❀Kuroo Tetsurō

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Asistías a Nekoma, junto con tu novio, Kuroo

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Asistías a Nekoma, junto con tu novio, Kuroo.

Eran una pareja tierna a la vista de todos, ya que tú de un metro con cuarenta y él de un metro con ochenta y siete. Sí, cuarenta y siete centímetros de diferencia.

-Oye, Kuroo.—Le llamaste.

-Ya te dije que podías llamarte Tetsurō.

-Lo sé, pero me gusta más Kuroo.—Reíste.

-Bueno, ¿qué pasa?—Apoyó un brazo en tu cabeza.

-Oye, ¡ya te he dicho que no te apoyes en mí!—Frunciste el ceño.

-Lo sé, pero me gusta hacerlo.—Rió.

-Como sea, quería pedirte algo.—El bufó.

-¿Otra vez de compras?

-No, déjame terminar.—Le miraste mal. -Quiero que me enseñes a jugar voley.

Su asombro se mostró en su cara.

-Lo hubieras dicho antes, enana.—Sonrió. -Claro que lo haré.

-Gracias, negro.—Le abrazaste por la cintura... ya que solo llegabas ahí.

-¡No me digas así!—Agarró una de tus mejillas y las estiró.

-¡Y tú no me digas "enana"!—Le sacaste la lengua.

Sin duda, una tierna pareja.

(...)

Quedaron al final de clases, Kuroo suspendió la práctica solo para enseñarte a ti.

-Entonces lo tomas así.—Tomó un balón de la canasta.

-Y lo lanzas así.—Lo lanzó al aire. -Y lo golpeas así.—Lo golepó y lo lanzó al otro lado de la red.

Tu mirabas atentamente cada movimiento.

-Creo que puedo hacerlo.—Tomaste otro balón.

Imitaste sus acciones, pero al momento de golpearlo éste no pasó ni medio metro de la cancha.

-JAJAJAJA.—Rió con su típica risa de villano.

-¡No te rías!—Golpeaste levemente su pecho.

-Lo siento, lo siento.—Secó una lagrimita. -Es que tus brazos son tan cortos y tus manos muy pequeñas.—Volvió a reír.

Inconforme volviste a intentarlo, fallando en el intento pero ahora alcanzó el metro, por lo menos.

Seguías y seguías, hasta que por fin lo lograste.

-¡En tu cara!—Saltaste animadamente.

Kuroo solo sonrió de lado.

-Ahora vamos con los remates.

-Espera, espera.—Suspiraste. -Estoy cansada.

-¿Tan rápido? Eso no es nada.—Dijo con un tono superior.

-Eso es mucho para mi.—Hiciste un puchero.

-Querrás decir que es mucho para tu estatura.—Colocó una mano sobre tu cabeza.

-¡Bastaaa!—Quitaste su mano. -Maldito titán de mierd-.—Kuroo te interrumpió con un corto beso.

-Calladita me gustas más.—Sonrió gatunamente.

(...)

Duraron alrededor de cinco horas practicando, y ya eran las nueve treinta y cinco de  la noche.

-Creo que es todo por ahora, tampoco quiero que te esfuerces demasiado.—Dijo Kuroo.

Respirabas agitadamente.

-¿De qué hablas? E-Estoy perfectamente bien.—Jadeaste.

-Claro, claro.—Te dió su botella de agua.

-Gracias.—La tomaste y bebiste.

Kuroo abrió la puerta del gimnasio, dejando entrar el frío viento de la noche.

Se quitó la chaqueta del uniforme de voley y te la puso cual niño pequeño.

-Gracias de nuevo.—Besaste sus labios aprovechando que estaba de cuclillas.

Correspondió el beso profundizándolo.

Te tomó de la mano y caminaron juntos hasta tu casa.

En el camino hubieron bromas, mimos y demás.

(...)

-No hay nadie...—Dijiste al entrar a tu casa.

-Ya es tarde, ¿no crees que es peligroso que te quedes sola?—Preguntó tu novio.

-¿Crees que puedas quedarte a dormir por hoy?—Le miraste apenada.

-Claro, las noches que desees.—Te miró seductoramente.

Tu sonrojo no se hizo esperar y apareció en tu cara.

-Vayamos a dormir.—Te tomó como saco de papas y subió las escaleras hacia tu habitación.

-E-Espera Kuroo, ¡tengo que bañarme primero!—Pataleaste.

-¿Huh? ¿para qué?—Preguntó sin dejar de caminar.

-Hoy sudé bastante, ¿no es obvio?

-...¿Quieres sudar más?—Preguntó con tono pervertido.

Palmeó tu trasero y sonrió de lado.

.
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Esa noche vaya que sudaste, demasiado.

Fin.

𝚟𝚘𝚕𝚎𝚢 𝚕𝚘𝚟𝚎| hq!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora