XVI. Ahora no.

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DEREK.

Me quedé estático observando la escena. Tai no demoró ni dos segundos en cubrirnos nuevamente con el gran escudo de agua que anteriormente me había sorprendido. Pero a Katia parecía no asustarle en lo más mínimo, incluso notaba cierta alegría en su rostro al percibir que iba a tener batalla.

   —¿Qué haces aquí? —Tai fue la única que se aventuró a hablar.

   —Vine por ti —se alzó de hombros e hizo algunas maniobras con el cuchillo. No podía matarnos pero tenía sed de herirnos.

   —¿Cómo supiste que estaba aquí?

   —No lo supe, solo caminé por donde los Flugors me dijeron que podían haber estado —volvió a encoger los hombros y yo desee con el alma desaparecerla del mapa. Pero aún seguía débil y no podía hacer demasiado.

   —Entonces lárgate, yo soy una Limanti y ni en un millón de años elegiría a tu despreciable grupo —sentenció la castaña.

—¿Despreciable? Vamos, nuestro grupo junto al tercero se adueñarán de este planeta, ¿por qué decides quedarte con esos perdedores? —sentí la furia en Evan y pude sentir a mi cuerpo comenzar a calentarse por este ingrato sentimiento.

—¿Perdedores? Si a honorables les llamas perdedores; entonces no sé cómo podría hacerse llamar tu grupo —Tai nos encerró en un círculo de fuego.

Ya teníamos dos barreras al mismo tiempo y ninguno de los dos la estaba ayudando. No había sido capaz de imaginar cuánto poder podía tener Shepherd, esto era aún más de lo que mis capacidades podían pensar.

—¿Vas a jugar así?

En un santiamén una lluvia estremecedora comenzó a caer sobre nosotros. Eso no podía hacernos daño, pero era definitivo que terminaría apagando el aro de fuego en el que nos veíamos envueltos.

Miré hacia arriba y el escudo de agua comenzaba a ceder ante el choque de más agua. Por un instante creí que Tai desvanecería al escudo para detener la lluvia, pero tuve que sostenerme los ojos para que no salieran disparados al notar que sus ojos se volvían un rubí aún más intenso. Sin siquiera poner esfuerzo detuvo a la lluvia mientras mantenía al escudo...

Katia soltó una risa estruendosa y posteriormente un cúmulo de granizos gigantes comenzó a caer sobre nosotros. Por esta ocasión bajé la mirada y noté las rodillas de Tai temblar, me acerqué a Evan en cuanto analicé que estaba siendo demasiado para ella sola.

—No va a aguantar mucho más, tenemos que crear un escudo nosotros —él asintió y en cuanto ella se enteró de nuestro plan hizo desaparecer el escudo, Ev y yo no tardamos demasiado en volver a crear otro y Katia parecía no asustarse en lo absoluto.

   —Sabes que no puedes contra los tres —espetó Evan detrás de mí.

   —Me conformo con herir a alguno —soltó los hombros y dio cuatro pasos al frente.

Hizo una extraña maniobra con el cuchillo, ese acto nos desconcertó a Evan y a mí y justo cuando volví a entrar al mundo de la realidad, pude observar cómo el cuchillo estaba pasando nuestro escudo e iba con toda la velocidad directo a la cara de Tai. Antes de que pudiera hacer algo –aparte de que estaba débil y no podía hacer mucho– las manos de la chica adyacente a mí se prendieron en fuego y el cuchillo se detuvo a escasos milímetros de su ojo. Desprendió una llama de su pupila y el cuchillo cayó en picada; estupendo, era nuestro.

Quise pensar qué había hecho para detenerlo, pero me bastó recordar que una capa sólida de aire podía detener cualquier cosa.

TAISSA.

El tiempo se agota Donde viven las historias. Descúbrelo ahora