Capítulo 36 | I Found You

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Mi mirada nublada por las agobiantes lágrimas que no cesaban. Un nuevo sollozo escapo de mis labios en el momento justo que comencé a sentir mi cuerpo temblar de puro miedo, terror, añorando para mis adentros jamás haber tomado un caso tan problemático como lo era este. No podía creer lo ocurrido hace instantes en un pasado cercano... nunca imaginé encontrarlo, aquí, en un contenedor cualquiera con lastimaduras graves.

«Esto es culpa mía...». Me lamente para mis adentros.

Sentía que el corazón se me escaparía por la garganta en cualquier momento. Era la primera vez que me encontraba atemorizada ante tal situación, tan nerviosa, abrumada... ahogada en la agonía de los problemas empeorados por mí misma. Acaricié su rostro y lo observé por algunos segundos, antes de regresar al trance de mis pensamientos, perdiéndome entre ellos una vez más. Sus ojos permanecían cerrados, ocultando los bellos ojos que me habían mostrado tan solo dolor e ira la última vez que pudo regresarme la mirada.

Miré nerviosamente para ambos lados, esperanzada de que los provocadores de semejante atrocidad no volvieran a esta zona, donde abandonaron el magullado cuerpo de él. Varios minutos más tarde de conseguir sacarlo del contenedor por mí misma, lo dejé a un lado de la calle, junto al penoso callejón donde hacía minutos atrás nos encontrábamos ambos. Mantenía su cabeza apoyada en mis piernas, sin dejar de apretar nerviosamente una de sus manos.

Un suspiro escapo de mis labios. ¿A quien podría recurrir por ayuda? ¿Cuál es el nombre del individuo que nos puede alejar de este misera situación? Negué ante mi incapacidad de pedir ayuda... todos los que eran capaces de eso, también eran posibles enemigos.

Con manos temblorosas recurrí a mi teléfono. Aquel quejido de dolor se escucho demasiado cercano, si lo comparábamos al que me llevo a esta situación. Alejé mi mirada de móvil para centrarla en él, y efectivamente había despertado.

—Llamaré a un taxi, te llevaré a un hospital... —su mirada de confusión era impresionante. Al escucharme, simplemente negó rápidamente, pareciendo incapaz de murmurar palabra alguna.— James —lo llamé mirándolo preocupada—, ¿quién te hizo esto? —susurré cerca de su rostro, podrían estar escuchándonos... aunque lo dudo, ya habrían hecho un movimiento siquiera. Mi pregunta no tenía realmente sentido alguno, cuando yo ya tenía en claro quien lideró el secuestro y ataque al castaño.

—Tienes... tienes que irte —murmuró a duras penas. En su mirada logré ver reflejado el miedo de mi rostro... y el sentimiento de culpabilidad regresó a mi cuerpo.  Fruncí el ceño ante lo que él logró decir y negué frenéticamente. ¿Cómo él podía siquiera llegar a pensar que lo dejaría aquí, completamente solo, sin mencionar que herido y a mitad de la nada? Acepto que llegué a usarlo por el plan, pese a esto no soy capaz de poner en práctica tal crueldad. Tengo corazón, por más difícil que sea notarlo...

—¿Estas demente? No te dejaré —suspiré y antes de siquiera esperar su respuesta comencé a buscar el número del taxi. 

—Por favor... —negué instantáneamente. Era la primera vez que lo veía tan débil, aún así no me rendiría ante sus peticiones, él necesitaba urgentemente visitar a un médico. 

—Mírate nada más —lo señalé—, ¡no creo que siquiera puedas caminar! —exclamé sin apartar la vista de sus heridas. Mi mano seguía entrelazada con la suya, cuando sentí como la apretaba levemente, concentrando toda mi atención en él. 

—Volverán —me miró fijamente, con sus ojos fijos en los míos, dándome a entender que lo que decía era en serio—, los escuché cuando me traían, soy un señuelo. Quieren atraparte a ti —suspiré, dejé a un lado el teléfono y acaricié su rostro con dulzura en un intentó por calmarlo.

—Ya lo sé. Por eso tenemos que irnos, juntos.

Ninguno dijo nada por los siguientes minutos. Todo era silencio. Su rostro carecía de expresiones, las cuales eran representadas perfectamente por sus hermosos orbes pardos. Sostuve su mirada de igual manera como él hizo con la mía. Eramos solo nosotros; intercambiando miradas en una lucha interna por quien era el dueño de la decisión más conveniente, en un tema tan simple pero tan peligroso, y yo no cambiaría de parecer, mi decisión era firme. El tiempo ya no existía en esos instantes que parecían eternos, y eso me encantaba. 

Fijé completamente mi atención en él. Para mis adentros gritaba por levantarme, llevarlo conmigo a algún sitio seguro y alejarnos del posible lugar donde nos emboscarían en el momento menos esperado. Pero mi cuerpo se oponía a responder, y tan solo permanecí allí, con mi mirada perdida en la suya como si nada más importara ya. Mi corazón se encogió, cuando en sus ojos nuevamente note el reflejo del dolor causado tan solo por mí misma, y me avergonzaba de haber dejado una cicatriz tan profunda en el interior del ahora agraviado joven que se hallaba frente a mis ojos.

Cuando menos lo esperé el castaño se encargó de amputar el lazo que habíamos sostenido por largos segundos interminables, segundos que jamas olvidare, que llegaron a ser más significativos de lo que realmente parecían ser. Sus ojos se fijaron en el frío suelo donde nos mantuvimos todo este tiempo, desde inclusive antes de que él pudiera recobrar el conocimiento, luego de las inimaginables torturas que le habrá proporcionado Henderson. 

—James, por favor... —rogué mirándolo suplicante. Él se negaba a mirarme, lo noté enseguida percibí la tensión en el aire que respirábamos. Un simple asentimiento de cabeza fue la respuesta positiva por su parte. Hice una mueca, sintiendo mi estomago retorcerse ante la culpabilidad creciendo en mi interior.

—No podemos volver al departamento. —Fruncí el ceño, y antes de que pudiera siquiera formular mi pegunta él ya me estaba respondiendo:— Solo confía en mí —murmuró sin siquiera mirarme. Asentí, y mi mente instantáneamente recreo el escenario perfecto, el lugar... el vehículo. 

—¿Puedes caminar? —pregunté observando preocupada cada herida que le impidiera realizar tan sencilla acción. Él asintió en respuesta, y sin decir nada más se encontraba apoyándose en la pared a nuestro lado, para así mantenerse en pie— Tengo un plan.

𝗔𝗴𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗜𝗻𝗳𝗶𝗹𝘁𝗿𝗮𝗱𝗮 / ʲᵃᵐᵉˢ ᵐᵃˢˡᵒʷDonde viven las historias. Descúbrelo ahora