XXXIII. Viveza.

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TAISSA.

Mi sistema nervioso autónomo denominado simpático lanzó un cúmulo de respuestas fisionómicas al escuchar que dos elementos habían sido lanzados al vacío. Mis niveles de adrenalina se elevaron, mis pupilas se dilataron, la necesidad de mayor oxígeno en mis músculos por la necesidad de movimientos bruscos me hicieron comenzar a respirar bruscamente; hiperventilando.

Me hice paso entre las pocas personas que habían en la sala y comencé a caminar al tanteo, no conocía la nave en lo absoluto y tampoco sabía hacia dónde me dirigía. Mi instinto de intuición me hizo avanzar y no parar, hasta que comencé a correr sin sentido de la ubicación alguno. Mi cuerpo arrojaba respuestas y yo obedecía, ajena a todo.

Bajé la vista a las baldosas y cuando me dispuse a mirar al frente nuevamente, mi cuerpo chocó con la corpulencia de alguien más. Me mareé un poco por la brusquedad y cuando mi vista captó la imagen, mi corazón brotó en un estallido de felicidad, di un grito de alivio y abracé con toda la fuerza de mis brazos a Derek.

Lo abracé y me aferré a él como si fuera la única cosa en esta dimensión que me hiciera respirar. Mis músculos se relajaron y él me abrazó de vuelta, haciendo presión en mi cabeza sobre su duro pecho.

Ni siquiera lo pensé, tomé su nuca en cuanto pude y lo besé. Lo besé sin ningún preámbulo ni alguna cosa que pudiera impedírmelo. Sus labios se mantuvieron intactos al igual que los míos, supuse que nunca antes había dado un beso y me dispuse a enseñarle la divina arte de besar. Abrí lentamente mi boca, casi a la espera de su autorización para continuar. Él cerró sus párpados y se dejó guiar.

Fue el beso más cálido e inocente que había dado en toda mi vida. Era como dejarlo acceder a todo lo que yo representaba, y como si él me permitiera hacerlo un poquito más humano cada segundo transcurrido. Fueron segundos, minutos o quizás horas; pero todo era tan real que el tiempo y todo lo demás habían dejado de existir. Éramos nosotros en una burbuja de fantasía, porque cuando explotara, cuando la burbuja dejara de existir... él y yo jamás podríamos volver a estar juntos.

Cada roce con sus labios me pareció el más genuino que había tenido en toda mi existencia. Me abrazó de la cintura y me atrajo a su cuerpo, lo cual me sorprendió en toda la extensión de la palabra. Pudimos haber continuado así durante días, pero la voz de Evan nos sacó de nuestro ensimismamiento y nos vimos en la torturable necesidad de separarnos.

—¡Así que mientras yo te buscaba tú te estabas besando con Taissa, cabrón! ¿Lo has hecho sin querer o ha sido a propósito eso de quererme volver mortal y matarme de un puto susto?

Comencé a reírme mas bien de nerviosismo y me alejé del cuerpo de Derek para permitir que esos dos se abrazaran. Pocos segundos después llegaron Owen y todos los demás restantes del grupo, soltando un suspiro de alivio. Y con eso pude declarar que era la primera vez que me sentía como si en realidad todos ellos fueran humanos, puesto que sus reacciones estaban siendo tan naturales que incluso me costaba creerlo.

—Fue Railey, su peso con la transformación hizo que el sensor captara a dos elementos —explicó Derek cuando se separó de Ev.

   Fue algo que cruzó mi mente, pero que me había centrado tanto en caminar en busca de él que había olvidado el uso correcto de la razón. Nuevamente suspiramos todos ante el susto que representó para nosotros su ausencia, todos nuevamente volvieron a sus actividades normales y caminé junto a ellos. ¿Y ahora qué seguía? ¿Cómo despojábamos a los otros dos grupos de la Tierra? ¿Cómo lográbamos que entendieran la gran conexión que teníamos? ¿Cómo se hacía todo eso sin sacrificar a alguno de nosotros?

   Haciendo que se maten entre ellos.

—Hay que hacer que se maten entre ellos —hablé, de pronto. Haciendo que todos dejaran de hacer lo que hacían y voltearan a verme—. No sé cómo, la verdad; pero esa es la idea central.

Owen me observó desde lejos y se llevó la mano a la boca, pensativo. Estaba rodeada de ojos clavados en mí y eso comenzaba a hacerme sentir pequeña. Tampoco era una mala idea... ¿o sí?

—Ellos tienen a humanos, humanos que finalmente los eligieron por su famoso pensamiento. Puedo estar segura que al menos uno de ellos está en contra de lo que están haciendo y necesitan salir corriendo de ese desastre —dijo una chica con el cabello rubio y corto. La había visto anteriormente, pero no sabía cómo se llamaba ni quién era, pero su idea era excelsa.

—Reclutamiento —aclaró Adrien a lo lejos.

   Nunca había tenido que relacionarme con alguien ajeno a Owen, Derek o Evan de manera más directa y centrada; pero ahora veía que tendría que hacerlo. Debíamos unirnos.

—Has sido de gran ayuda, Tai. ¿Por qué no vas a aventurarte en todas las distracciones de esta nave? Has tenido unos días terribles desde que te eligieron y se vienen unos peores. Distráete en este pequeño intermedio de paz y tranquilidad —acució Owen mi relajamiento y agradecí ese gesto.

Necesitaba disfrutar un poco de tiempo libre. Había estado preocupada, estresada, con los sentimientos hasta su punto máximo y ahora solo necesitaba respirar. Evan se acercó a mí y me tomó de la muñeca, no me preguntó ni se inmutó a esperar a que alguien más nos acompañara, comenzamos a correr hacia el norte de la nave.

Estábamos riendo mientras corríamos. Me sentía libre, me sentía... viva, viva de verdad. Todo alrededor era una majestuosidad y por cada nuevo rincón que pasábamos no podía evitar voltear la cabeza para echarle un vistazo más. Evan era lo más cercano a un mejor amigo que tenía, y estar con él me calmaba.

—¿Sabes nadar? —me preguntó justo antes de llegar a una piscina asombrosa.

Era enorme, muy enorme. Y estaba frente a la vista más espectacular que en mi vida profesional como cirujana dentista jamás me imaginé. Toda mi vida había querido estudiar algo relacionado al cosmos, analizarlo y descubrir su magnificencia, pero finalmente me había decidido por el área de la salud. Pero esta vista me hacía arrepentirme de esa última decisión.

   El universo estaba delante de mí con un gran trozo de vidrio impidiendo que muriera debido a la falta de oxígeno. Lo veía todo, las estrellas, los asteroides y tantos otros objetos que no podía reconocer. Nunca me había sentido tan entrelazada con la vida, pero ahora sí podía declarar que lo había vivido todo... incluso el apocalipsis. Y le había besado, ese beso me había devuelto la chispa de viveza.

   »—¿Vienes? —Evan estaba sin playera y en bóxers, y busqué la desesperada manera de no centrarme en su espectacular físico. Giré enseguida la vista y él corrió hasta la piscina, brincando y hundiéndose en su profundidad.

   Me quité la ropa hasta quedar solo en paños menores y cuando me dispuse a correr e imitar las acciones de Ev, una mano me tomó por el hombro. Volteé la mirada y me encontré con la chica de cabello corto y rubio de hacía unos minutos.

   —Solo amenazo una vez, aléjate de ellos.

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Sí, sí, sí. Sé que me he demorado como nunca, sé que merezco su odio y que me reclamen. Pero solo ámenme, ¿quieren? He estado teniendo problemas existenciales que no me dejaban escribir, lo siento y lo siento mucho, pero por favor deseo que hayan disfrutado este capítulo mucho.

   Los amo y mi demora no cambia nada. Gracias por ya ser 120K y por todo, todito, todo. Son los mejoreees. Mil gracias por esperarme y espero de sus bellos comentarios.

-Alexandra V.R.

El tiempo se agota Donde viven las historias. Descúbrelo ahora