Capítulo 42 | Treason

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La lluvia era relajante ese día, lo suficiente como para mantener una lectura, tal acto justamente era realizado por aquel odioso Agente que ganó tantas miradas de envidía luego de convertirse en uno de los mejores entre la organización.

La mirada del morocho era una muestra de su completa concentración en la lectura que había iniciado para sobrevivir esos eternos momentos de aburrimiento mientras esperaba noticias de su compañera, quien huía y se agazapaba al ser perseguida por peligrosos asesinos. 

Él jamás cambiaría su manera de ser. Despreocupado por todo aquel que no fuera sí mismo. Sí, así era el segundo mejor Agente de la agencia, y continuaría conservando su para nada solidaria actitud. Tan astuto como un zorro y tan despreciable como un feroz lobo con deseos de atacar a un bebe.

Su lectura trataba sobre mitología griega. Realmente no es que se interezara mucho sobre el tema, tan solo sentía el deseo de aprender algo nuevo y tomo el primer libro que encontró a su vista unas horas antes en la libreria que se encontraba dando la vuelta a la calle.

Delante de su persona, con algunas capaz de vidrio y concreto por otras zonas, se encontraba el moreno entablando una conversación con aquella rubia que tanto cariño le tomo al lastimado corazón perteneciente al hombre frente al cual se encontraba. 

Josh despegó sus sentidos del libro, soltando un suspiro que denotaba cansancio. Observó a unos cuantos metros la escena de esa pareja hablando a través del cristal, y el sexto sentido del Agente se encendió. Las facciones del moreno eran bastantes duras, llegaban a ser malhumoradas o podría significarse nada más que del desprecio de aquel meticuloso mirón al fijar su atención en él. La temerosa secretaria que se situaba a un par de pasos del hombre frente a sus ojos tenía aspecto vigilante, nervioso.

El morocho para sus adentros se preguntaba si solo veía cosas donde no existía absolutamente nada, acobardado de haber perdido sus dotes astutos, esos sagacez sentidos tan suyos para hallar pistas que demasiados pasarían por desapercibidas.

Se levantó fugazmente en cuanto el de piel más oscura se dirigía al ascensor, seguido de la inquieta rubia a sus espaldas. Quería seguirlos, no planeaba nada más que eso, lamentablemente una voz a sus espaldas lo hizo helarse. Frunció el ceño al verlo.

¿Qué  hacía él ahí?


**

La Agente Park abrió los ojos de golpe cuando la escena pasada se repitió en su mente, como una pesadilla... y ella esperaba que eso fuera, mas no era así. Se sintió completamente frustrada al verse a sí misma encadenada frente a una pared, bastante cerca del suelo a decir verdad. Su atención se dirigió por instinto a la pierna que había sido atravesada por la bala, llena de sangre por sobre el pantalón y manchando todos los alrededores con la misma. 

Forcejeó durante algunos minutos y en esos instantes se dio cuenta de que sería imposible siquiera pensar en una escapatoría de ese escalofriante lugar. Todo el camino estuvo desmayada luego de semejante golpe proporcionado en su cabeza algunas horas antes, pese a esto, ella sabía exactamente la ubicación a donde había sido llevada: una juguetería abandonada bastante cerca de las afueras de la ciudad.

Gritar sería un desperdicio por completo. A sus alrededores existían los callejones más peligrosos que la ciudad podría tener, muchas otras fabricas de juguetes y un bosque no muy lejos de allí. Las calles eran de tierra, demostrando la extrema pobresa de esa zona en la gran ciudad.

¿Como era posible que ella supiera eso? Era bastante sencillo, no necesitaba ser una Agente entrenada para decifrar algo de esa magnitud, o tal vez sí. Pero igualmente aquellos afiches deteriorados con el tiempo pegados en las paredes del sótano donde permanecida encerrada eran un excelente detalle, que helaría los huesos de cualquiera si percibes la tétrica sensación de la oscuridad atrapandote, al conjunto de esos tenebrosos muñecos destrozados, sobresalientes de una caja al otro extremo del pequeño cuarto. Los afiches de muñecos lucían escalofriantes a este punto.

Suspiró pesadamente y cerró los ojos luego de evaluar la situación, sintiendo un punzante dolor a un extremo de su cabeza, exactamente donde la habían golpeado al punto de noquearla.

Se preguntaba donde estaría el castaño en esos momentos, si viviría o no. Nadie lo podría adivinar, y ella no lo salvaría, como pensaba hacerlo en los últimos días.

**

La expresión de sorpresa en el rostro del morocho era divertida para cualquiera que pudiera observarlo. La boca ligeramente abierta y los ojos fijos en la persona que menos esperaría ver.

—Señor Belt, ¿qué hace usted aquí? Se supone que estaría fuera un tiempo...

—Siento que ya es momento de relevar a la Agente Park de su caso, ya acabó el tiempo que acordamos. —Josh asintió sin presatarle demasiada atención. El Caso Henderson era un dolor de cabeza, no sentía ni la más mínima pizca de emoción al ser el Agente a cargo de colocar tras las rejas a Henderson. 

—Necesito hacer algo antes —su jefe asintió y dejó retirarse al morocho, quien corrió a la pequeña oficina donde trabajaba Alexa. Supuso que si él ocultaba algo, no lo haría en su propio computador.

En cuanto entró a ese sitio, sus ojos volaron por los papeles lanzados en el escritorio, como si quien hubiese estado ahí poco antes se encontrara contra el tiempo, apurado. Era algo totalmente desconcertante, ya que Alexa Brooks era una persona tranquila y sumamente ordenada, aunque también sumisa ante las ordenes de alguien superior.

El paso siguiente para Josh fue realizado por puro instinto. Tan solo le hizo falta abrir un cajón y remover los papeles allí dentro para encontrar un teléfono manchado con algo de sangre dentro de una bolsa de evidencia.

Luces rojas y una alarma resonante en sus oídos en el preciso instante al momento en que el Agente Redmond se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Salió a paso apresurado de la oficina y ver a todo aquel que pudiese correr a la zona donde mantenían encerrados a los convictos y demás personajes bajo custodia de la agencia, aquellos que necesitasen ser investigados por la organización antes de ser enviados a una verdadera prisión.

No le hizo falta escuchar con palabras que ocurría. Alguno de esos prisioneros habría escapado, o tal vez... lo habían soltado.

Existía un traidor en la agencia, y Josh sabía exactamente quien era.







𝗔𝗴𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗜𝗻𝗳𝗶𝗹𝘁𝗿𝗮𝗱𝗮 / ʲᵃᵐᵉˢ ᵐᵃˢˡᵒʷDonde viven las historias. Descúbrelo ahora