IV. Huye.

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TAISSA.

Desperté con una cefalea espantosa, todo me dolía como si hubiera tenido la pelea más fuerte en toda mi vida. Mi persiana estaba abierta y pude vislumbrar que la ciudad entera seguía sometida por los fuertes vientos y las turbulentas aguas azotando sobre los edificios.

El día de hoy ya no habían autos volando, supuse que el clima no se los permitía y terminarían ocasionando un accidente. Los trenes viajando a 500 metros de altura habían detenido su servicio y ahora todos debían buscar otro medio de transporte. La ciudad que antes era conocida como La ciudad de la tecnología estaba apagada, jamás había sucedido una tormenta tan espantosa y el hecho de que fueran a caer rayos hacía peligroso que todo funcionara con tecnología.

Supuse que el huracán era la causa de tan mal clima. No sabía absolutamente nada sobre meteorología, solo era una estudiante que estaba en su primer año como cirujana dentista.

   Mi mente intentó viajar al suceso de anoche; pero ya no podía. Mi cuerpo ya no resistía tanta incertidumbre, ¿qué mierda quería decir eso de que yo era la elegida?

Cariño, ven a desayunar —la voz de mamá me sobresaltó. ¿No debería estar trabajando?

Bostecé y desganada me levanté. Quería darme una ducha, me sentía sucia, muy sucia.

Le solicité a Kalu que abriera el grifo y me quité la playera. Me acerqué a paso lento al espejo y me sobresalté nuevamente. Ahora tenía otra marca sobre las vértebras dorsales. Mi mirada viajó a la primera marca que me encontré... comenzaba a tomar forma. Ya no era un simple punto distorsionándose entre mi piel, comenzaba a tomar forma y no sabía lo que era.

   ¿Quién podía darme respuestas? ¿Quién podía sacarme de este maldito enigma si no era Katia? Tenía que buscarla, necesitaba ir con ella aunque la idea me disgustara por completo.

   Accedí a la regadera, pero segundos antes me puse a pensar que necesitaba relajarme. "Kalu, cierra el grifo y templa el agua de la bañera con hidromasaje".

   Kalu era un robot veloz, así que en menos de lo que esperé la bañera ya estaba llena, calentita y lista para acceder a ella. Me metí y dejé que los chorros de agua relajaran mis músculos, cerré los párpados y me sentí liviana, comencé a sentirme fuerte –lo contrario a como me levanté– y un subidón de energía se adueñó de mi cuerpo.

   No tenía la certeza de lo que ese cambio súbito en mi cuerpo significaba, pero me gustaba.

Salí de la bañera y comencé a vestirme. No sabía qué ponerme, así que sencillamente le pedí a Kalu que eligiera un outfit por mí.

Wow... el robot tenía buen gusto. Miré hacia abajo luego de contemplar todas prendas, me había colocado unas botas negras para lluvia, sonreí ante eso.

Eres inteligente, Kalu —alardeé.

Para eso fui creado, señorita Shepherd —me respondió y comencé a vestirme.

Papá y mamá estaban sentados sobre la mesa, ¿qué hacían esos dos allí? Deberían estar trabajando.

   —Ya se ha enfriado, cariño —sobre la mesa había huevo revuelto y al lado unos hot cakes, normalmente no desayunábamos así... pero me encantaba. Me hacía sentir la calidez de un hogar.

—¿Qué hacen aquí? —no es que no me alegrara, pero me tomó por sorpresa. Me senté y los observé.

—El clima —fue lo único que argumentó papá y me alcé de hombros.

La pantalla portátil estaba encendida, un anuncio en las noticias hizo que mamá subiera el volumen y que Kalu trasladara la pantalla hasta nuestra ubicación.

El tiempo se agota Donde viven las historias. Descúbrelo ahora