Capítulo 32 | I Lose You

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_______ corrió por toda la universidad, hasta llegar a ese lugar, donde obtendría una de las respuestas que solicitaba: La oficina del director.

La dejaron pasar sin chistar; al ser una alumna reconocida del plantel, todos, sin exceptuar a aquella gruñona secretaria de su director, la admiraban y reconocían sus méritos como estudiante estrella. Le contó todo lo ocurrido al otro Infiltrado, dentro de la institución, su mirada fija en los azules ojos de aquel hombre mayor, sin olvidar de relatar con lujo de detalles la reciente situación. El Director y Agente Christian Griffin. Él estuvo en aquella misión desde algunos años antes que nuestra principal espía, luchando por encontrar la más mínima pista que pudiera dejar a Henderson tras las rejas sin avanzar con el caso. Él agente asintió rendido, y le sonrío algo forzadamente, aceptando la petición de guiarla hasta la sala de cámaras. 

Unos cuantos minutos más tarde, en los cuales las molestas miradas siguiendo a su persona caminar junto al hombre que era autoridad allí, arribaron en su destino. La joven había sido dejada completamente sola en aquella habitación llena de pantallas mostrando cada pasillo de las instalaciones, tan lleno de estudiantes que seria imposible encontrar a uno resaltando ente todos ellos. Soltó el aire que contenía en un largo suspiro que dejaban ver la frustración que se alojaba dentro de su ser, al no lograr localizar al castaño, sintiéndose devastada ante la idea de Henderson asesinando a James frente a sus ojos.

Negó rápidamente, alejando esas ideas e intentando pensar en positivo. ¡Ella no regreso a casa la noche anterior! Rió sola, sintiéndose bastante estúpida por imaginar aquella exagerada historia. 

Corrió fuera de allí, sin importarle las aun curiosas miradas fijas en ella, que ahora tan solo mostraban curiosidad al ver su carrera fuera del lugar, con sus ojos brillantes de alegría, pese a que ella tuviera la teoría de que su felicidad no era más que por saber que Henderson no se había salido con la suya, dejando libre a aquella presa fácil. 

Ella se negaba a admitir por su propia cuenta que la sonrisa plasmada en su rostro se debía a volver a verlo luego de tantas horas... Se negaba a aceptar que las lágrimas de felicidad que aún resbalaban por sus mejillas, empapandolas en segundos, tenia un nombre bastante repetido en aquella universidad. Se negaba a consentir esa idea, de haberse enamorado de aquel joven al que solo había involucrado en su vida por trabajo. 

Recordó con una lucidez increíble días pasados, en los que se preocupaba por lo qué pensaría el castaño cuando se enterará de las verdaderas, simples y tristes razones del repentino acercamiento de la nerd, a un chico como él. Todos conocemos la típica película en la que el popular se enamora de la nerd, la sabelotodo... en unas simples palabra podemos definirlo: la chica excluida. Pero, ¿En serio ella lo era? Todos ya conocemos la dolorosa y cierta verdad, que destrozaría a muchos si llegará a ser descubierta.

El semblante sonriente en el rostro de la chica desapareció. La palidez en su piel, las gotas de sudor resbalando por su frente... Nos daba a entender la preocupación reflejada en tan simples e insignificantes acciones, y a su vez eran características de lo abrumada que se encontraba la Agente. Encendió la radio de su automóvil, llenando el desagradable silencio que la rodeaba con algo de música pegadiza. Tarareo una conocida canción luchando por despejar sus ideas, convenciéndose a si misma de que, por la falta de sueño, se encontraba divagando. 

En un abrir y cerrar de ojos se encontraba frente a la puerta del departamento que consiguió gracias a la agencia, el cual compartía con él. Su mano temblorosa se posiciono sobre la manilla fría, lentamente abrió la puerta y se sorprendió por la tranquilidad del lugar. Sintió escalofríos cuando entró por fin, y el único sonido inundando sus oídos era el de su propia respiración. Ignorando la agitada manera de inhalación de aquella significativa acción para sobrevivir, el sosiego en la sala la alteraba de una manera sorprendente. 

Aves cantando, la sirena de un policía... O el simple soplar del viento a las afueras, consumían los nervios de la joven, que tan solo se disponía a mirar a todos lados, insegura de haber ido a allí.

Una puerta abriéndose fue suficiente para hacerla sobresaltar e instintivamente colocar sus manos en su arma, pese a que la mantuvo escondida en todo momento. Suspiro de puro alivio, y se lanzo a abrazarlo sin fijarse antes en él, en su rostro, en el dolor que reflejaban sus ojos. Él se mantuvo tenso bajo los brazos de la chica rodeándolo, tan solo la rechazo, alejándola con una suavidad increíble para el sin fin de emociones dentro de él. Ella finalmente se rindió en su tarea fallida de ceñirlo con sus brazos. Se alejo confusa, frunciendo el ceño ante sus facciones serias.

— James... ¿Qué ocurre? —preguntó desconcertada ante su rechazo, sin notar las verdaderas razones de su reacción. Él bufa notándose enojado, girando el rostro evitando fijar sus ojos en ella. Un par de pasos dirigiéndose hacia el castaño, en los cuales el retrocedió cada uno de los que ella avanzo— J-james... —interrogó con temor a escuchar su respuesta.  

— Dime algo, ¿piensas que soy...?  —se calló a mitad de la oración, dejando a la chica frente a sus ojos aún más desconcertada. Negó rápidamente, e intento continuar su camino hacia la puerta inútilmente, ya que ella ya se encontraba bloqueandole la salida— Quiero irme —menciono notablemente incomodo y molesto ante la situación frente a la que se encontraba.

Ella había recuperado su estado de nerviosismo de antes de bajar del auto. Temblorosa, pálida y con un gigantesco temor en sus ojos.  

— No —respondió seria, cruzándose de brazos y situándose justo frente a la puerta de salida.

Su mirada temerosa se transformo a los segundos, sus profundos ojos celestes ya no reflejaban ningún sentimiento en ellos. Preocupada de que él conociera la verdad, tan solo intentaba detenerlo. Actuar como ella era realmente; o alguna vez llegó a ser, y debería de mantenerse con ese profesionalismo al hablar, tan lejana a las personas que la rodeaban... Como siempre fué, hasta que llegó él. Solo había un pequeño detalle en esto, todo lo relacionado a Henderson era trabajo. Lastimosamente, una parte de su cuerpo no consideraba a Maslow trabajo, su corazón se negaba a aceptarlo como algo tan poco primordial como verdaderamente lo era para su ser. Se sentía herida por su manera de oponerse a ella, pese a ser quien causo el dañó allí realmente había sido ella. 

— ¿Por qué? —preguntó completamente serio, antes de clavar sus verdosos orbes en ella, causando un estremecimiento recorrer por el cuerpo de la castaña. 

— Necesitamos hablar. —contestó insegura de sus palabras. Él rodó los ojos en muestra de fastidio, bufando nuevamente. Ahí ella noto que el James que ella conocía había desaparecido, reemplazándolo su vieja versión, la de antes de haber posado sus ojos en ella y perderse como tantas veces luego de aquella primera vez.

— Eso ya lo sabía —ella frunció aún más el ceño, haciéndose la desentendida ante la anterior pregunta de James—. Lo sé todo —murmuró lanzando unos papeles a los ojos de ella. Ella abrió la boca incrédula, luego de agacharse y revisar el contenido de estos. Los expedientes de El Caso Henderson y cada una de las notas, pistas y planes referentes al mismo. Incluyendo el no tan fallido plan B, que al final, incluyó a James como parte del caso, sin que él lo supiera. Ella se encogió en su lugar, con el sentimiento de culpa embriagandola. Un balde de agua helada cayendo sobre ella se hubiera sentido igual o inclusive mejor. 

Todos los sentimientos volando dentro de ella eran indescriptibles, y cuando menos lo noto las lágrimas empezaron a caer. No tenía idea de la razón de estas.  ¿La preocupación ante ser despedida del trabajo al que dedico toda su vida? ¿Los nervios causados por el pensamiento de lo que ocurriría con ella luego de que un ser, casi ajeno a su verdadera identidad, la descubriera? O... tan solo, ¿El simple hecho de perderlo a él?


𝗔𝗴𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗜𝗻𝗳𝗶𝗹𝘁𝗿𝗮𝗱𝗮 / ʲᵃᵐᵉˢ ᵐᵃˢˡᵒʷDonde viven las historias. Descúbrelo ahora