Capítulo 35 | I Can't Believe...

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Sin siquiera saber lo que haría, lo hice a un lado de un empujón y en mi intento de huida tropecé inútilmente. En esos instantes agradecía la permanencia de Josh a mi lado, ya que me retuvo en sus brazos antes de que mi rostro llegara a tocar el frío suelo. Nos mantuvimos en esa posición por un tiempo, no puedo tener la certeza de cuanto tiempo duramos en aquella postura, en la cual mi compañero me sostenía tomándome de la cintura. Retuve la respiración al percibir la suya en la parte posterior de mi cuello, sin entender la razón de nuestra repentina amistad. Hace muy poco le hubiera golpeado en su 'zona sensible'... pero, ahora todo era distinto. Mi enemigo se volvió alguien demasiado cercano, y temía que fuera un error.

— Josh, por favor déjame. —forcejeé en un intento de soltarme, sintiéndome de un momento a otro asfixiada por todos los sucesos que me rodean en la actualidad. El agarre de mi compañero era firme, lo suficiente como para que en mi momento de crisis me consolara, me relajara...— Josh —mencione en un tono de advertencia, logrando al fin que me soltara. Retrocedí, dejando en claro que apreciaba el espacio vital.

Él bufa.— Necesito que respondas ahora. ¿Qué sucede contigo? —baje la mirada, procurando esconder las lágrimas que luchaban por brotar de sus ojos.— _______...

— Perdí al plan B... Eso es todo lo que diré —murmuré aún cabizbaja, ya sin temor a dejar escapar todo lo que me abrumaba por dentro.

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Ambos manteníamos el intenso silencio que permanecía entre ambos. El lugar estaba bastante concurrido esta noche. Aquel pequeño cafetín, conocido por su ambiente hogareño, cada noche se llenaba de clientes sonrientes, satisfechos ante el amable trato de los empleados que atendían al lugar. Personas sonrientes rodeando a este dúo bastante impar. Risas y personas completamente introducidos en sus propias conversaciones llenando los oídos de uno y otro. 

Mi mirada fija en el mantel que cubría pequeña la mesa redonda que ocupábamos. Limpié los restos de mis lágrimas antes de soltar un suspiro de pesadez. Me sentía física y mentalmente agotada, delante de la situación que no dejaba de agobiar mi ser.

— ¿No me explicaras nunca cómo 'perdiste el plan B'? —le dí un trago al ron que me sirvieron, tomándome de un solo trago el liquido contenido en el vaso de vidrio. Me sentía terrible... jamás bebía, aun así, sentía la enorme necesidad de hacerlo, olvidar mi vida por un rato aunque sea. Mi garganta ardió e ignoré aquel hecho por completo.

— No —negué cortante, arrastrando un poco las palabras pese a haber consumido tan solo una copa.

Mantuve mi mirada fija en la nada, sintiendo un gran vacío en mi pecho. Un único recuerdo se cruzó por mi mente, y era el de mi cuerpo chocando con un fuerte pecho de ese atlético chico. Eleve mi mirada y al instante mis ojos se cruzaron con aquella mirada verdosa con tonos canela, quedando completamente perdida bajo ese par de orbes avellanados. Recuerdo a la perfección el preciso momento en que todo ocurrió, donde idee la transformación del plan original. Suspire dándome cuenta de que desde el comienzo de todo esto, los encantos de aquel joven hombre derribaron todas las defensas que protegían a este corazón de piedra.

Una incesante voz diciendo mi nombre una y otra vez me hizo sobresaltar. Fije mis ojos en mi acompañante y un suspiro escapo de mis labios al momento en que me levantaba.

— ¿Ahora adonde iras? —frunce el ceño confuso. No respondí, tan solo me encogí de hombros y me dispuse a dirigirme a la salida.— No conducirás así, dame tus llaves... —suspire girándome y dejándolas frente a sus ojos en la mesa. Caminaría, no habría problema alguno, me mantenía en mis cinco sentidos, apenas bebí una copa. 

Unos pasos a mi espalda luego de haber salido del lugar. Bufé enojada al escucharlo llamarme.— Necesito un respiro, Josh. —continué mi caminata sin detener mi decidido andar. Unos acelerados pasos antes de una mano apretando mi brazo, suspendiendo mi intento de regresar a casa y descansar de una vez por todas.— Te dije que...—me giro en un movimiento de improvisto, casi derribándome ante tal acción. Gruñí como advertencia, regalandole una mirada venenosa antes de colocar mis manos en su pecho, empujando levemente para volver a poseer mi preciado espacio.

— ¡No puedes irte así! Estas... —lo interrumpí antes de que continuara hablando, silenciando sus quejas sobre mi estado, el cual estaba perfectamente bien.

— Basta, Redmond. Iré a casa, sola —eleve una mano deteniéndolo de negarse al instante, al notar sus intentos por vociferar sus quejas—. Soy una agente entrenada, no bebí demás y caminaré. Ya deja de preocuparte por mi, comienza a buscar a Henderson es lo que debes hacer... —lo mire completamente seria, dándole a entender tan solo con mi mirada que no aceptaría ayuda.

Me giré sobre mis pies, y reinicié mi rumbo directo a casa, y corrí hacia la oscuridad de las calles desoladas. No había ni un alma en el camino que recorría. Un trote algo acelerado, constante y sin fallos hasta que en un lamentable descuido caí en la dura acera, dejando algunos rasguños en mis brazos, los cuales evitaron que mi rostro chocara contra el suelo. Gemí de dolor viendo la sangre correr. Suspiré sentándome. La acera estaba helada y aún húmeda luego de las perseverantes lluvias azotando a la ciudad.

Un quejido de dolor alerto mis sentidos. Me levante de un salto sacando mi arma y apuntando hacia donde provino el extraño sonido de alguien gimiendo de dolor. Un callejón oscuro... ¿esto no podía ser más cliché? Bufé enojada. 

«Seguro es un vagabundo y me preocupo por nada». Medité para mis adentros.

Miré el callejón a fondo, y no había absolutamente nada más que basura, botellas vacías y un contenedor que tan solo contendría aún más basura. El farol de la puerta trasera de un local iluminaba tenuemente el sitio, causándome escalofríos al notar lo lúgubre que lucia el lugar. Suspire negando. 

«Tal vez fue un gato o algo...». Suspiré. Tome una gran bocanada de aire y me giré lista para huir, sintiéndome intimidada ante lo tenebroso del callejón solitario. Otro sonido misterioso, una patada a un contenedor de metal... Nuevamente mi curiosidad me ganó, media vuelta y ya me encontraba junto al contenedor. Mis manos temblaron, con una sostenía mi arma, con la otra intente alejar la tapa que evitaba que mis ojos descubrieran al ser que se encontraba atrapado allí. Mis ojos inspeccionaron el contenedor, un candado...

«Esto es malo...»

Observé mi alrededor teniendo precaución. Me fije en las calles desoladas, baje la mirada a las heridas en mis brazos hasta que finalmente me decidí, le disparé al candado que tenía al frente, volando la seguridad del sospechoso contenedor. 

— ¡Si! —celebré para mi misma. dejé el arma en el suelo y abrí el contenedor completamente agitada por descubrir que ocultaban allí. Mi mirada decayó y solté un grito horrorizado. Jadeé levantando la tapa completamente, mis manos temblaron cuando quise ayudarlo.— N-no... —sollocé a mitad del infernal silencio que me rodeaba.


𝗔𝗴𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗜𝗻𝗳𝗶𝗹𝘁𝗿𝗮𝗱𝗮 / ʲᵃᵐᵉˢ ᵐᵃˢˡᵒʷDonde viven las historias. Descúbrelo ahora