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Suspiraste algo cansada a la vez que seguías escribiendo en aquella libreta, malditos trabajos finales.
Hace unos minutos habías pedido un café —cargado— y estabas ansiosa por su llegada, te hacía mucha falta.
-La guerra se originó...—Murmurabas mientras movías tu mano.
-Disculpe, señorita.—Te llamó una dulce y tranquila voz. -Aquí tiene, un café muy cargado, que lo disfrute.
Después de agradecerle, te disponías a darle un sorbo a tu adorado café, cuando notaste un pedazo de hoja debajo de éste.
"Por favor, llámame, me gustaría salir contigo algún día... o quizá siempre. "
Era lo que venía escrito ahí, junto con un número telefónico, que —claramente— era de él.
Volteaste desconcertada, topándote con sus hermosísimos ojos marrones, y debajo de uno, un lindo lunar. Sus mejillas estaban levemente sonrojadas y sonreía levemente.
Asentiste apenada y cada uno volvió a lo suyo, aunque cada dos por tres se echaban unas miraditas rápidas.
