Capítulo 43 | Unknown

259 19 5
                                    

Los ojos de la castaña se abrieron de golpe al ver como el castaño era apuñalado una, y otra, y otra vez más. No soportaba verlo en esa condición, sintiéndose completa y profundamente culpable al haberlo involucrado en tan mortalmente peligrosa situación. Decidió cerrar los ojos para así evitar derramar lágrimas, eludiendo con aquel simple gesto observar tan cruel y descorazonada escena.

Sin embargo, eso no sería suficiente. En los oídos de la entrenada agente resonaban los quejidos del castaño, hasta podía escuchar la sangre salpicando en las paredes... manchando todo lo que se mantuviera cerca.

—¡B-basta! —logró balbucear ella entre tantos sollozos que de la nada se escapaban de sus rosáceos labios.

Un nudo se atascó en su garganta al escuchar la respuesta del individuo que maltrataba al castaño, su castaño. —¿No verás cómo lentamente muere? Es tú culpa, Park... solo tuya.

—No es cierto —susurró ella en respuesta. Su sangre hirvió de puro coraje. Forcejeó con las cadenas intentando soltarse, abrió sus ojos en los mismos instantes y su mirada se cruzo con la del menos imaginado líder, aquel que jamás habría imaginado que Schmidt y Henderson tendrían como jefe y guía de todos sus crímenes. Era él...

La joven agente despertó de golpe. Su respiración algo agitada y sus ojos llenos de lágrimas. Dándose cuenta de que tan solo había sido un sueño, o tal vez la predicción de lo que sucedería en menos de lo que esperaba. Tan solo rezaba por la seguridad de James, era ella quien merecía todos esos maltratos, era ella quien persiguió durante tantos años a esos rufianes. A pesar de que James pudo causar ciertas molestias en su secuestrador...

Se acomodó lo mejor posible para volver a dormirse. Necesitaba descansar, o al menos intentarlo. Aunque, estar encadenada con sus manos en la parte baja de su espalda, casi en el suelo, no era lo que se podría llamar como un hotel de lujo, ni nada por el estilo.

Antes de cerrar sus ojos, se fijó en la sangre empapando poco más abajo de su rodilla. Era sentir el mismísimo infierno moverse. Podría ser que la bala llegó hasta el hueso... Tan solo una posibilidad, ya que el dolor que sentía era demasiado intenso como para ser algo "superficial".

Un suspiro de puro cansancio escapó de sí. Necesitaba salir de ese lugar pronto. Antes de que él, llegara.

**

Redmond no había salido de la oficina de Alexa hacía ya bastante rato. No iba al baño. No comía. Seis horas o tal vez hasta más. A él no le importaba si ella llegará, o el moreno. Necesitaba pruebas y las conseguiría.

Ni siquiera la voz de su jefe a sus espaldas lo detuvo. Ya bastante rato llevaba el Sr. Belt observando a uno de sus mejores agentes casi explotar en busca de algo más que el teléfono de Maslow manchado en sangre, como prueba para inculpar a su sospechoso, y tal vez a su cómplice.

Ya había mandado a desbloquear el aparato con especialistas. La función de GPS en el móvil era su principal fuente de esperanza en aquellos momentos, pese a no haber perdido las expectativas sobre encontrar algo más allí, en esa oficina.

—Redmond.

Él ni se inmutó ante la voz de su jefe llamándole.

—Agente, por favor deténgase. —aún nada— ¡Josh! —el morocho casi cae de la silla giratoria del lugar al escuchar el grito resonar en el lugar.

—Perdone, tan solo quería...

El mayor lo detuvo antes de que continuase, y hablo él en su lugar. —Necesitas un descanso, Redmond. No creo que consigas nada más aquí —el morocho hizo una mueca en respuesta, maldiciendo para sus adentros—. Además, ¿no has pensado en qué ese teléfono tan solo es una prueba que ella encontró por su cuenta, y luego se los enseñaría a ustedes?

—No lo creo. La sangre que había en esa bolsa de evidencias ya había coagulado. Tenía bastante tiempo allí, por lo menos un fin de semana. No lo guardaría tanto tiempo... —murmuró pensativo.

El superior a Redmond negó lentamente, y soltando un suspiro de resignación salió de allí, dejando a Josh completamente solo en mitad del empeorado desorden por él mismo.

Se levantó con lentitud, queriendo no abandonar sus ideas y teorías de lado. Él sabía quién era el culpable de todo eso. Se mordió el labio inferior ya luego de haberse situado en la puerta del lugar, pensativo sobre las acciones que tomaría en adelante. Su estomago rugió en un notable síntoma de hambre. Y sin saber que más podría hacer, caminó hasta su oficina y sacó de un cajón un sándwich que guardaba allí en casos como esos.

No dejaría la oficina de Alexa en mucho rato. No obstante, sí llegaban pruebas en aquel teléfono perteneciente a Maslow, podría existir una excepción.

**

Abrió sus ojos de golpe al escuchar como la puerta de metal se cerraba con fuerza. Sonrió aliviada al ver al castaño y él le sonrió de la misma manera, aunque tal vez algo forzado. Los golpes que había recibido eran notables. El labio partido y ser arrastrado por su secuestrador, eran síntomas de que continuaba débil luego de la anterior paliza que seguramente recibió.

Sin embargo, los rasgos de la agente se oscurecieron, su sonrisa se borró al conjunto de los restos de alivio al verlo a él.

—¿Sabes? Él no tiene nada que ver en esto —se encogió de hombros ella, en un intento de parecer confiada, todo lo contrario a como se sentía en realidad.

—Lo sé, y esto —señaló la habitación y luego a sus prisioneros, James y a ella misma—, es tan solo tú culpa.

La joven en respuesta lo miró con desprecio. —Jamás pensé que fueras capaz de este tipo de cosas. Eres... eres un... —ella negó rápidamente, sin encontrar una palabra que describiera al sujeto.

—¿Un traicionero? —completó él con un gesto burlón plasmado en su rostro.

—Peor que eso. Eres despreciable... —justo cuando iba a mencionar su nombre, él la abofeteo con fuerza y ella lo miró con odio. Al igual que en su sueño, forcejeando con fuerza al querer devolverle el golpe.

—No me hables así —ordenó mirándola desafiante—, a menos que quieras que él —señaló con su dedo índice a James, quien no dejaba de mirarlo con el mismo odio que el que crecía en el corazón y alma de la agente—, sufra todo lo que me hiciste pasar a mi por todos estos años...

La mirada de el rígido dirigente de aquellos asesinos seriales se cristalizo. Ella sintió un dolor agudo en su pecho, aun así no era aceptable que él la tratara así.

—Esto no tiene que acabar así —sus ojos lo observaron con cierto cariño, intentando calmar al psicópata que ocasionó tantos homicidios y múltiples robos.

—Ya es muy tarde para arrepentirse, Agente Park —la voz de Logan entrando en la habitación,  resonó en sus oídos y ella miró con temor el arma en sus manos apuntándole a ella.

𝗔𝗴𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗜𝗻𝗳𝗶𝗹𝘁𝗿𝗮𝗱𝗮 / ʲᵃᵐᵉˢ ᵐᵃˢˡᵒʷDonde viven las historias. Descúbrelo ahora