Cerré la puerta de la habitación. Toqué mi pecho y exhalé lo más profundo que pude. Según parece, no soy la única loca que siente lo mismo.
_ Será... ¿Coincidencia? ¡no! Es imposible. Hay algo oculto en esta casa, y voy a descubrir que es.
Seguí mi camino hacia a mi habitación que es mucho mejor a lo que tenía, el colchón era suave y esponjoso, las sábanas completamente blancas y las ventanas de estatura promedio dejaban ver el jardín verdoso en plena luz de la luna. Me despojé de mis prendas, para colocarme una pijama muy cómoda, un obsequio de bienvenida del señor Emilio. Me lancé a mi cama toda acabada por el arduo día de hoy, con las esperanzas de que jamás despertara de esta dulce prisión.
_ Mañana será otro día... - Dije a mi misma.
Poco a poco mis ojos se iban cerrando por si solos, dejando ver solo el borroso techo y un profundo sueño se aproximó ante mi, quedando completamente "dormida". En el sitio dónde se había vuelto mi nuevo hogar.
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Afortunada, entre dos mundos.
Teen FictionUna joven, divertida ("aunque no lo demuestre") y valiente estudiante de 18 años. Llamada Jacqueline, tiene que luchar... no con monstruos o villanos, si no con la cruda realidad de su vida y persistir arduamente para ella misma. Por otro lado, Mayr...