DEREK.
Taissa seguía golpeando la barrera mientras la voz automatizada continuaba diciendo acceso denegado. Me pasé la mano por la nuca y tuve que recurrir a mi plan infraganti.
—Owen, mete el código de verificación para quitar la barrera —ordené mientras sentía al tiempo trepándome por las piernas hasta escabullirse por entre mi ropa, serpenteando y adueñándose de mi cuerpo.
—¿Cuál código? —preguntaron al unísono Jackson y Owen.
—No hay ningún código, Kepner —bufó Owen.
—Lo hay, ¡carajo! ¡El tiempo se agota! ¿Podrían poner ya el maldito código? La tableta solo reacciona con tu huella, Owen. ¡Hazlo, por favor! —supliqué con los pelos de punta por el tiempo contado que teníamos.
Owen me observó con reprobación. Nadie me había autorizado meter ninguna clase de código y me había aprovechado de la confianza de mi líder. Pero había funcionado, jamás creí que mi acto desesperado por algún plan B para salvar a alguien sería en esta ocasión, y mucho menos que sería para salvar a alguien perteneciente a los tres grupos. Sin embargo, el efecto era satisfactorio y con eso me bastaba, después afrontaría mis consecuencias con Owen.
El pelirrojo corrió hasta tomar a la tableta y colocó su dedo índice. Luego de dos segundos la pantalla se encendió y estaba un recuadro blanco a la espera del ingreso de alguna clase de código.
—¿Cuál es? —su voz era reprobatoria, pero era lo que menos me interesaba en estos momentos.
—CJP19-UQZ/2 —dicté lo más rápido que pude, por fortuna el oído de Owen captó todo a la perfección y una barra verde apareció. Necesitaba cargar, y para ello faltaba al menos un minuto.
—Ya vienen —la voz de Taissa se quebró delante de mí. Colocó su mano derecha sobre el "cristal" y yo coloqué la mía de igual forma, encajando manos y sin poder tocarnos.
—Vas a estar bien, te lo prometo —susurré y le sonreí, aunque estaba dubitativo ante la respuesta rápida del software.
Un fuerte ruido hizo sordos nuestros oídos por unos instantes. No sabía qué era y tampoco me interesaba saberlo.
Al cabo de cinco segundos la voz del sistema fue como música para mi sentido del oído. Acceso confirmado.
La barrera dejó de existir y nuestras manos hicieron contacto directo. Vi el alivio en su rostro y entró a velocidad luz, se posicionó a un lado de mí y el sistema volvió a solicitar el código de activación para la defensa y para poder despegar.
—¿Cuál es? —de nuevo cuestionó Owen.
—El mismo que colocaste —respondí con el pulso acelerado en cuanto vi aparecer a un Railey más molesto que nunca.
La solidificación del suelo iba desapareciendo a su paso. Todo comenzaba a deshacerse y el maldito código seguía entrando. La respiración de todos estaba agitada, los dos seres delante de nosotros caminaban con tanta autosuficiencia que me entró envidia de su calma ante la situación.
Se sentían tan dueños de nosotros que habían olvidado quiénes éramos. Ella llevaba consigo a un ser supremo; pero nosotros también.
Código ingresado.
Protección activada.
Un vapor salió de toda la nave y por primera vez en un buen rato suspiré de mero alivio. Nunca me había sentido así, realmente, nunca había sentido de manera tan violenta, desesperada y sublime.
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El tiempo se agota
Science FictionAño 2072. En el mundo solo existen cuatro clases de personas: los que controlan los cuatro elementos, los que controlan el clima, los que controlan la flora y fauna y... y tristemente, los humanos; la raza más caótica jamás antes vista. Ninguno d...