Capítulo 21

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EN LA HORA DE RECREO...

Mayra había comentado a su mejor amiga Naysa sobre el dibujo. Ella por su parte, admiró los bellos trazos hechos en esa hoja A4, como si apreciara en vivo una maravilla mundial.

_ Woo, es hermoso. Pero ¿Quién es ella? ¿Eres tú? - Preguntó algo impactada por el talento que su amiga tenía escondido y que decidió mostrarselo ese día de invierno.

La pequeña solo se dedico a sonreír de oreja a oreja, como aquella vez que tenía 3 años y en su primer día de escuela su padre la llevó a tomarse una fotografía para el recuerdo, junto con los personajes que creó Walter Elias Disney. Esos personajes que amaba y la hacía vivir en un mundo de colores. Ella no lo recuerda al detalle, sin embargo, la foto describía a una niña sin problemas, que siempre sacaba una sonrisa en cada momento, una niña feliz de crecer, como si fuera el sol radiente en la hora mágica. Pero, como cada sol tiene unos días de eclipse, la belleza de la felicidad fue desvaneciendo, ya no tenía sentido vivir feliz en todo el mundo que se podría en la miseria, era inevitable ser consumido.

_ No. - Negó con la cabeza

_ ¿Entonces?

_ Es la novia de mi hermano. - Dijo sin perder la sonrisa en sus mejillas regordetas.

_ ¿Tu hermano? ¡Increíble! - Las dos rieron por debajo cuando el compañero de clases de su hermano apareció en la puerta para entregarle la cartuchera que había dejado en la mochila de su hermano mayor. Este aclaró que Ángel, se encontraba en una reunión del municipio escolar y que se ofreció para entregarle su estuche de colores rosa. Desapareció del aula y fue al encuentro de su amiga. - ¿Sabes una cosa? - La despertó de su sueño.

_ Dime.

_ Creo que me gusta. - Naysa susurró mirando al chico de cabellos oscuros, piel clara, ojos negros y sonrisa de conejo el cual desaparecía por las escaleras de la segunda pplanta del aula del tercer grado.

En ese mismo instante, esa rebelación destrozó por completo la sonrisa resplandeciente de Mayra, pues, enterarse de que su mejor amiga de apenas meses gustaba de su amor platónico, no era muy fácil de digerir. A ella también le gustaba desde mucho antes o eso es lo que creía. Solo miró al piso ideando las palabras adecuadas para cambiar de conversación y no llegar a un tema que no quisiera conversar, porque eso dañaría sus sentimientos.

_ Ha ¿Q-quiéres compr?...  

_ Y ¿A ti quién te gusta? Nunca me lo has contado. - Dijo interrumpiéndola. Justo apuntandola en el tema que no quería llegar. La pregunta cayó como un balde de agua fría en pleno invierno ¿Estaría bien decirle, contarle su secreto más íntimo? Algo que no había contado a ni a su propio hermano. Sin embargo, era su amiga y entre las reglas de la amistad no hay secretos.

_ P-pues... el n-niño que m-me... gu-gusta... es... Él. - Miró al piso queriendo ocultarse del mundo, su pequeño corazón latía rápidamente y un raro hormigueo rondaban por todo el cuerpo de la niña.

Naysa no podía creer que su mejor amiga guste de alguién absolutamente mayor que ella, una idea muy ridícula. Ya lo sospechaba, y sabía de lo muy ingenúa que era, por eso contarse secretos era el plan perfecto para desenmascarla. Por su mente pasaban imágenes de los besuqueos que se darían ambos jóvenes y eso era asqueroso para el impostor intento de amiga.

Mientras Mayra, se sentía traicionada y dolida; Naysa, buscaba la forma de escurrir todo el juga de la verdad y contarselo a los demás porque le era imposible mantener la boca cerrada.

_ ¿Desde cuando? - Preguntó algo seria, fingiendo estar molesta.

_ D-desde que... i-ingresé en la i-institución con... mi hermano. - Apretó los puños en su falda azulada.

_ No es mucho tiempo. - Susurró entre dientes. - ¿Cuándo lo conociste?

_ M-mi... hermano... me los presentó.

_ Umm... Son muchos años, me das asco. - Susurró.

_ ¿Qué?

_ Nada, mejor te lo dejo, no es mi tipo. Tengo que usar el baño, ahora vengo. - Estaba lista para contar el chisme.

_ Si. Vamos, yo también quiero ir. - Dijo sacando un rollo de papel higiénico del bolsillo de su mochila color rosa, para irse tomada del brazo de su mejor amiga.

_ ¿Sabes que? Anda primero. - Retiró su mano de su antebrazo. - Tengo que hacer algo, importante.

_ Ok, ya vengo. - Sonrió.

Se alejó corriendo, dejando en la mesa la hoja de trazos a grafito. Se sentía más libre y más reconfortante el saber que su amistad se había fortalecido al otorgar su confianza y rara sensación de euforia que jamás experimentó. Salió de los servicios, se lavó las manos y fue al salón. Sin embargo, un insidente había sucedido en esos minutos de ausencia.

_ ¿Qué pasó? - Miró a muchos niños reunidos en su mesa de estudio.

_ Mayra, Naysa está diciendo a todos que te gusta el amigo de tu hermano. - Dijo Ani tratando de llevarla al lugar del chismorreo.

_ ¿Qué? - No quería creerle a Ani, pero era imposible porque nadie más que Naysa sabía de Aldair.

Los murmullos y risitas llegaron. Los niños la miraban como el ser más asqueroso de todo la tierra, y ni de qué pensar de las madres que seguro tarde o temprano se llegarán enterando y alterando la información hasta los oídos de la suya. Naysa, ya se encontraba sentada cual chica popular, sobre la mesa al lado de su dibujo, se sentía tan feliz aplastando a otros. Apenas le cruzó la mirada de manera tan sobrada, para continuar su relato falso.

<<¿Puedes creerlo? Los encontré besándose en el baño de niñas ¿Por qué crees que se fue ahí?>>  Dijo.
<<¡Qué cerda!>> Unos
<<¿Cómo se atreve, que descarada?>> Otros.

Los comentarios si que la herían. Tampoco era que enamorarse de alguién fuera algo tan impuro, era normal, pero no para ser permitido entre dos personas de considerables edades.

_ Vamos, Mayra. Te gusta. ¡Espera! No me digas que también te gusta tu hermano.
Gritos ahogados fueron el punto de inicio para convertir el dolor en rabia. Apretó los puños, mordiendo su labio inferior, con total ira. Había confiado en la persona equivocada y esto es lo que traía por ser tan estúpida.

_ ¡No es verdad! No tengo la mente tan retorcida como la tuya ¿Eramos mi amigas?

_ ¡No somos amigas! Estoy arta de tí, no me caes bien ¿Entiendes? Eres gorda, marrana, sucia, fea y mira los zapatos de abuela que tienes. - Restregó el agua de limonada en su hoja de grafito. Su dibujo, por el cual se había esmerado la noche anterior... Estaba mojada. No lo podía creer de ella, se veía alguién distinta, no era ella. Tomó su mano y con el pomo de la botella de plático golpeó la cara de Naysa, que reumbó en todo el aula, las lágrimas no tardaron en salir. La hoja, había quedado un desastre.
Melani, tomó el dibujo y lo dejó secando a un lado de la ventana. A pesar de eso, ya no era el mismo, los trazos se habían corrido y tomó nueva forma.

"No hay que dejarse llevar por las apariencias y nunca confies en nadie"

Ahora entendía perfectamente lo que su madre le quería decir desde el principio. Se había endulsado con la falsa ternura de Naysa, y fue presa fácil para sus horribles bromas. En algo tenía razón Oliver Sacks, en el exámen de la persona con enfermedad ganamos sabiduría sobre la vida. El rostro de Mayra, comenzó a deformarse y a tronarse en un aura oscura, tomó sus cosas y se hubicó atrás de todo el alumnado, sin dejar de mirar a todos con un rostro completamente dañado, transformado y de miedo.

Afortunada, entre dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora