Apenas salí de casa, presurosamente llegué a la compañía justo a tiempo. Tenía que visitar a al abuelo, aclarar algunas cosas, todo esto me tomó completamente desprevenido. Mientras hacía mi presencia, los trabajadores, me hacían reverencia con respeto cual dios egipcio. Ni que fuera la deidad suprema de MCT.
Había llegado al puesto de la joven secretaria, que alguna vez intentó seducirme en la oficina de mi abuelo, cuando este me dejó a cargo por unos días para atender otros asuntos que implicaban viajar al norte del país. No negería que era super hermosa y muy sexy, pero no era mi estilo de mujer, no una que se comporta como prostituta sentándose en el regaso de su jefe de dieciocho años y mostrandole las bubis ciliconadas en pleno día.
_ Mónica ¿Se encuentra el CEO en su despacho?
_ Oh, joven Daniel. Su abuelo está ahora, administrando uno de las cedes televisoras de la empresa con su padre. Por ahora no se encuentra.
_ ¿Sabe cuánto demorará?
_ He, no. Es provable que no mucho. - Miró a un lado. Definitivamente me estaba ocultando algo.
De pronto, suena el alta voz del teléfono delatando a la mentirosa y sexy secretaria.
_ ¡Mónica! Tráeme un champán. - Se escuchó la voz del viejo detrás de la línea.
La chica de las bubis, no sabía que cara poner frente a mi presencia, su mentirilla tuvo las más cortas patas, se dispuso a contestar con un: Si, señor CEO, y colgó la llamada para dirigirse a mi.
Suspiró.
_Escuche, su abuelo...
_ ¿Está en su oficina? - La interrumpí.
_ No.
Otra vez sonó el altavoz del teléfono.
_ No te olvides de traer 3 copas, a mi oficina. ¡Rápido!
_ El CEO... - Mónica, quería ocultar su rostro y ponerla a cien metros bajo tierra, se notaba. Sus mejillas estaban completamente rojas de la vergüenza. La dejé con la palabra en la boca, no me importaba que excusa inventaría, solo quería ver al viejo descarado y dejar en claro mi postura ante está situación. Me retiré riendo por debajo y mirando con cara de triunfador. Fui al elevador al décimo segundo piso de la compañía, mientras mi tour por las salas era trunfal; los de los trabajadores eran como completamente extrañados murmurando chismoserías a mis espaldas, decidí no tomarlo importancia y seguir con lo mío, después de todo son solo chismoserías de la gente. Cuando llegué a la oficina, mi puño se detuvo a centimetros de la puerta, pues escuchaba las risas de tres hombres en aquel despacho. Entre ellas estaba el padre de Morelia, con una risa altanera e imborrable de la mente. Sin embargo...
¿Qué hace este señor, CEO de una empresa músical muy conocida, en una pequeña compañía televisiva que casi apenas es notable en el mapa del país? Con cuidado, toqué la puerta._ Adelante Mónica. - Habló el viejo.
_ Lamento decepcionarte, Abuelo. - Ingresé. Pude ver que las personas que hace un momento estaban riendo, se pusieron serios y rígidos de golpe.
_ Daniel... ¡Qué sorpresa! - Mi abuelo se levanto de su asiento.
_ Lo mismo me digo. - Miré a mi alrededor, a los otros acompañantes de la sala, el padre de Morelia se encontraba muy sonriente y contento al verme, justo al lado de mi padre. - Señor, es un gusto que este aquí. - Le estreché mi mano.
_ El gusto es mío, yerno.
"¡¿QUÉ?! ¿Debo estar alucinando? ¿Por qué tengo el presentimiento de que esto es obra de Morelia?".
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Afortunada, entre dos mundos.
Ficção AdolescenteUna joven, divertida ("aunque no lo demuestre") y valiente estudiante de 18 años. Llamada Jacqueline, tiene que luchar... no con monstruos o villanos, si no con la cruda realidad de su vida y persistir arduamente para ella misma. Por otro lado, Mayr...