CAPÍTULO 19 VIENTOS

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Dos siluetas flotaban sobre el mar y se hacer acercaban hacia Eólida, un castillo flotante en las costas de la isla de Creta.
Esas dos siluetas ingresaron al mismo sin inconveniente alguno. Cualquier guardia que aparecía caía muerto al instante, sin siquiera sacar su sable.

 Cualquier guardia que aparecía caía muerto al instante, sin siquiera sacar su sable

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Estos dos se adentraron más y más hasta que al fin llegaron al la cámara principal.

_ Viejo amigo, tanto tiempo sin verte.
_ ¿Viejo amigo? Respondió el ser con voz rasposa.  Dejamos de ser amigos cuanto tu y los demás me traicionaron y encerraron en ese nauseabundo lugar.
_ Tu querías acabar con todo, destruirlo todo y no lo íbamos a permitir.
El oscuro sonrió aunque levemente.
_ Quizás, pero estas son otras épocas. Y ahora ustedes no pueden detenerme.
El dios del viento Eolo rió.
_ Si antes lo hicimos ahora lo haremos de nuevo. Mientras tus hijos permanezcan muertos tu no tendrás tanto poder.
_ Es cierto, solo uno de ellos vive pero pronto los otros se le unirán y así seré el ser más poderoso que exista.
El dios de la oscuridad necesita a sus hijos para tener poder, cuando uno de ellos vuelve a la vida el dios recupera parte de su poder. Pero para traerlos de vuelta necesita de grandes sacrificios.
_Aún así estoy aquí con otras intenciones, como dijiste antes fuimos amigos y quiero que eso vuelva a ser así.
El otro sujeto giro la cabeza hacia su maestro.
_ Únete a mi Eolo y gobernaremos este planeta juntos.
_ ¿Que planeta será ese? Uno desolado, oscuro, sin vida y sin humanos. Lo siento, pero jamas eceptaria eso.
_ Como se lo dije maestro intervino el otro sujeto.
_ Que descortés de mi parte, déjame presentarte a mi quinto jinete y también mi mano derecha.
_ Se muy bien quien es, él fue quien destruyó Ginebra. El jinete sin rostro.
_ Vaya parece que tienes un fan amigo mio.
_ ¡Ja! Así parece maestro.
_ ¿Porqué lo sigues? En su estado actual no es más fuerte que vos. Comento Eolo al jinete.
_ Porque es mi maestro y se lo debo todo a él. Aparte me gusta ver al mundo arder.
_ Tu no le debes nada a este maligno. Le debes a los dioses que te dieron vida.
_ Esos dioses que dices no son nada para mi.
_ ¡Suficiente!  intervino el oscuro. ¿estás seguro que no te unirás a mi?
_ Muy seguro.
_ Es una pena. Mi leal general muestrale al dios lo que pasa cuando rechazan mi amistad.
_Será un placer.
El jinete avanzo hacia Eolo a paso firme.
_ No te acerques a mi. "Viento huracanado"
La tormenta generada por el dios hizo volar al oscuro y lo golpeo contra un muro del castillo y este quedó inconsciente un instante. Pero al jinete no logro hacer daño.
_ ¿Como es posible que no te afecte?
_Una brisa así solo logra aliviarme respondió el jinete.
_ Aléjate de mi. "Tempestad"
La tormenta incremento si intensidad ahora los vientos era de quinientos kilómetros por hora.
El castillo ya se encontraba prácticamente destruido por el viento pero al jinete no le afectaba en lo mas mínimo.
_ ¿Ahora vez porque sigo a mi señor oscuro? Gracias él soy así de fuerte. Tu poder es inútil.
El terrible general rió fuertemente.
_ Haces bien en temer dios de viento.
_No te temo, solo te compadezco.
_ No me digas.
El jinete tomo del cuello a Eolo y lo levantó en el aire.
_ No puede matar a un dios idiota, se burló Eolo.
_ No, pero puedo destruir su cuerpo y encerrar su alma para un propósito mejor.
_ No te atrevas.
_ Hasta nunca Eolo.
El jinete abrió su mano restante y la apunto al corazón del dios como si fuera una punta de sable. Y lo atravesó sin problemas.
_ ¡NOOOOO!
Gritó Eolo. El malévolo soltó su cuello y el dios agonizante callo tumbado al suelo.
_Ahora destruiré tu cuerpo. "Providencia terrible" una vez mas una bola de energía se firmó en su mano e impacto en el cuerpo del dios destruyendolo.
El espíritu del dios quedo al descubierto y fue tomado rápidamente por el oscuro, ya recuperado.
_ Es hora, toma este espíritu como sacrificio de devuélveme a un hijo, gritó.
El espíritu del dios se elevó e ingresó a un vórtice recien creado en el cielo, al mismo tiempo otro ser descendía.
_ Bienvenido hijo mío, Vittorio.
_Padre al fin nos reunimos.
El jinete inclinó la cabeza mientras su maestro sentía como su poder aumentaba.
Con la caída de Eolo los vientos cesaron en gran parte del mundo. Uno de los grandes dioses había sido derrotado.

DIOSES Y HEREDEROS  IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora