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Entraste al gimnasio junto con tu mejor amiga; Yachi Hitoka. Aquella rubia había hecho una de las cosas que siempre le agradecerías de por vida; presentarte al equipo de voley, y con ello, a tu adorado Asahi.
Sí, te gustaba el "intimidante" chico del equipo masculino de voley.
-Con permiso.—Murmuraste. -¡Ah, Yacchan! Olvidé algo en mi taquilla, ahora vuelvo.
Diste media vuelta empezando a correr, pues ese "algo" no era nada más ni nada menos que una toalla femenina, sí, Andrés estaba en casa. Pero fuiste detenida —sin querer— por algo firme.
-¿¡_-______-chan!?—Exclamó con preocupación. -¡Lo siento!
Rápidamente se separó de ti y te dedicó una mirada arrepentida.
Estabas dispuesta a contestarle con un "No te preocupes" y —quizá— conversar un poco más, pero sentiste algo familiar allá abajo. Hiciste una cara de terror y saliste corriendo de allí.
Dejando a un Asahi algo deprimido.
-La asusté...—Susurró. -No merezco a alguien como ella.
Y con eso dicho, siguió caminando hacia el gimnasio.
(...)
Después de aquél incidente lo notaste más distante, por lo cual tomaste la iniciativa siempre que podías.
-Hola.—Dijiste calmadamente a la vez que te sentabas a su lado.
-H-Hola...—Miró hacia otro lado con una ligera mueca de tristeza.
Aunque dijese que no pasaba algo, tú sabías que sí.
-Oye, Asahi...—Le llamaste tímidamente. -¿Está mal que esté enamorada de ti?
Tomaste delicadamente su mano con la tuya, mostrando tiernamente la gran diferencia de tamaños.
-¿Qué?—Sonrió sin darse cuenta. -¿Lo dices enserio, ______-chan?
Asentiste sonriente, al fin habías dicho todo eso.
Pero al parecer no eras la única feliz ahí, pues, sin darte cuenta, el equipo había presenciado la escena, empezando a aplaudir en forma de celebración.
¡Beso! ¡beso! ¡beso!
Hicieron caso a los gritos de los chicos, y unieron sus labios en un tierno beso, el más tierno de todos.
