XXXII. Error.

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EVAN.

Todos estábamos concentrados intentando averiguar cómo combatir contra la amenaza que Railey representaba.

De manera espontánea mi cerebro vibró debido al plan que estaba generando. O al menos la idea que se me había empezado a ocurrir.

   Me acerqué a la proyección digitalizada y observé todos los puntos que estaban alrededor de Railey, necesitaba encontrar la puerta que arrojaba al vacío a cualquiera que la presionara.

   —¿Qué haces? —me preguntó Owen luego de unos segundos inspeccionando. No estaba muy lejos del lugar al que necesitaba llevarlo; pero hacerlo era un riesgo que definitivamente estaba dispuesto a correr.

   —Necesitamos lanzarlo al vacío. Una cosa hemos aprendido muy bien. Venimos del cosmos; y a pesar de poder controlar cosas que un mortal no podría, jamás podríamos tener la impetuosa capacidad de luchar contra la naturaleza de nuestro creador. Es su mismo dueño, posee sus propias reglas y no existe ser viviente que pueda luchar contra ellas. Es lo que es; y arrojar a Railey al vacío nos salvaría.

   —¡Sí, sí! ¡Bien hecho, Evan! —Owen se sacudió en un cúmulo de alegría y meneó mis hombros de un lado a otro, un gesto tan humano que incluso me causó náuseas.

—Iré yo —sentenció Taissa, dejándonos a todos mudos luego de unos murmullos de victoria. Decenas de pares de ojos se centraron en su pequeño ser y Derek negó enseguida con la cabeza, ¡pues claro! ¡Si este cabrón estaba perdido por ella! Y todos lo sabían, excepto él y Tai.

—No vas a ir tú —Owen, Derek y yo sentenciamos esa simple orden al unísono, emanando la negatividad ante esa posibilidad. Si el plan no podía ejecutarse y concluir, sería ella quien podría darle frente a Railey. No yo, no Derek, no Owen, no Jackson, no Miranda, no nadie.

—¿Qué? Yo soy la más apta para esa tarea —los nervios se me comenzaban a encrespar, estábamos perdiendo tiempo a lo estúpido, cuando bien podríamos emplearlo en sacarlo rápidamente de aquí. En algo más productivo, heroico y por supuesto... en algo que nos iba a salvar el pellejo de manera majestuosa.

—Y es precisamente eso por lo que te vas a quedar aquí —Derek se adelantó a hablar y quise darle un buen puñetazo, cuando estaba desesperado me entraban las saludables ganas de partirle la cara a quien me quitara la palabra de la boca—. Iré yo.

—Vamos los dos y no se habla más de esto. Ya perdimos tiempo suficiente —coloqué un alto a lo que fuera que dijeran los demás y comencé a caminar por mi cuenta, esperando a que Der viniera detrás de mí.

Solo son 7 metros los que tienes que hacer que se mueva, Ev. Solo son 7 metros...

   Intentaba relajarme, debido a que mis glándulas sudoríparas de las manos estaban demasiado concentradas en trabajar; yo trataba de concentrarme en qué debíamos hacer para poder salir ilesos... o al menos que uno saliera así.

   —Ev, necesito que tú lo saques de ahí, yo haré que me siga hasta la puerta de desalojo... y cuando llegue ahí, te haré saberlo mediante un grito. Entonces necesitaré que corras a apretar ese botón, sin importar nada, ¿me entiendes? —Derek me estaba hablando de una manera poco usual, y por supuesto que no estaba de acuerdo con eso.

   —No, lo haré yo.

   —No, tú lo dijiste, ya perdimos demasiado tiempo dialogando entre qué hacer en lugar de hacerlo. Si algo me pasa quiero que seas tú quien cuide a Tai, he notado lo unidos que se han vuelto... y la verdad no te estoy preguntando. Te estoy ordenando que hagas lo que te dije —cuando Derek se volvía inquisitivo, protector y decidido a qué hacer, nadie podía ponerlo en modo pausa. Era un tornado que arrasaba con su potencial de grandeza; y ni siquiera yo era capaz de darle un alto.

El tiempo se agota Donde viven las historias. Descúbrelo ahora